Medias

Sobre el final y el legado de “Amar”

Por Carlos M. Estefanía.

Fin de una larga y dulce condena

Después de 19 temporadas y 2829 capítulos, la icónica serie «Amar es para Siempre» ha llegado a su fin esta semana. Lasaga, que comenzó como «Amar en Tiempos Revueltos» en Televisión Española y continuó en el canal español Antena 3 con su nuevo tema, nos ha transportado, no importa donde estemos, a un sitio imaginario y a su vez encantador de Madrid, a la Plaza de los Frutos, desde lo que primero era una rústica taberna y luego se transformó, acto terrorista mediante, en una moderna cafetería: El Asturiano.

Por supuesto, con el fin de «Amar es para Siempre», es inevitable reflexionar sobre su relación con su predecesora. Ambas series forman parte de un fascinante viaje a través del tiempo y las generaciones, marcado tanto por la continuidad como por las rupturas. Desde los emblemáticos personajes que han transitado de una serie a otra hasta la introducción de nuevos personajes y tramas, la saga «Amar» ha evolucionado con el tiempo, manteniendo su esencia, pero adaptándose a las demandas de la audiencia y las tendencias televisivas.

Cambios de Época

Amar en Tiempos Revueltos se desarrolla entre 1936 y 1957, mientras que Amar es para siempre abarca desde 1936 hasta 1982. Por lo tanto, la segunda serie amplía su marco temporal y aborda eventos históricos adicionales. Lo más curioso es que al cambio de plataforma, de una pública a una privada no significó el menor cambio ideológico en el contenido de la serie.

Amar es para siempre introduce nuevos personajes y tramas que no estaban presentes en Amar en Tiempos Revueltos. Estos personajes se entrelazan con los ya conocidos, creando una rica red de historias.

En mi caso, no sé en el del lector, acaba de cesar, por causas de fuerza mayor, un embrujo de casi dos décadas. Es el fin no deseado de un encanto iniciado desde aquel primer episodio emitido por la Televisión pública española el 26 de septiembre de 2005.

Desde entonces, personajes como el un tanto retardado y por ello simpático Marcelino, su cálida esposa Manolita y su culterano y “tabernícola” padre Pelayo (a veces sobreactuado, a pesar de ser encarnado por un actor veterano, pero siempre perdonable) han sido pilares fundamentales de esta historia que, con extensiones y programaciones variadas, a veces desesperadamente interrumpida, por una competencia ciclística, una Olimpiada china o sabrá Dios que  festividad, pero siempre encandenantes ante el televisor. Una familia inventada que ya es parte de la memoria colectiva, no solo de España, sino de los televidentes hispanohablantes que han seguido la serie desde cualquier parte del mundo, gracias primero a la magia de la televisión por cable y luego del internet.

El último episodio de «Amar es para Siempre» no ha dejado de ser emotivo sin que pueda yo decir que estuvo a la altura de lo grandioso como obra televisiva que ha representado toda la serie. Aun así, nos hizo el regalo de recordarnos momentos y personajes icónicos de este prolongado espacio televisivo. Aunque fue de de extrañar en el recorrido de actores y personajes que se hace, los que pertenecieron a la telenovela que dio origen a todo: «Amar en Tiempos Revueltos. Fue como si en esa historia de que al morir uno recorre toda su vida, se saltase dos entapas tan importantes como es la infantil y la juvenil.

Es cierto que se le rinde a esas etapas un mínimo homenaje cuando nos dan la noticia de la adaptación a la televisión de una novela de Leonor, la hija de Marcelino y Manolita, dedicada a contar la familia y luego terminado el programacon toda la familia del Asturiano viendo lo que parece ser, por el cartel de inicio de televisión aquel apertura habitual de“Amar en tiempos revueltos”, pero sin la canción originaria, aquella suerte de bolero con momentos de cante hondo que, desde mi punto de vista, y sin desmerecer las bellezas de las piezas que le sucedieron, nunca fue superada. Me refiero a la que se titulaba precisamente «Amar en Tiempos Revueltos”interpretada de manera inigualable por Mónica Molina, La pieza funcionó como tema de apertura de la 1ª temporada y de la primera fase de la 2ª.

