Por Manuel C. Díaz.
Artículo anterior del autor sobre Ana Frank.
Desde hace mucho tiempo existe el rumor de que lo habría escrito Otto, su padre, y no la joven Ana. En realidad, el asunto es complicado. Las dudas comenzaron a surgir cuando la versión original fue editada en 1947 por su padre con la intención de publicarlo.
Al parecer, la edición hecha por Otto fue mucho más que una revisión de estilo. Y es que se ha comprobado que muchas partes del diario (reflexiones de Ana sobre su sexualidad y duras opiniones sobre su madre) fueron eliminadas.
Algo que la Fundación Ana Frank, con sede en Suiza, después de haberlo negado durante mucho tiempo, terminó por admitir cuando declaró a Otto Frank como coautor de la obra, justo en el momento que esta quedaba libre de los derechos de autor (Dominio Público), en una maniobra por conservarlos (Ana murió en 1945; su padre en 1980) hasta el año 2050.
Al margen de todas estas disputas legales, lo cierto es -en mi opinión- que Ana sí escribió un diario. Existe un manuscrito original que lo prueba y que ha sido autenticado por un grupo de expertos en caligrafía contratados por el Instituto de Documentación de Guerra de Holanda.
A pesar de que su Diario, por las razones que fuesen, haya sido editado más allá de lo permitido, no significa que pueda negarse su autoría.
Todas sus ediciones, desde la primera, que apareció en 1947 bajo el título Het Achterhuis, (La casa de atrás), así como todas las posteriores, tituladas en su mayoría, El Diario de Ana Frank, comienzan como solo una niña podría hacerlo.
En una vieja edición en inglés -con una introducción de Eleanor Roosevelt- que mi hija guarda en su biblioteca, leo un pequeño párrafo que Ana escribió, dirigiéndose a su diario, aun antes de la primera anotación que hizo el domingo 4 de junio de 1942. Y traduzco: “Espero poder confiar en ti completamente, como nunca he sido capaz de hacer con nadie antes, y espero que seas un gran apoyo para mí:”
Por eso. A la pregunta, ¿quién escribió el diario? Una sola respuesta: Ana. No importa cuántos arreglos haya hecho su padre. La esencia de lo que ella quiso decir, escrito en las peores circunstancias, sigue estando ahí.
Como sigue estando su terrible historia.
Manuel C. Díaz es escritor, crítico de arte y literatura y cronista de viajes.