Por Carlos M. Estefanía.
A primera vista, Suecia parece ser un país bendecido, no solo por su naturaleza sino también por el funcionamiento de sus servicios sociales, la eficiencia de su orden público y la amabilidad generalizada de sus funcionarios estatales. Además, destaca por la importante inversión nacional destinada a proteger a los menos favorecidos. Esta imagen sincrónica, sin embargo, no captura los problemas subyacentes, como los alarmantes índices de suicidio, alcoholismo, enfermedades mentales y el reciente aumento de la criminalidad. Estos males son indicativos de una realidad más compleja y sombría.
La historia de Suecia revela un país que ha pasado por períodos de grandeza y dificultad. La llamada Época de la Gran Potencia, que se extiende desde el siglo XVI hasta el XVIII, se caracterizó por la consolidación y el mantenimiento del poder sueco en Europa. Este período, que algunos historiadores dividen en subperíodos como la Época de los Últimos Vasallos y la Era Carolingia, vio a Suecia envuelta en conflictos internacionales, como la Guerra de los Treinta Años, donde su intervención, respaldada por aliados como Francia, fue crucial para debilitar al Sacro Imperio Romano Germánico y eventualmente conducir a la Paz de Westfalia en 1648.
Sin embargo, la grandeza sueca también estuvo marcada por la dependencia de subsidios extranjeros, especialmente de Francia, lo que plantea interrogantes sobre su autonomía y soberanía. Esta relación, aunque algunos la ven como una cooperación mutua, puede interpretarse como una instrumentalización de los intereses suecos en favor de Francia.
El fin de la Época de la Gran Potencia coincidió con un tratado de paz con Rusia en 1721 y una serie de desafíos económicos y militares que llevaron al declive del poder sueco en Europa. La derrota en la Gran Guerra del Norte, liderada por Rusia, marcó el fin de una era de esplendor y poder para Suecia, que tiene lugar durante el reinado de Gustaf III, en particular a partir de su autogolpe de Estado en 1772. Con esta acción se consolidó el poder absoluto del monarca y transformó el sistema político sueco, siguiendo los intereses franceses.
Durante el período que abarcó desde finales del siglo XVIII hasta principios del XIX, Suecia experimentó cambios políticos significativos y alternancias de poder dentro de la casa real. Estos cambios estuvieron marcados por intrigas, conflictos bélicos y reformas políticas internas. Dos figuras centrales durante este período fueron Gustaf IV Adolfo y Karl XIII. El establecimiento del despotismo “ilustrado” en Suecia por Gustaf III, fue el resultado de una acción financiada, preparada y apoyada por Francia en un intento de frenar los cambios políticos en Suecia que afectaban los intereses franceses.
Cono lo que no se contaba en aquel momento era con la llegada de la Revolución Francesa. Aquella comenzó en 1789 y generó diferentes reacciones en el país escandinavo que nos interesa. Al principio, hubo simpatía por las ideas democráticas y filosóficas que la inspiraron, pero los excesos y la violencia del período del terror cambiaron estas percepciones. El rey Gustaf III, no solo intentó salvar a la familia real francesa, sino incluso coordinar, sin éxito, la creación de una coalición internacional que aplastara la aquella revolución. No es de extrañar que el rey sueco pronto muriera a consecuencia de un atentado, organizado, según algunos creen, por la masonería.
Hay que decir que, por entonces, el hermano del Gustaf III; futuro rey Karl XIII era conocido principalmente como un devoto francmasón. La masonería moderna había llegado a Suecia en 1735, cuando el conde y coronel Axel Wrede-Sparre, quien se había convertido en masón en París, celebró la primera reunión de logia. Para mediados del siglo XVIII, la masonería en el país había adquirido una estructura sólida, y se introdujo un sistema de grados. En 1760 se estableció una gran logia para todo el país. Se desarrolló un marco normativo sueco bajo la dirección del duque Karl. El mismo creó una nueva orden en 1767, de la cual fue gran maestre, estableciendo así un vínculo adicional masónico con su hermano Gustaf III, designado como “Protector de la Orden”. Sin embargo, la relación entre los hermanos se deterioró con el tiempo, especialmente cuando Karl se vio influenciado por opositores al Rey provenientes de la nobleza, como el también destacado masón Gusta Adolf Reuterholm. En 1782, Reuterholm recibió el más alto grado masónico. En cuanto a su actividad dentro del parlamento del reino, 1786 y 1789, está claro que se alineó con los sectores críticos del rey Gustaf III. Esta oposición lleva a Reuterholm a exiliarse semi voluntariamente. Así nos lo encontraremos nada más y nada menos que en París en 1789.
