Cultura/Educación

Teresa de Lisieux: Custodia viva del Santísimo Sacramento

Por Orlando J. Coré Fernández.

A Papa Francisco.

Oh María, si yo fuera la Reina del Cielo y vos fuerais Teresa, ¡¡¡ yo quisiera ser Teresa para que vos fuerais la Reina del Cielo!!! ………… (1)

Entre María, la Virgen Madre de Dios, y Teresita, la virgen carmelita descalza, hay una santa complicidad. Y en el amor de entrambas por Jesús tiene lugar un intercambio de roles. María concibe en su vientre. Teresita en su alma –custodia viva- al Hijo de María sacramentado.

[…] No baja Él todos los días del Cielo para permanecer en el copón de oro, sino para encontrar otro Cielo que le es infinitamente más querido que el primero, el Cielo de nuestra alma, hecha a su imagen, ¡el templo vivo de la adorable Trinidad! … (2)

[…] ¡Ah! si sabios, que han dedicado su vida al estudio, hubieran venido a interrogarme, sin duda habrían quedado sorprendidos al ver a una niña de catorce años comprender los secretos de la perfección, secretos que toda su ciencia no puede revelarles, ¡porque para poseerlos hay que ser pobre de espíritu! Como dice San Juan de la Cruz en su Cántico: << Yo no tenía ni guía, ni luz, excepto la que brillaba en mi corazón, esta luz me guiaba con mayor seguridad que la del mediodía al lugar donde me esperaba Aquel que me conoce perfectamente >> (3)

[…] Lo que venía a hacer al Carmelo, lo declaré a los pies de Jesús Hostia, en el examen que precedió a mi profesión: << He venido para salvar a las almas, y, sobre todo, para orar por los sacerdotes. >> (4)

A propósito de la Santísima Virgen, voy a confiarte una de mis simplezas con relación a ella. A veces me sorprendo diciéndole: << Pero, mi buena Virgen Santísima, me parece que soy más dichosa que vos, porque yo os tengo por Madre y vos, vos no tenéis a una Virgen Santísima a  quien amar […], y he aquí que yo, pobre criaturita, soy no vuestra sierva, sino vuestra hija, vos sois la Madre de Jesús y sois mi Madre. >>

Sin duda, la Santísima Virgen debe de reírse de mi ingenuidad, ¡y sin embargo, lo que le digo es mucha verdad!… (5)

Entre los versos de algunos de los poemas de Teresita del Niño Jesús y la Santa Faz se encuentran estas rosas blancas:

Sí, helo aquí, el Verbo se ha hecho Hostia,

Eterno Cordero sacerdotal,

Hijo de Dios e Hijo de María,

Pan de Ángel es la Leche Virginal.

[…]

Yo, débil niña, en el copón no veo

Más que el color de Leche y la apariencia.

Pero es la Leche alimento de niños

Y el Amor de Jesús no tiene igual

¡Oh tierno Amor! Poderío insondable

¡Mi blanca Hostia es Leche Virginal! … (6)

En el poema SANTA CECILIA, 28 abril 1894, la santa predilecta de Teresita dice a Valeriano, el patricio que la pretende:

 

El Verbo, de Dios Hijo e Hijo de María

En el altar se inmola con un amor inmenso,

Tienes que ir a sentarte al Banquete de Vida

Y recibir a Jesús que es el Pan de los Cielos.

[…]

Jubiloso el patricio exclamó entusiasmado:

<<Siento, con nueva llama, arder mi corazón.

Yo quiero que Dios venga y que habite en mi alma,

Cecilia, ¡ya del tuyo va a ser digno mi amor!>>…

Otros versos, de junio de 1894:

Pan vivo, Pan del Cielo, Divina Eucaristía,

¡Oh sagrado misterio! prodigio del Amor

Jesús, mi blanca Hostia, ven, habita en mi alma

Nada más que por hoy. (7)

De 1895, estos versos:

Por mí vives oculto en una hostia,

¡Por ti quiero esconderme en el sagrario!

