Por Ulises F. Prieto
Hay una frase española que dice “el miedo es libre”. El mero hecho de que exista la frase es una muestra de que no es cierta. Si fuera tan libre no habría que reivindicarlo. El miedo únicamente es libre cuando la persona que lo siente lo es auténticamente. En las sociedades totalitarias tener miedo es una amenaza a la propaganda sobre la que se basa el poder, y sólo las personas muy valientes se atreven a mostrarlo. “Tengo miedo” fue la respuesta explícita con la que el escritor cubano Virgilio Piñera se enfrentó a aquellas infames palabras que espetó Fidel Castro a los intelectuales: “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada”. ¿Quién se atreve a tener miedo en el paraíso de la bondad absoluta?
En el tiempo que me tocó ser joven ya el Castrismo era viejo y no había entusiasmo por él. Mis amigos de entonces se burlaban de aquella frase intimidatoria que ya era historia “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución, nada”. Sabíamos que la revolución no justificaba la falta de libertad, ni la censura. Ya le llamábamos censura. Lo peligroso para la revolución no era un peligro propio, era el peligro de ellos. Aquella censura hacía mucho tiempo se había convertido en el capricho de un tirano. Eran ellos los que debían sentir vergüenza. Si te expulsaban de la Universidad, si te quedabas sin trabajo, sabías que estabas del lado correcto. Ellos habían cometido una arbitrariedad. Sin embargo, en los tiempos de Virgilio Piñera el ostracismo era merecido, y tú debías estar de acuerdo. Tú serías tu propio censor. Así era el consenso.
Alguna vez escuché que lo grave de las cacerías de brujas que ocurrieron en el norte y centro Europa, no fue que mataran muchas brujas, sino que no mataron a ninguna. Hoy creemos que no existen las brujas, por tanto perseguirlas sería absurdo, y condenar a alguna mujer por ser bruja, una crueldad injusta. Sin embargo, si creyéramos que las brujas existen y supiéramos que ellas son las enviadas del Mal para destruir la obra de Dios, llenar al Mundo de enfermedades, guerras, hambre, crear desavenencias entre amigos y hermanos, estaría bien justificada la cacería de brujas y su exterminio. Pero hoy no creemos en las brujas y tampoco en la revolución. Creemos en otras cosas.
Hemos escuchado como el señor Dorsey pretende eliminar las cuentas de muchos seguidores del derrocado Presidente Trump, o como la señora de Obama (lamento no saber su apellido de soltera) pidió la censura en todas las redes sociales del entonces Presidente. Obviamente esas redes sociales le hicieron caso, y los medios tradicionales de comunicación publicaron sin escrúpulos aquel llamado a la censura. Leímos que el antiguo jefe de la CIA, el señor Brennan, fantaseaba con que los seguidores de Trump se humillaran, si querían ser reaceptados en la sociedad. Ignoro qué imagen tenía en su cabeza mientras hablaba. Intuyo que se trataba de legiones de miembros del Partido Republicano arrodillados ante él. Llenaron la Capital de militares, y levantaron fronteras de cercas altísimas entre el Gobierno y el Pueblo. Vimos como en todas las televisiones cortaban los discursos del entonces Presidente Trump, como las redes sociales perseguían los mensajes que denunciaban el fraude, como ridiculizaban a los abogados de Trump, incluyendo al querido exalcalde de New York, Rudy Giuliani. En las televisiones y en las redes sociales vejaban con mofas a los testigos que daban sus testimonios, y en las sesiones de los parlamentos algunos parlamentarios se atrevían a amenazar dichos testigos. A los primeros concejales que se negaron a certificar el fraude se les convenció a retractarse de su decisión, mencionándoles las escuelas donde sus hijos asistían. Y todo a la vista. Todo es comprensible y aceptable porque según ellos hay un peligro. Ellos dicen que hay un peligro a la Democracia.
La muestra del peligro- dicen- es el así llamado ataque al Capitolio. Un ataque de polichinela. Todo resulta muy sobreactuado. Estos años han sido de incendios a negocios, a casas particulares, ataques a policías y a civiles, donde han resultados algunos muertos. Todos esos hechos cometidos por parte de la izquierda han sido minimizados por la actual Administración. Incluso el actual Presidente dijo que las organizaciones que cometían los desmanes eran meras ideas. Sin embargo, aquel esperpento del Capitolio justifica la censura y militarizar la Capital. Esa irracionalidad la conocemos. Sabemos a dónde conduce. No pretendo compararme con Virgilio Piñera. No tengo su talento, pero sí comparto algo con él: “Tengo miedo”.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor. Jefe de Redacción de ZoePost.
Mágnifico. Bravo Ulises Fidalgo!
¡Excelente columna!
Gran trabajo.
Muchas gracias. Ojalá no sea cierto eso de que estamos en un estado irreversible hacia el totalitarismo. Es verdad que nada es irreversible, pero por favor, que se de la vuelta en nuestra generación
Pingback: Tengo miedo – – Zoé Valdés
Ojala si podemos revertir todo lo que es totalitarismo en el Continente Americano. La unica respuesta radica en 2 Cronicas 7-14 en leerlo, interpretarlo, y actuar
Muy bueno, 👏🏻👏🏻
Muchas gracias, María. Un abrazo