En principio, Reuterholm, como tantos otros masones, era un crítico de la autocracia real y se sentía atraído por las ideas sobre la libertad elaboradas por la Ilustración. Esto cambió después de ser testigo, en plena Revolución Francesa, del destino de la familia real Borbónica y de cómo una multitud enfurecida llevaba las cabezas de los guardias reales en un asador. Sin embargo, este cambio interior no lo libró, tras su regreso a Suecia, de ser acusado de jacobino por Gustaf III, así que. Reuterholm tuvo que abandonar una vez más Suecia, permaneciendo en el extranjero hasta después de la muerte del rey como consecuencia de las heridas que recibió durante el baile de máscaras en la Ópera el 16 de marzo.
Tras el atentado contra Gustaf III en 1792, Karl XIII actuó rápidamente como líder del gobierno y regente de su sobrino Gustaf IV Adolfo, reclutando nuevos consejeros y alejando a los viejos “gustavianos” del poder, es decir, a los nobles y funcionarios afines a las políticas nacional e internacional del difunto Gustaf III. Sin embargo, su liderazgo político fue limitado y delegó gran parte de su autoridad en Reuterholm, quien se convirtió de hecho en el verdadero regente de Suecia hasta la mayoría de edad de Gustaf IV Adolfo en 1796.
Como el príncipe heredero Gustaf (IV) Adolfo solo tenía 13 años cuando murió su padre, se nombró un gobierno de regencia dirigido por su tío, el duque Karl, para gobernar el país hasta que el chico cumpliera los 18 años. El asesinato de Gustaf III sacudió a Suecia, y los rumores sobre la posible participación de su hermano, Karl, en la conspiración surgieron de inmediato, y persistieron. Entre otras cosas, se señaló que el duque había interrumpido la investigación policial y que varios de los conspiradores eran masones como él.
A esto hay que sumarle que Karl ignoró varios puntos del testamento de su hermano, como la separación del poder de ciertos funcionarios. En cambio, llamó de vuelta a Suecia al opositor al difunto Gustaf, Reuterholm, designándosele presidente de la Oficina de Auditoría de la Cámara, una agencia que controlaba la auditoría de las agencias gubernamentales. Reuterholm, detentando el poder real, comenzó a ejecutar silenciosamente su propia “revolución”. En lo interno se sintió obligado a vigilar a la población, lo que llevó a la expansión de la red policial de Gustaf III. Bajo este imperio policial, en principio habría un espía en cada barrio, lo que indica que no todos los métodos revolucionarios habían sido desechados por Reuterholm. Así, bajo su mandato, los vecinos se espiaban unos a otros y los sirvientes vigilaban a sus empleadores. De igual modo, las autoridades se permitían revisar la correspondencia de los súbditos del reino escandinavo. Como parte de esta “revolución” fueron despedidos los “gustavianos” más destacados de la administración. Esto afectó, por ejemplo, a uno de los favoritos de Gustaf III, el destacado estadista y militar sueco Gustaf Maruritz Armfelt, un ferviente partidario de Gustaf III de Suecia, quien había jugado un papel significativo en el golpe de Estado que permitió a Gustaf III tomar el poder absoluto en 1772. Considerado Armfelt como un elemento peligroso fue enviado a Italia. En 1793, Armfelt establece desde su exilio correspondencia con varios conspiradores en Estocolmo.
Volviendo al regicidio de Gusta III, de más está decir que el acto contribuyó un cambio en la actitud hacia la Revolución Francesa por parte de los sectores suecos que antes se habían fascinado con ella.
