Por Lucimey Lima Pérez.
Las clasificaciones del trastorno depresivo mayor no han incluido ni la irritabilidad ni la ira, tampoco la frustración y la agresividad, como síntomas cardinales y de importancia diagnóstica y pronóstica. Cuando pensamos en una persona deprimida, la imagen clásica y general es de alguien lleno de tristeza, propenso al llanto, fatigado, aislado, “apagado”. Aunque los criterios diagnósticos incluyen agitación o retardo psicomotriz, la agitación es poco frecuente y está ligada a la ansiedad concomitante. Según estadísticas está presente, globalmente, en el 1% o menos de los casos.
Sin embargo, varios estudios basados en la evidencia y la propia anecdótica experiencia clínica destacan la importancia de la irritabilidad, la ira (cólera, enojo), la frustración (impotencia, insatisfacción) y la hostilidad. No dudo que a muchos, incluso profesionales de la salud mental, les parecerá extraño e incomprensible, sin embargo, tiene un basamento estadístico, un fundamento bio-psico-social y un gran peso en el proceso de recuperación. La irritabilidad es indicativa de gravedad, de cronicidad y de difícil tratamiento.
En niños y adolescentes se ha comprobado que la depresión se manifiesta más bien por activación, sin embargo, ha habido poco reconocimiento sobre estas manifestaciones en el adulto, pero sí suficiente evaluación.
De acuerdo con estudios variados y señalados por la Organización Panamericana de la Salud y por la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 20% de las personas con depresión mayor presentan irritabilidad, ira y agresividad, en combinaciones variables. Estos organismos consideran que el 4.4% de la población mundial presenta depresión mayor, con variaciones entre 3 y 6%. Estos valores se incrementan a 7.5% en los pacientes femeninos y a 5.5% en los masculinos.
¿Qué es la irritabilidad? De acuerdo a manuales de Psiquiatría y de Psicología, es una forma menor de agitación, que se caracteriza por la vivencia de experiencias afectivas negativas, desajuste emocional, frustración y expresión inadecuada de los sentimientos. La ira, en la depresión, es enojo sin motivo aparente, es incontrolable, hiriente y muy incómoda para la persona que la expresa. En la mayoría de los casos no es posible encontrar la causa expresa. La frustración es muy deletérea y denota impotencia. Realmente definir irritabilidad es todo un reto. Sin duda es un proceso emocional complejo ligado a experiencias negativas de vida y a otros sentimientos como la ira y la frustración. Insisto, también está vinculada con un estado de agitación, quizás una forma de mayor grado de irritabilidad. La persona se siente frustrada, lo cual indica que no ha conseguido lo que ha deseado y que tampoco ha pasado por un proceso de adaptación mediante el cual pueda hallar aspectos positivos de su vida. A mi juicio, cuesta más definirlo que percibirlo, y no es difícil entenderlo cuando lo refiere un paciente en psicoterapia. En la mayoría de las ocasiones, los familiares o personas cercanas notan las manifestaciones conductuales incluso cuando la persona afectada no se ha dado cuenta o niega su sentir.
Viñeta ilustrativa. Ernesto (45) es un hombre serio y trabajador, proveniente de una familia estable durante su infancia temprana. Su padre falleció cuando él tenía 12 y su único hermano 18 años. El hermano decidió trasladarse a otra ciudad donde realizó estudios universitarios, de allí se mudó a otra más lejana, obtuvo un trabajo académico, se casó y tiene una hija. Ernesto se quedó con su madre, la cual en sus propias palabras fue siempre “sobreprotectora” con él, culminó sus estudios secundarios, obtuvo un trabajo y se casó. Luego de tener su primer y único hijo, la esposa desarrolló una psicosis post-parto que resultó en el diagnóstico de esquizofrenia con deterioro cognitivo. Su hijo, Elías, quedó a su cuidado, y su esposa fue internada debido a la condición avanzada del trastorno mental. El divorcio se llevó a cabo casi inmediatamente, aunque Ernesto siempre se ha ocupado del estado de la madre de su hijo. Cuando Elías tenía 2 años fue diagnosticado en el espectro autista Nivel 1 (diagnóstico en el presente, con alto funcionamiento). Ernesto conoció a Elena (43), soltera y sin hijos, y llevan 13 años de casados. Elena y Elías (16) tienen una excelente relación. Elena es dulce, apacible y comprensiva, aunque ha sabido establecer límites en situaciones cruciales. ¿Cómo actúa Ernesto? Excelente trabajador, proveedor y de cuerpo presente cada día en su familia nuclear. Su madre falleció hace 10 años. Sin embargo, él no ha podido procesar su turbulento pasado, con lo cual no ha sabido aprovechar su beneficioso presente. Luego del trabajo llega a casa enojado, con irritabilidad manifiesta y mucha ira infundada en la cotidianidad, pero basada en su experiencia de vida. Ernesto repite sin cesar su historia pasada, como si no existieran los últimos 13 años y Elena se ha cansado. Elías lo quiere, lo necesita, pero también se siente herido y rechazado. Hace 3 meses Elena conversó con Ernesto para separarse “temporalmente”, lo cual él aceptó, aunque ninguno de los dos lo hubiera deseado era preciso sanar la persona y el ambiente. Asistieron a psicoterapia de pareja y expresaron sus emociones y pesares. Ambos continúan en terapia. Ernesto reconoce su “ausencia” durante 13 años. Inicialmente detecté una depresión leve, y al explorar más comprendo que se trata de una depresión mayor arrastrada por años que por escalas califica entre moderada y grave. El reconoce con claro insight (percepción de su estado) que lleva tiempo deprimido. El “ogro” que parecía es producto de su gran dolor emocional. Acepta el tratamiento con un antidepresivo y continuamos la psicoterapia. Sin titubeo, su perseverancia lo llevará al bienestar individual y familiar.
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.
Walfrido Hau es un pintor cubano.