Por Julio César Soler Baró.
Si como es sabido una palabra puede doler tanto o más que un gaznatón, que no existen disculpas, por más que aceptadas y sinceras que estas sean, capaces de retirar las ofensas con palabras proferidas, por qué entonces quitar al gaznatón el derecho de alternar con la palabra. ¿A dónde fue a parar aquello de que un gesto vale más que cien palabras?
A fin de cuentas, las palabras no existen sin el sentido de los hechos que implican en sus definidos contextos. Las palabras son símbolos y los gaznatones también y ambos lenguaje, herramientas de comunicación. ¿En esto último deberíamos estar de acuerdo, no?
Y si la hembra quiere defenderse, bien, perfecto, y sin embargo no implica, lo que ella por sí misma haga o no, la supresión del derecho del macho a defenderse a gaznatones de palabras que agreden aquello que también y definitivamente le define como macho, es decir, la hembra.
Y es que con o sin hembra siempre serás persona, pero sin ella, nunca serás un macho…
#JullArts
Julio César Soler Baró, poeta, pintor y antropólogo cubano exiliado en Suecia. Oluwo Otura-Nico.
Absolutamente cierto. A la hembra de uno, su macho la tiene que defender y sacar la cara por ella.
No es posible que a la hembra de uno, alguien le falte el respeto y no se haga nada para reparar la ofensa.
Si delante de un hombre algún imperfecto, le falta el respeto a su mujer, ¿donde queda el respeto y la hombría de bien de ese hombre?
Un hombre siempre va a estar incompleto sin su mujer.
El hombre y su mujer forman la primera célula básica e indispensable de la familia.
Lo hubiera esperado en la calle. Pero no en una ceremonia para la que tantas personas han trabajado.
y viceversa.