Soledad necesitan los amantes,

siempre estar corazón con corazón. (8)

Del CÁNTICO DE CELINA, 28 de abril de 1895:

Amé muy tiernamente a Jesús-Hostia,

que vino en la mañana de mi vida

a prometerse a mi alma enajenada;

¡Le abrí mi corazón con tanta dicha…!

De EL ÁTOMO DE JESÚS-HOSTIA (¿1895?):

Soy solo un grano de polvo,

mas quiero tener mansión

en las sombras del santuario

junto al Padre del Amor.

Por la Hostia mi alma suspira,

le amo y no quiero otro don.

El Dios oculto me atrae,

¡oh, Jesús!, tu átomo soy.

[…]

Si es que el mundo me desprecia

y me mira como nada,

me inunda una paz divina

si estoy en la Hostia anclada.

Cuando me acerco al copón,

mis penas son escuchadas…

Ser nada es, Jesús, mi gloria,

ser tu átomo me encanta.

[…]

Hasta la Hostia-Jesús

el pobre átomo se abate…

 

Ante la Hostia consumiéndose,

del sagrario al vivo amor,

así pasará mi vida

del fin a la expectación.

Cuando la prueba termine,

volando al seno de Dios,

¡de la Eucaristía el átomo

brillará ante su Señor…!

De CÁNTICO DE UN ALMA QUE HA ENCONTRADO EL LUGAR DE SU REPOSO, 15 de agosto de 1895:

¡Oh, Jesús, en este día colmas todos mis deseos!

Yo podré en lo sucesivo, cerca de la Eucaristía,

en el silencio inmolarme y esperar la paz del cielo.

Exponiéndome a los rayos que emite la Hostia divina,

en esa hoguera de amor yo me quiero consumir

y así amarte, mi Señor, lo mismo que un serafín.

Del mismo año y de un gran poema son estas tres estrofas:

Acuérdate de que subiendo al Padre

Tú no podías huérfanos dejarnos

Y haciéndote en la tierra prisionero

Velaste todos tus divinos rayos

Mas, luminosa y pura es la sombra de tu velo

Pan Vivo de la fe, Alimento del Cielo

¡Oh Misterio de Amor!

Mi diario Pan, Señor

¡Solo Tú eres!…

 

Tú, Jesús, a pesar de las blasfemias

Que hay contra el Sacramento del Amor

Anhelas demostrar cuánto me amas

Pues que en mi pecho fijas tu mansión

¡Oh Pan del desterrado! Hostia Santa y Divina

Ya no soy yo quien vivo, vivo yo de tu vida

El dorado copón

que tu amor prefirió

¡Jesús, soy yo!

 

Jesús, yo soy tu santuario viviente

Que los malos no pueden profanar

Queda en mi corazón, ¿no es un parterre

Do hacia ti cada flor quiere mirar? […] (9)

Estrofas de MIS DESEOS JUNTO A JESÚS ESCONDIDO EN SU PRISIÓN DE AMOR, de 1895:

¡Oh Llavecita, te envidio

Porque puedes cada día

Abrir la Eucaristía cárcel

Donde el Dios de Amor habita

Mas puedo yo ¡qué milagro!

Con solo un acto de fe

Abrir también el sagrario

Y esconderme cabe el Rey…

 

¡Oh Corporal rodeado

De ángeles! tu suerte envidio

Pues de Jesús mi tesoro

Eres el pañal humilde.

Cambia mi alma, María

En Corporal puro y bello

Para acoger la hostia blanca

Que oculta al Dulce Cordero.

 

Te envidio, Santa Patena

Jesús va en ti a reposar

¡Que su infinita grandeza

Se digne hasta mi abajar!…

Él, colmando mi esperanza,

No aguarda el fin de mi vida

Viene a mí, y por su presencia

¡Soy una Custodia viva! …

 

¡Cuánto envidio al feliz Cáliz

Do está la Sangre divina…

Mas puedo en la Santa Misa

Recogerla cada día.

Más que en los Vasos de oro

Jesús se agrada en mi alma

El altar es un Calvario

Do por mí su Sangre mana…

En RECUERDO DEL 30 DE ABRIL DE 1896, en sus dos últimas estrofas, la que profesa se transfigura en hostia:

En vuestras manos, oh, querida Madre,

hemos visto inmolarse esta mañana

al Cordero de Dios, divina víctima,

esta hostia nueva, toda harina blanca.