Del servicio a la enemistad
En el convulso escenario de las guerras napoleónicas, Suecia emergió como un actor clave con una transformación geopolítica significativa. Pasó de ser considerada una potencia “mercenaria” de la Francia Borbónica a convertirse en un país neutral y luego en una feroz opositora de los planes de Napoleón Bonaparte para expandir su imperio. Este cambio radical redefinió las alianzas y estrategias militares en la lucha contra el Imperio fundado por Napoleón.
El actor principal de esta nueva dinámica resultó ser, paradójicamente, un francés; Jean-Baptiste Bernadotte, el mariscal bonapartista elegido heredero al trono sueco en 1810, y que recibirá la corona definitivamente en 1818 como Karl Juan XIV Bernadotte.
La influencia de Inglaterra
Cuando los suecos eligieron al mariscal francés Jean Baptiste Bernadotte como príncipe heredero en 1810, las expectativas de Francia eran que el nuevo régimen sueco declarara la guerra a Gran Bretaña. Sin embargo, los sectores pro-británicos del país lograron que el conflicto se convirtiera en un mero simulacro. Incluso el gobierno sueco permitió que la marina británica tomara el control de Hanö, convirtiendo la isla en una base naval y de contrabando en favor de Inglaterra.
La idea inicial de traer a un Mariscal francés para gobernar Suecia, era la de fortalecer la alianza con Francia, con el fin de que esta ayudara a recuperar Finlandia, por entonces en manos rusas. Sin embargo, lo que terminó haciendo aquel hijo de la revolución, una vez detentado el poder práctico en su condición de heredero al trono, fue todo lo contrario: estableció la paz con Inglaterra, se alió con Rusia, le arrebató Noruega a Dinamarca, aliada de Francia, y terminó declarándole la guerra a su propia patria en 1813, cuando Suecia se unió a la Sexta Coalición, una alianza formada para poner fin al dominio napoleónico en Europa. Este giro sería inimaginable sin el rol jugado en Suecia por el experimentado diplomático británico Edward Thornton.
En 1800, Edward Thornton había fungido como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario británico ante los Estados Unidos, sirviendo hasta 1804. Luego ocupó varios puestos diplomáticos en Hamburgo y las Ciudades Hanseáticas antes de ser asignado a Suecia como Ministro Plenipotenciario en diciembre de 1807. Su objetivo principal era forjar una alianza contra Napoleón, fundamentos que parecía haber comenzado a establecer antes de su retorno a Inglaterra en noviembre de 1808. Thornton continuó la tarea tras su vuelta a Suecia en octubre de 1811, donde permanecería hasta 1817 en una misión especial a bordo del HMS Victory. Durante este tiempo, negoció con éxito tratados de alianza con Suecia y Rusia, conocidos como el Tratado de Örebro. Esto marcó el primer paso en la creación de una alianza de estados del norte de Europa contra Napoleón. Así se vio a Thornton junto al Príncipe Real de Suecia (Jean Baptiste Bernadotte) cuando los aliados entraron en París en 1815. Esta “foto de familia” no debe ser casual. La influencia de Inglaterra en este cambio de alianzas fue innegable, especialmente su apoyo en recursos financieros y militares que permitieron a Suecia fortalecer su posición y desempeñar un papel más significativo en la lucha contra Napoleón. Esto obedeció entre otros factores a la profunda comprensión de los entresijos del sistema militar francés y la visión estratégica, que tenía el antiguo Mariscal lo que convirtió a Suecia en una enemiga peligrosa de su antigua nación empleadora de tantos años, marcando un punto de inflexión en las guerras napoleónicas.
Conclusiones
En cuanto a la relación entre Suecia y Francia durante el período que hemos analizado, la dependencia de la primera con respecto a de los subsidios de la otra plantea interrogantes sobre la autonomía y el papel de Suecia en Europa. Algunos ven esta relación como una conveniencia mutua, mientras que otros cuestionan la integridad y la soberanía suecas frente a los intereses extranjeros. En última instancia, la influencia del dinero y los intereses políticos parece haber sido un factor determinante en las relaciones entre ambos países durante el período que hemos analizado. Es verdad que en poco tiempo se cambiarán las tornas, pero el dinero seguirá llegando de otras fuentes, las anglosajonas. Y será con el tiempo que el imperio británico, a costa del desbancamiento de sus rivales, se irá convirtiendo en el poder hegemónico de Europa, colocando a su servicio muchas de las mismas naciones que alguna vez habían estado bajo la influencia francesa. La incorporación de Suecia a la OTAN es la muestra más reciente de ello y de que el país podría volver en cualquier momento a los viejos tiempos, es decir, a los de la involucración en conflagraciones que no tenían por qué ser suyas.