Con una lealtad digna de mejor causa, he seguido desde sus inicios la saga de «Amar», he hecho con ella lo que nunca, amarrarme de por vida a un programa televisivo. Solo ha sido igualada en tal atractivo otra serie también larga y recién terminada: “Cuéntame cómo pasó”. Aunque en Cuéntamehube de distanciarme un tiempo, un tanto incómodo por el modo en que los guionistas, sin mayores justificaciones, daban un estiletazo a la Familia Alcántara, introduciendo en ella la cuña de la separación, ese divorcio, tan recurrido como solución a todos los males del hogar en las ficciones españolas. Pero reconozco que me fui reconciliando con la serie en la medida en que los protagonistas hacían otro tanto con ellos mismos.

Tanto Cuéntame, que se inicia con los años sesenta, bajo puro régimen franquista, como en “Amar”, que comenzó con la llegada del frente popular al poder en la segunda república, he estado tomando nota del modo en que se nos cuenta televisivamente los acontecimientos históricos de la Españamás reciente, un país cuya historia, por más que se nos presente manipulada siempre nos toca y resulta interesante.

Ideología

En el caso de las dos series anteriores los acontecimientos sociales que acompañan el devenir de las respetivas familias, si bien con matices creíbles, o verídicos, ha solido serpresentados según los códigos establecidos por el régimen del borbónismo social liberal, establecido tras la famosa “transición a la democracia”.

Sin embargo, lejos de indignarme por lo que a veces se manifestó como burda manipulación del televidente, he preferido practicar en tales casos el ejercicio de comparar este tratamiento mediático, un tanto sutil como el brutal que hace la televisión cubana con sus historias, ha sido interesante. Estudio aparte, no puedo negar que me he identificado con sus personajes, reconociendo situaciones psicológicas, sentimientos y pasiones en mí mismo. Incluso he sentido ganas de tomarme un cafelito o un chato, una copa de vino, cuando Manolita ofrecía tales bebidas a sus invitados. A través de la saga «Amar», he visto o reconocido una parte de la historia española que me ha interesado, aunque desde una perspectiva ideologizada.

Algunos personajes icónicos han transitado de una serie a otra. Por ejemplo, Marcelino, Manolita y Pelayo, la familia que regenta el bar El Asturiano, han estado presentes desde el primer capítulo de “Amar en Tiempos Revueltos” hasta el último episodio de “Amar” es para siempre. Su continuidad a lo largo de las décadas ha sido un hilo conductor importante. Y será difícil desprender a los actores que los encarnaron de estos roles, aceptarlos en otros papeles sin seguir asociándolos al que interpretaron tantos años ante nuestros ojos.

La familia

Ambas series exploran las vidas de varias familias a lo largo de los años, siguiendo los cambios políticos y sociales en España. Los personajes y sus relaciones evolucionan a medida que avanzan las temporadas. Y realmente se disfruta viendo los cambios y las maneras en que aquellos maduras y envejecen aun cuando nos viene pasando prácticamente lo mismo.

No por la obnubilación de lo dramático y bien escrito del relato he sido inconsciente del mensaje ideológico que se ha transmitido desde el primer momento. Envuelta en situaciones creíbles y actitudes compatibles con cualquier valor moral, la serie ha utilizado todas sus virtudes para llevar consigo la misión de atacar a la familia tradicional. Aunque el eje haya sido una familia bastante conservadora, como la familia Gómez-Zanabria, una familia de izquierdas, si bien pequeño burguesa que regenta una taberna, y llegará a tener otros negocios aún más importantes, a lo largo de su existencia, además de que sus miembros se empleen fuera de los negocios familiares en una suerte de presunta liberación trabajando para otros.

En general se trata de una familia tradicional modelo, cargada de hijos, amor y respeto entre sus miembros, es decir de lo que ya menos hay, quizás eso explique la añoranza que con ella o por ella siente el televidente.