 

Esta hostia os dará sencilla gloria.

Jesús hará que clara resplandezca

en el copón dorado, misterioso,

que vuestro corazón con amor llena…

En ¡MI CIELO!, 7 de junio 1896, hay esta estrofa:

Mi Cielo está escondido en la pequeña Hostia

Donde Jesús, mi Esposo, se oculta por amor

En este Hogar Divino voy a beber la vida

Y allí siempre me escucha mi Dulce Salvador

¡Oh! Que dichoso instante cuando, todo ternura,

Vienes, Amado mío, a transformarme en ti

Esta unión amorosa, embriaguez inefable

¡El Cielo es para mí!…

En LAS SACRISTANAS DEL CARMELO, noviembre de 1896, están estas dos estrofas:

Pero sentimos una santa envidia

de esa humilde labor de nuestras manos:

de cada pequeñita y blanca hostia

que velará a Jesús, Cordero manso.

 

Mas su divino amor nos ha elegido,

quiere ser nuestro Amigo y nuestro Esposo.

También somos nosotras hostias vivas

que quiere convertir en Sí, amoroso.

A MI ÁNGEL DE LA GUARDA, enero de 1897, tiene esta estrofa final:

Para ti del Rey de Reyes

Las Riquezas: reino y gloria.

El tesoro de la Cruz

Para mí, y la humilde Hostia.

Con la Cruz y con la Hostia

Y tu ayuda celestial

Espero en paz los eternos

Deleites del Más Allá.

En EL ABANDONO ES EL FRUTO DELICIOSO DEL AMOR, 31 de mayo 1897, en dos de las 18 estrofas canta:

¡Oh Rey mío tan amable!

Dulce Sol de toda vida

Así como yo, pequeña,

Veo tu Hostia divina.

 

En paz espero la gloria

De la Celeste mansión

Pues en el Copón encuentro

¡Dulce el Fruto del Amor!

De POR QUÉ TE AMO, OH MARÍA, de mayo de 1897, es esta estrofa:

Oh amadísima Madre, no obstante ser pequeña,

Como tú, yo poseo al Todopoderoso

Mas al verme tan débil no me asusto ni tiemblo

Puesto que es de los hijos el materno tesoro.

Y yo soy hija tuya, Madre mía querida,

¿Acaso no son míos tus virtudes, tu amor?

Jesús, tu Dulce Cordero ¡en ti reposar cree!

Cuando la blanca Hostia baja a mi corazón…

El 16 de julio de 1897, con la melodía de Il est à moi, se cantan los versos de esta estrofa:

Tú que conoces mi extremada pequeñez

¡No te desdeñas en abajarte hasta mí!

Ven a mi corazón, ¡oh, blanca hostia que amo!

¡Ven a mi corazón que él suspira por ti!

 

¡Ah! yo querría que tu bondad me dejara

Morir de amor después de este favor

¡Jesús! de mi ternura oye el grito

¡Ven a mi corazón! (10)

De una de sus obras dramáticas es este bocadillo:

Sor Teresa del Niño Jesús:

Diría que Dios se complace en escuchar los deseos de las almas sencillas e inocentes, y    aprovecharía la ocasión para fortalecer mi fe. Siento que no tengo el valor de hacer como San Luis, que no quiso ir a ver a Nuestro Señor que Se mostraba en la Hostia, pero tampoco quisiera hacer una petición que me parece indiscreta. (11)

En la obra de teatro LOS ÁNGELES EN EL PESEBRE DE JESÚS, de octubre de 1894, Teresita dramaturga vuelve a tocar el tema de la Eucaristía:

 

[ESCENA 4]

 

El ÁNGEL DE LA EUCARISTÍA se adelanta, llevando en las manos un cáliz coronado por una hostia resplandeciente. Canta, con la melodía <<Sur terre tout n’est pas rose>>.

1

Contemplad, ángel mi hermano,

a Jesús subiendo al cielo;

a esta tierra, en el altar

para adorarle, yo vengo.