El fenómeno está lejos de ser exclusivo o cosa del pasado. En nuestros tiempos, observamos este paradigma en acción cuando ciertas naciones, a cambio de beneficios económicos, emplean a sus ciudadanos como guardias fronterizos (véase el caso de México con respecto a Estados Unidos y Marruecos con relación a España) o los comprometen como fuerza militar al servicio de una potencia extranjera. Por ejemplo, los países del Golfo Pérsico se alían con Estados Unidos para contrarrestar la influencia iraní en la región.
Así mismo tenemos la relación de Israel con Estados Unidos e Inglaterra con la que se busca mantener la influencia de estas potencias en la zona. El problema está en su precio: se trata de la vida de miles y miles de soldados israelíes, a los que sacrifica con el argumento de defender un estado que en teoría resulta la única protección contra de pogromos y campos de concentración europeos, pare que no se encontró mejor sitio para levantarlo que un avispero musulmán, “protegido” antiguamente por Inglaterra.
Y hablando de musulmanes tenemos el ejemplo de Los Emiratos Árabes Unidos que intervienen en Yemen para contrarrestar la influencia iraní. Mientras que Rusia se involucra en Siria como parte de sus esfuerzos por asegurar su influencia en el Medio Oriente. La cosa no es menor en el Pacifico, allí está Filipinas en su estrecha relación con sus antiguos ocupantes de Estados Unidos, dispuesta a servir a los intereses estadounidenses caso de una disputa armada en el Mar de China Meridional. Esto expondría a Filipinas que la expone a convertirse en el primer campo de batalla en favor de Estados Unidos y repetir su tragedia de la Segunda Guerra Mundial cuando fue invadida por Japón.
En cuanto a Corea del Norte, su relación con China continental también ilustra esta dinámica, que la llevaría a hacer frente común con su hermana mayor en una virtual guerra contra Estados Unidos o Jamón, sin que importe el abandono por China continental del viejo modelo de economía centralizada con la que hoy se empobrece a los norcoreanos en su férrea “adhesión” a la idea Suche mientras que frente a ella se levanta mucho mejor alimentada la Corea del sur, comprometida hasta la medusa con los norteamericanos.
Estos casos demuestran lo poco que importan el honor, las diferencias religiosas o la soberanía de las naciones a la hora de subordinarse en el a quienes en el ámbito militar actúan como sus verdaderos amos.
Fuentes:
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/kungar-drottningar/gustav-vasa#Maktskifte-i-ostersjon-tyskar-finansierade-upproret-mot-Danmark
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/stormaktstiden/stormaktstidens-sverige-helt-beroende-av-bidrag
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/1700-talet/frihetstiden-hattar-och-mossor-i-hard-kamp
- Gustavianska tidens Sverige | Det långa 1800-talet | Historia | SO-rummet
- https://popularhistoria.se/krig/svenska-krig/finska-krigets-upplosning-1809
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/1700-talet/gustaf-adolf-reuterholm
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/kungar-drottningar/gustav-iii-s-statskupp
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/1700-talet/med-konst-och-vila-som-tackmantel
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/1700-talet/anjalaforbundet-myteriet-mot-gustav-iii
- Axel von Fersen – Wikipedia
- Stormaktstiden – Wikipedia
- Sir Edward Thornton (1766-1852) | The National Archives
- https://www.ecured.cu/Cristian_II_de_Dinamarca
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/storbritannien-och-sverige
- https://popularhistoria.se/sveriges-historia/1700-talet/frihetstiden-hattar-och-mossor-i-hard-kamp
https://popularhistoria.se/sveriges-historia/kungar-drottningar/karl-august-en-bortglomd
Carlos M. Estefanía. Disidente cubano radicado en Suecia.