Muy diferentes por lo general son aquellas otras familias quevienen viven y se mudan de la misma Plaza de los frutos en cada temporada. Se trata de familias que siempre aparecen de primer momento ejemplares y sin macula, pero que indefectiblemente las van retorciendo ante el espectador hasta finalizar en tragedias.

Con ellas se exaltan los antivalores de la época hasta el abuso, una y otra vez se repite la historia de una figura paternal negativa, el homenaje al adulterio y la exaltación de la relación homosexual, salvo que se tratara de un homosexual negado a salir del clóset los que sin salen más parados.

También repetida, aunque en menor medida es la historia de una persona que tiene relaciones con dos seres cercanos dentro de una familia, puede ser con una madre y su hija, o más a menudo con dos hermanos. Lo interesante es que en casos de que este tipo de trío funcione de manera heterosexual ha habido más reservas y comentarios negativos por parte de los personajes no involucrados, que aquellos cuando la relación con un hermano y con su hermana se diera sobre la base de la bisexualidad de una de las partes del triángulo.

Tratamiento del comunismo

Si vamos a la política, salvo alguna referencia rápida a los “paseos” dador por las Checas, a sus enemigos durante la Republica, por lo general se presentan a los antifranquistas como buenos ¿Y qué decir de la constante alabanza a los comunistas de España?, estos son, según la narrativa de los realizadores, los grades luchadores por la democracia, auncuando Pelayo, tras cruzar y volver del Telón de Acero, reconozca que las cosas no son tan buenas como las pintan lospropagandistas del socialismo real. Esta posición no es exclusiva de los realizadores televisivos.

Hace poco la cantante Ana Belén, provocada por Jordi Evoleen una entrevista, afirmaba que los comunistas no le habían hecho nada malo a los españoles. Es el resultado típico de como series de este tipo, que premia con tales homenajes, no tanto la radicalidad, como aquel eurocomunismo que hizo de los viejos y beligerantes agentes de la URSS, una secta de paniaguados más bajo le modelo Monarco-partidocrático, que sustituye al “democracia” orgánica franquista. Sean cual sean los motivos, este es unos entre otros factores socaban el conocimiento de los españoles de su historia y la del mundo que les rodea, ya no solo entre el publico menos cultivado, sino entre los artistas  mejor preparados como es el caso de Belén, cuya hija Marina San José por cierto interpretando el papel de Ana, en la etapa de “Amar en tiempos revueltos”descubre que está enamorada de Teresa, su mejor amiga y hermana de su marido, desencadenando esta pasión (idealizada por los realizadores) una de las historias antes mencionado de cuernos bisexuales entre hermanos.

La Iglesia

Otra que no ha salido bien parada es la iglesia, donde no podía dejar de ser tratado lo mismo el tema de la pedofilia, que el de robo y entrega de bebes, que por supuestos sus vínculos con el poder. Aunque he de reconocer que también aparece algún que otro cura bueno, sobre todo si resultan un tanto díscolos, y protectores de los antifranquistas.

La mejor señal del anticlericalismo consuetudinario la tenemos al finalizar la serie cuando Marcelino y sus familiares, intentaron darle a Manolita, el regalo sorpresa de la boda que no pudo tener en sus tiempos de casamiento en la pobreza. Lo consiguen todo, menos un cura, colocando en su lugar, y con un mínimo de molestia por parte de Marcelino,  como maestro de ceremonia a uno de los personajes más amanerados (no hablemos ya de su inclinación sexual) que ha aparecido en la telenovela, algo que no afecta en lo más mínimo a esa Manolita, presentada siempre como mujer católica, sin bien tan liberada que termina queriendo, al igual que hace su marido y su suegro, como a una más de la familia a la stripper que sedujo a su hija Julita.

El tema del adulterio

Algunos personajes han experimentado cambios significativos a lo largo de las décadas. Por ejemplo, Héctor, el detectivequien tras ser cornamentado por teresa y su concuña, formó una nueva familia con el personaje Asun, superando un trauma que en la vida real se las trae. La del detective Héctor es una de las historias más retorcidas, sobre todo cuando descubre cómo su mujer se acuesta con la mujer del cuñado, consagrándose así lo que he denominado la “tauromaquización del macho español”. Y es que, al parecer, más que contarnos por medio de la ficción, la historia más reciente de España, el verdadero leitmotiv de esta serie parece ser la santificación del adulterio, fuente de tantas rupturas familiares.

