Por Zoé Valdés.
En el departamento de los Yvelines donde hace poco decapitaron en plena calle al profesor Samuel Paty recién degollaron a una policía en la Prefectura donde trabajaba. Su nombre Stéphanie M. El nombre del terrorista islamista no ha sido develado. Ocultar la identidad del asesino cuando de un ataque con toda evidencia islamo-terrorista se trata resulta ya modus operandi habitual entre los cobardes que nos gobiernan.
La tragedia consiste que Stéphanie M. fue degollada, masacrada por un hombre que gritó mientras cometía el crimen: Allahu Akbar!. Madre de dos adolescentes, uno de 13 y otro que apenas cumplió 18, Stéphanie M. era una trabajadora y una madre entregada a su trabajo y a su familia. Muchas personas se preguntan por qué razón las feministas no han salido todavía a protestar en contra de este acto de extrema violencia en contra de una trabajadora, de una madre, de una mujer.
¿Será que no lo han hecho porque se trata de una policía y el odio injustificado contra la policía en general ya es notorio? ¿Será porque, como el asesinato lo cometió un islamista es preferible quedarse callado ya que ante esta definición de islamista todo está permitido? De hecho, ya una teniente adjunta de la alcaldía de Montpellier comparó el atentado con los inmigrantes naufragados en las pateras, se trata de una señora que debiera al menos solidarizarse con la víctima no sea más que por el mero carácter de ser mujer, puesto que por ahí a veces andan las cosas. Por otro lado, el líder comunista Jean-Luc Mélenchon se refirió al acto terrorista como un “simple crimen repugnante”, evitando de tal modo relacionarlo con el islamismo dada la alianza que esta mal interpretada religión y el social-comunismo han hecho en los últimos tiempos.
Los ciudadanos del mundo libre viven amedrentados frente a una pandemia, la que al parecer será eterna, provocada por el PCCH y frente a los ataques islamoterroristas, cuyos criminales actúan cada vez más protegidos por los políticos y por los militantes de una sociedad reducida a estereotipos guardados convenientemente en engavetamientos sociales: racismo, machismo, izquierdismo, comunismo, fascismo… De esas gavetas sólo salen o se abren cuando les conviene a unos cuantos, los de la izquierda, y les aviva lo políticamente correcto que los mantiene cerca de una moral inatacable.
No hay coraje para denunciar a gritos en las calles el machismo comunista, el islamismo machista, el terrorismo islamista. Nunca veremos a las encueruzas de FEMEN mostrando los pechos dentro de una mezquita.
Personalmente siento mucha pena por Stéphanie M, por sus hijos, por su familia, por sus compañeros de trabajo, por lo que condeno firmemente este crimen; pero siento todavía más ira ante una sociedad cobarde, sumisa y de rodillas.
Zoé Valdés es escritora y artista. Fundadora y Directora General de ZoePost y de Libertad de Prensa Found. Corp.
Eso , cobardes, sumisos y de rodillas
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