Oculto en la Eucaristía

al Omnipotente veo,

al Dios de la vida… ¿niño?

¡Algo mucho más pequeño…!

Estribillo

 

Desde hoy, en el santuario

quiero fijar mi morada

y ofrecer a Dios el himno

de mi amor y mi plegaria.

 

2

Las gracias del Dios oculto

quiero cantar con mi lira,

con su belleza embriagarme

en un éxtasis de dicha.

¡Que no pueda en el sagrario

hacer de Dios mi comida,

dulce milagro de amor,

y unirme a él cada día!

 

Estribillo

 

Al menos, al alma santa

quiero prestarle mi amor,

¡para que sin miedo alguno

se acerque a su Salvador…!

 

EL ÁNGEL DE LA SANTA FAZ

 

Divino Jesús, este es el límite extremo de tu amor. Después de haber hecho visible a las débiles criaturas la Faz adorable, cuyo resplandor no pueden resistir los serafines, quieres ocultarla tras un velo más espeso todavía que el de la naturaleza humana… Pero, Jesús, yo veo brillar en la hostia el esplendor de tu rostro. (Se arrodilla ante la hostia). Tus encantadores hechizos no están ocultos para mí… Yo veo cómo tu mirada inefable penetra en las almas puras y las invita a recibirte… Como la paloma que se esconde en los huecos de la piedra, así tus esposas buscarán tu rostro. Veo cómo sus corazones se vuelven hacia ti y vienen a refugiarse junto al sagrario de tu amor.

[Y más adelante, hacia el final de la ESCENA 5 y última de la obra, exclama]

 

EL ÁNGEL DE LA EUCARISTÍA

 

¡Pan vivo bajado del cielo…! Racimo dorado que hará germinar a las vírgenes, dígnate hacerme oír a mí también el dulce sonido de tu voz, a mí que hasta el fin de los siglos te adoraré en el santuario. Verbo de Dios, a quien el amor redujo al silencio, los ministros de tus altares

deberían tocarte con la misma delicadeza que María cuando te envolvía en pañales… Pero, ¡ay!, demasiadas veces tu amor será ignorado y tus sacerdotes no serán dignos de su sublime carácter… Dios escondido, dime qué puedo hacer yo para consolarte…

 

En la obra de teatro JUANA DE ARCO CUMPLIENDO SU MISIÓN, 21 de enero de 1895, hay este diálogo:

Juana

Sí, Juan, tengo un deseo. Y si pudieras alcanzarme la gracia que anhelo, te estaría agradecida

por toda la eternidad. Antes de morir, quisiera recibir por última vez la sagrada comunión… Solo Jesús, escondido bajo el velo de la blanca hostia, puede darme fuerzas para afrontar la muerte… Cuando sienta su Corazón latiendo junto al mío, creo que el fuego de su amor me hará soportar valientemente las llamas de la hoguera…

Juan Massieu

Aunque temo recibir una negativa por respuesta, me voy inmediatamente a pedir esa gracia a Monseñor de Beauvais. Como te han declarado excomulgada, creo que no podrá permitirte recibir la comunión… Sin embargo, reza…, ¡que Dios puede hacer ese milagro en tu favor…!

(Algunas escenas más adelante)

Juan Massieu

Juana, ¡ha llegado la hora del sacrificio…! Pero antes de salir de la cárcel, tendrás el consuelo de recibir la sagrada Eucaristía: el obispo de Beauvais me ha dicho que no te niegue nada.

Juana

Te agradezco el que me hayas conseguido esta gracia inestimable. Con Jesús en el corazón, marcharé hacia la muerte sin temor. (Elevando los ojos al cielo) ¡Dios mío! Así pues, voy a recibirte en mi prisión, oculto bajo las apariencias de un poco de pan, y mi acción de gracias concluirá en el cielo, ¡donde te contemplaré en un eterno cara a cara!

En la obra de teatro EL DIVINO MENDIGO DE NAVIDAD, 25 de diciembre de 1895, hay una estrofa que se canta con la melodía de un villancico por:

Una pequeña hostia

 

Jesús, el Divino Infante,

para infundirte su vida,

cada día en Sí transforma

una hostia blanca y chica.

