Por Redacción ZoePost/David Mejía/The Objective.
El periodista habla sobre sus memorias, que abordan sus más de 40 años de carrera periodística, con especial énfasis en su etapa como director del diario ‘El País’
Antonio Caño es periodista. Desde mayo de 2014 hasta junio de 2018 fue director de El País, periódico en el que antes había sido subdirector, redactor jefe, fundador de El País América, corresponsal en Estados Unidos, México y Centroamérica y enviado especial en numerosas misiones informativas en todo el mundo. Es autor del libro Rubalcaba, un político de verdad (Plaza y Janés, 2020) y el 8 de noviembre publicará un libro de memorias: Digan la verdad. Memorias de un periodista y apuntes sobre un oficio en peligro de extinción (La esfera de los libros, 2022).
P. He podido asomarme a tus memorias y leo una frase que me ha llamado mucho la atención, dices: «En realidad es poco probable que si pudiera volver a elegir, volviera a ser periodista».
R. Bueno, porque yo no tengo mitificada la profesión de periodista, sobre todo después de haberla ejercido y de conocerla en los tiempos actuales. Desde mi punto de vista, el periodismo no es la mejor profesión del mundo, aunque es una buena profesión que en mi caso me ha permitido vivir decentemente y tener experiencias de las que me siento muy satisfecho. Pero hay en torno al periodismo una mitología excesiva, y creo que hay otras profesiones excelentes que permiten una aportación a la sociedad enorme. Por tanto es probable que, después de haber sido periodista, si yo tuviera oportunidad de elegir, elegiría otra profesión, aunque sólo fuera por cambiar.
P. Pero denota un punto de decepción.
R. De decepción, no, lo que digo es que la mayor parte de los periodistas, cuando hablan de su pasado tienden a decir que siempre serían periodistas. Eso yo no lo tengo tan claro, el periodismo me ha dado satisfacciones pero también decepciones. Y a veces los periodistas tenemos un concepto excesivamente alto de nosotros mismos y de lo que significamos en la sociedad.
P. Una de las cosas que sí te ha dado la profesión, como cuentas en tu libro, es esa posibilidad de abrirte al mundo.
R. Efectivamente, el periodismo fue para mí un pasaporte al progreso y al conocimiento del mundo. La primera publicación en la que escribí se llamaba Actualidad Política Extranjera, un pequeño boletín que dirigía Enrique Vázquez. Las primeras pesetas me las gané ordenando el archivo de Enrique y recortando noticias de Le Monde. Desde el inicio, el periodismo ha sido el que me sacaba de España y me transportaba a otros países, otras culturas. Cuando empecé en la agencia EFE, la primera oportunidad que se presentó de salir fuera fue Guinea Ecuatorial, que tenía alto riesgo en ese momento, en el año 79, era una auténtica aventura. Había un vuelo de Iberia que iba una vez por semana y te dejaba en el aeropuerto de Malabo. Y a partir de ahí era entrar en un mundo desconocido, en el que tenía que transmitir las crónicas por telégrafo y en el mejor de los casos conseguía comunicar con Madrid una vez al día, por la noche, con muchas dificultades. Era un periodismo que se hacía a base de mucho esfuerzo y persistencia. Pero se aprendía a sobrevivir en situaciones difíciles, y había mucha solidaridad entre compañeros, teníamos que ayudarnos mucho para hacer frente a las dificultades de entonces. Y esa es mi escuela. Había allí algunos periodistas que eran mis referentes, como Manu Leguineche al que yo seguía en aquella gira por Guinea Ecuatorial.
P. Te incorporas a El País en el año 82, que había nacido pocos años antes, y era el periódico que daba voz a la izquierda.
R. Bueno, daba voz al que no la tenía. Es muy importante resaltar esto, porque lo importante de un periódico que quiere ser relevante para la sociedad es aportar los argumentos que no están en el pensamiento dominante. Entonces era enormemente atrevido publicar un artículo de Simón Sánchez Montero, que era un dirigente comunista al que ningún periódico publicaba y al que nadie se atrevía a entrevistar. Eso es diferente a ser un periódico de izquierdas. Quizás en este momento, lo rupturista e innovador no sería entrevistar a una figura de izquierdas, que tienen muchas plataformas en las que expresarse, sino buscar otro tipo de figuras que tienen menos voz. El País en ese momento era, sin ninguna duda, el periódico que leía toda la sociedad, el periódico de la democracia española. Era un gran periódico, lleno de periodistas enormemente motivados, con un alto reconocimiento social en la España de entonces, dirigidos por un director muy innovador, con un carácter y una energía contagiosa. Pertenecer a El País en ese momento era alcanzar la cumbre, y así me lo tomé cuando llegué…
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