Evidentemente los programadores del canal siguen empecinados en la tarea, y no creo que sea porque piensen que la clave del éxito ha sido el engaño en la pareja, por el contrario, deben saber que si “Amar” triunfó fue no porque construyó muchas de sus historias sobre el engaño, sino por otros motivos mejores, espero que los reconozcan ahora que vuelven a la carga con una nueva ficción en el espacio de “Amar”, se llama, “Sueños de libertad”, realizada por parte del equipo de “Amar“. Se trata de una adaptación libre de la serie turca “Sen Anlat Karadeniz”, emitida originalmente en Turquía, otro país que también baila en el arte de remodelar los valores de su pueblo a través de las industrias culturales, como se notan en sus series de Netflix, que parecen más occidentales que algunas norteamericanas.

Ahora, con esta adaptación a España, nos vienen con una historia que se desarrolla en 1958. Es la de Begoña Montes, mujer de Jesús de la Reina, se trata la de ellos, como era de esperar, de una relación “tóxica”, la misma palabrita que se usa para definir por principio a los restos de masculinidad de nuestra época. Pues bien, por lo que he averiguado, y espero no estar equivocado, en la serie, Begoña Montes termina haciéndose amante de Damián de la Reina, el hermano de su esposo. Una vez más un personaje seduce a dos hermanos, una vez más el adulterio es aderezado del relato, la cabra al vuelto al monte y la burra a la noria del desmonte de familia.

En resumen

Amar es para siempre es una extensión natural de “Amar en Tiempos Revueltos”, que a lo largo de los años tanto los que se representan en le ficción, como los que cubre sus emisión, igualmente numerosos, se las ha ingeniado para conservar el interés del público, manteniendo la esencia de las historias familiares y los momentos clave de la historia de España,aunque contados muy a su manera, combinándonos objetividad y ocasión de hacernos pensar desde la perspectiva de la izquierda hegemónica que ha dominado a España con rara excepción en las últimas décadas.

A pesar de estas observaciones, la saga «Amar» ha sido una experiencia única y hasta un espacio poco inusual en este tipo de producto, para el diálogo y la interacción. Y aquí no solo incluyo mi condición de espectador, o de comentarista crítico, cuando la plataforma donde se emití la serie permitíacomentar casa capítulo (hasta que de manera misteriosa y pesar del pago dejé de tener acceso a la misma), sino cuando en cierta ocasión invitados por el Instituto Cervantes de Estocolmo, pude encontrarme con unos de sus realizadores y sorprenderlos tanto por lo bien que conocía sus historias, como con la pregunta sobre el modo insistente con el que era tratada la figura paterna, la cual no supieron contestar. Podría haber preguntado casi lo mismo por la materna, pues, aunque en menor medida que el padre de familia malo, aparece con cierta insistencia y en diversos avatares la figura de la matriarca psicópata.

Desde los encuentros con los guionistas hasta la lucha por mantener el acceso a los episodios, esta serie ha sido mucho más que un simple entretenimiento televisivo. Ha sido un reflejo de la historia, la sociedad y las ideologías de España en diferentes épocas. Pero no solo de las ideologías que viven en las calles sino también de la ideología con la que se adoctrina a los españoles y de paso a todos los que por el mundo consumimos de manera un tanto inocente lo que en sus industrias culturales se cuece.

En resumen, «Amar es para Siempre» ha dejado una marca significativa en la televisión española, generando pasión entre sus seguidores y opiniones diversas sobre su calidad y evolución a lo largo de los años. Más allá de la pantalla, esta serie ha sido un reflejo de la complejidad de la sociedad española y un recordatorio de que, incluso en el mundo del entretenimiento, el mensaje oculto puede ser más poderoso que las palabras pronunciadas en pantalla.

Carlos M. Estefanía. Disidente cubano radicado en Suecia.

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