¡Quiere a ti cambiarte en Sí

con más amor todavía!

Tu corazón su tesoro

es, su gran gozo y su dicha.

¡Navidad santa!,

he bajado del cielo

para decir a tu alma enamorada:

<<A ti se abaja

el divino Cordero…,

¡quiere, tú, ser su hostia pura y blanca!

En la obra de teatro SAN ESTANISLAO DE KOSTKA, 8 de febrero de 1897, aparece el tema de la Eucaristía.

San Estanislao

[…] Al no encontrar ayuda en la tierra, me volví hacia el cielo. Yo tenía, desde la niñez, especial devoción a la virgen santa Bárbara; por eso, con el corazón lleno de confianza, le supliqué que no me dejase morir sin recibir el santo viático.

[…] Vi, pues, entrar en mi habitación a santa Bárbara, resplandeciente de gloria, acompañada por dos hermosos ángeles. En sus manos virginales sostenía la sagrada hostia, y tuve el consuelo de recibir por medio de ella al Dios de la Eucaristía, a mi amado Señor Jesús.

Hermano Agusti

¡Qué gran misterio: una santa que tiene en sus manos la divina Eucaristía…! ¿Por qué no habrán sido, más bien, los ángeles los que os dieron la sagrada comunión?

San Estanislao

Durante mi viaje a Roma, me dio la sagrada comunión un ángel, pero santa Bárbara no estaba allí. En el reino de los cielos, su gloria es mayor que la de los espíritus celestiales; a eso se debe que, delante de ellos, me haya ofrecido esta dulce virgen el pan de los ángeles; también puede ser que ella, en la tierra, haya deseado compartir las sublimes funciones de los sacerdotes, y que Dios haya querido colmar su deseo.

 

De las últimas conversaciones de Santa Teresita del Niño Jesús y la Santa Faz:

¡Qué orgullosa me sentía cuando hacía de hebdomadaria en el Oficio y decía en voz bien alta las oraciones en medio del Coro!; porque pensaba que el sacerdote decía las mismas oraciones en la Misa, y que yo tenía, como él, el derecho de orar en voz alta delante del Santísimo Sacramento, de dar las bendiciones, las absoluciones, de leer el Evangelio cuando era primera cantora. (12)

¡Oh, qué poco amado es Dios en la tierra!… incluso de los sacerdotes y religiosos… No, Dios no es muy amado… (13)

La Santísima Virgen no tiene una Santísima Virgen a quien amar; ella es menos dichosa que nosotros. (14)

[…] Veía allí a Jesús a punto de entregarse a mí […] Yo me sentía, como el publicano, una gran pecadora […] ¡Ah! casi me puse a llorar, y cuando la Sagrada Hostia tocó mis labios, sentí una gran emoción… (15)

Entre las oraciones y jaculatorias de Teresita, estas tres significativas:

Oración al Niño Jesús

¡Oh, Pequeño Niño! mi único Tesoro, me abandono a tus Divinos Caprichos, no quiero otra alegría que la de hacerte sonreír. Imprime en mí tus gracias y tus virtudes infantiles, a fin de que el día de mi nacimiento en el Cielo, los ángeles y los santos reconozcan en tu pequeña esposa a Teresa del Niño Jesús. (16)

A la Santa Faz

Yo soy el Jesús de Teresa

Oh, Faz Adorable de Jesús, única Hermosura que cautiva mi corazón, dígnate imprimir en mí tu Divina Semejanza, a fin de que no puedas mirar el alma de tu pequeña esposa sin contemplarte a Ti Mismo.

