Por Carlos M. Estefanía.
Un grupo de españoles de la zona nororiental de su país, llamémosles hispanocatalanes, para diferenciarlos por ejemplo de hispanoamericanos, han vuelto a desencadenar disturbios en la bella Barcelona, como mismo hicieron en noviembre del 2020. Pero en aquel momento la motivación no fue el separatismo, sino un acto de justa resistencia contra las medidas antiCovid-19, impuesta con el consenso de las elites gobernantes, a los habitantes de esa parte de la península Ibérica.
La prensa oficial habló de 12 detenidos y 20 Mossos d’Esquadra (policías locales) heridos, por su parte el Sistema de Emergencias Médicas ha informado haber atendido a siete manifestantes como consecuencia de la represión de la protesta, también se dice y videos en redes lo confirman, que hubo quema de mobiliario urbano y daño de vehículos policiales.
Miquel Sàmper, una suerte de mini ministro del interior del mini gobierno catalán, aseguró que Los Mossos investigarán y perseguirán a los autores de estos altercados, menos mal, pues que sepamos no se ha hecho otro tanto con los alborotadores independentistas entre el 14 de octubre de 2019 y 20 de noviembre del mismo año estuvieron haciendo exactamente lo mismo en la capital catalana, usando como pretexto la sentencia del juicio a los líderes del proceso independentista de esa región, protestas que provocaron cientos de heridos, algunos graves entre demostrantes y policías, superando la cifra de 2,5 millones de euros los daños causados en el mobiliario urbano por no hablar de más de 7,3 millones de euros los daños en transporte e infraestructuras.
Pero aquí podría decirse que la sangre, que la hubo, no llegó al Río. Todo comenzó con una concentración en la plaza de Sant Jaume en donde cientos de personas expresaban su rechazo al toque de queda y a las medidas de confinamiento acordadas tanto por el Gobierno como por la Generalitat, para contener la presunta segunda ola de Covid-19 Según la prensa local allí también se encontraban lo que despectivamente denomina negacionistas. Aunque estos mismos medios deberían también reconocer que algunos argumentos de sus pancartas resultan demoledores frente a la falta de justificación que tiene el estado de sitio decretado por el gobierno en colaboración de buena parte de su oposición. Por ejemplo, en uno de los carteles podía leerse: «España 2009 – 150.000 muertos gripe. 2020 – 35.000 Covid. Evidentemente a estos negacionistas no les falta eso de lo que parecen carecer los expertos del gobierno; memoria histórica, pero de la verdadera.
Si nos atenemos a lo que informan los medios establecidos, la concentración que nos ocupa se convirtió en violenta cuando varios de sus participantes, muchos de ellos encapuchados y no precisamente con las mascarillas, volvieron a poner en escena los métodos de lucha practicados el pasado año por los independentistas. Comenzaron a lanzar bengalas, vallas, y objetos contundentes contra los Mossos d’Esquadra que protegían el acceso principal al Palacio del Gobierno local.
Aunque hubo una diferencia en relación con esos no muy lejanos en los que los independentistas se hicieron prácticamente de las calles barcelonesas. Desde el primer, dizque en defensa propia, momento la policía autonómica catalana, cargó de porrazos contra los que resistían el fundamentalismo coronoviristas. En pocas horas, los antaño indolente Mossos d’Esquadra, barrieron y no exactamente a escobazos, ni con necesidad de apoyo externo, a todos los manifestantes, fueran violentos o no. Media hora después del toque de queda, que comienza en todo el país las 10 de la noche, no quedaba un solo barcelonés manifestándose esa noche. Calabaza, calabaza, el que no estaba preso, estaba en casa. Para ese momento, los “técnicos de limpieza”-modo políticamente correcto- con el que los periódicos se refieren a los limpia-calles de toda la vida se entregaban a la tarea de recuperar el orden y la higiene de la capital catalana sin que nadie les molestara. Nada que ver con los desastres del 2019. Visto está que en cuestión de restablecer el orden sus guardianes catalanes son efectivos; cuando les da la gana.
Ese mismo día 30 de noviembre a la medio noche el canal del diario La Razón en YouTube publicaba un video sobre los acontecimientos, titulado: Disturbios en Barcelona. El material iba acompañado del siguiente texto: “Unas 1.500 personas se han concentrado en la plaza Sant Jaume frente a la Generalitat para mostrar su rechazo ante las medidas aplicadas por el Govern para frenar la pandemia”.
La información audiovisual es contundente. En la versión original del video, no sé si se recorte en tiempos de censura universal, se incluía el testimonio de un joven herido en la mano por un proyectil lanzado por la policía. Con relación a este testimonio les dejé el siguiente comentario en el tablón.
“Los pobres muchachos, creyeron que la cosa sería como cuando la guerra callejera al estado nacional español, donde la policía local y nacional tenía la orden de dejar hacer y deshacer. Ahora la cosa es diferente, se trata del totalitarismo viral universal y ese sí que tira a matar, usando a los mismos guardias que ayer parecían impotente frente a las protestas, lo mismo en Chile que en España.”
Quede esa nota como resumen de lo que estuvo y está pasando, no sólo en España, sino también en el sur de Italia y donde quiera que los pueblos estén despertando. No importa que por el momento se den por perdidas sus batallas, al menos no entran en el juego de esos parlamentos con los que, de algún modo, se legitima el “totalitarismo pandémico”, expresión que debería valorar la Fundación del Español Urgente, si la dejan.
Carlos Manuel Estefanía. Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciándose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente realizó estudios de postgrado en materias tales como, economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras. En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de las Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.
Radica en Suecia desde 1993, donde es fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica Euro cubana, así mismo, es presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Es además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.