Oh, Amado mío, por tu amor acepto no ver aquí abajo la dulzura de tu Mirada y no sentir el inefable beso de tu Boca; pero te suplico que me abrases en tu amor, para que él me consuma rápidamente y haga comparecer pronto ante ti a: Teresa de la Santa Faz. (17)

Oración para obtener la Humildad

[fragmento]

Ahora os veo poner en la Hostia el colmo a vuestros anonadamientos. ¡Con qué humildad, oh divino Rey de Gloria, os sometéis a todos vuestros sacerdotes, sin hacer distinción alguna entre los que os aman y los que son, ¡ay!, tibios o fríos en vuestro servicio…A su llamada descendéis del cielo, pueden adelantar, retrasar la hora del Sto. Sacrificio, estáis siempre presto……

Oh, Amado mío, ¡qué dulce y humilde de corazón me parecéis bajo el velo de la blanca Hostia! Para enseñarme la humildad, no podéis abajaros más. (18)

De su epistolario, también, estos dos fragmentos:

¡Ay! cuántos malos sacerdotes, sacerdotes que no son lo santos que deberían… suframos por ellos, y en el último día Jesús se mostrará agradecido. ¡Nosotras le daremos almas!… (19)

Hermanita querida, comulga frecuentemente, muy frecuentemente… He ahí el único remedio, si quieres curarte. (20)

En el escudo de armas de la << pequeña esposa >> aparecen los dos títulos de nobleza: Teresa del Niño Jesús, de la Santa Faz; pero faltaría uno más: del Santísimo Sacramento custodia viva.

De sus últimas conversaciones y dichos, éste que expresa la sagrada empatía entre Teresita y María, la Madre del Verbo Divino y la custodia viva del Santísimo Sacramento:

Después de haber mirado largo rato la estatua de la Santísima Virgen:

¿Quién hubiera podido inventar a la Santísima Virgen? (21)

 

Orlando J. Coré Fernández, 4 de mayo de 2025.

Otro artículo del escritor.

 

 

(1)  Son las últimas líneas que traza aquí abajo Teresa de Lisieux el 8 de septiembre de 1897.

(2)  Manuscrito “A” HISTORIA DE UN ALMA, 140.

(3)  Ídem, 141.

(4)  Ídem, 195.

(5)  EPISTOLARIO, 29. A Celina. En el Carmelo, 19 Octubre 1892.

(6)  Versos de las estrofas finales de EL ROCÍO DIVINO O LA LECHE VIRGINAL DE MARÍA. 2 de febrero 1896.

(7)  Versos de MI CANTO DE HOY. 1 de junio 1894.

(8)  Versos de VIVIR DE AMOR. 26 de febrero de 1895.

(9)  Estrofas de JESÚS, AMADO MÍO, ACUÉRDATE. 21 de octubre 1895.

(10) Serán los últimos versos que escribirá en esta tierra TÚ QUE CONOCES MI

EXTREMADA PEQUEÑEZ. Compuestos el 12 de julio de 1897.

(11) EL TRIUNFO DE LA HUMILDAD. Obra de teatro en la que Teresita parecería estar

rompiendo la llamada “cuarta pared” que separa la realidad de la representación y en

la que ella misma aparece como personaje. La dramaturga que es Teresita, para evadir

el panfleto, pone en boca de LUCIFER: “…mi poder ya retiene prisionero al sucesor

de Pedro…” Es decir: a León XIII, quien, el 15 de mayo de 1891, publicó la primera

encíclica social de la Iglesia católica RERUM NOVARUM y consiguientemente

-como ha pasado con Francisco I y probablemente pueda pasar con León XIV- fue

atacado desde dentro y desde fuera de la Iglesia católica. EL TRIUNFO… con fecha

de 21 de junio de 1896, en su versión original incluía otro personaje supuestamente

real, Diana Vaughan.

(12) ÚLTIMOS DICHOS DE TERESA A LA MADRE INÉS. 6 de agosto. Número 6.

(13) Ídem. 7 de agosto. Número 2.

(14) Ídem. 11 de agosto. Número 4.

(15) Ídem. 12 de agosto. Número 3.

(16) Oración al Niño Jesús. Verano de 1896.

(17) Oración a la Santa Faz. Verano de 1896.

(18) Oración para obtener la Humildad. 16 de julio de 1897.

(19) EPISTOLARIO, 24. A Celina. Carmelo 14 Julio 89.

(20) EPISTOLARIO, 23. A María Guérin. Jueves 30 Mayo 89.

(21) ÚLTIMAS CONVERSACIONES. 31 agosto. Número 10.

 

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