Por Ulises F. Prieto
El campeonato de ajedrez de retadores contra el Magno Carlsen y la Cumbre de la OTAN han coincidido en Madrid. Todo en orden: Caruana en Madrid y Ayuso en Miami. Ya tenemos la declaración de la OTAN. La conclusión es que bien podrían cambiarle el nombre a la Alianza: “Organización del Tratado del Este de Europa”. Las prioridades escritas en el informe, cuando no van en contra, son indiferentes a casi todos los países miembros. La geopolítica, eso que antes llamaban ajedrez internacional, con tanta ideología de género, ha degenerado a un mero juego de damas, camino del parchís.
Empecemos por el extremo centro de Europa: Francia y Alemania. Es lo más fácil. Ya están domesticados y tranquilos. Se les invita a la cena para que no se molesten como pasó con la manzana de la Discordia. Están rodeados de buenos vecinos. Sólo hay que entretenerlos para que no se den cuenta de su irrelevancia. El peligro de ellos son ellos mismos.
Sobre Estados Unidos y su enorme apéndice Canadá. Sus problemas actuales son el avance del comunismo en el continente americano, y la amenaza china en el Pacífico. De esos dos problemas sólo se incluye tangencialmente un ligero aviso sobre China, a modo de regañadiente compensación para que los Estados Unidos acceda a firmar el acuerdo.
En el mediterráneo la amenaza fundamental es el crecimiento demográfico en el norte de África, y la combinación de victimismos islamistas y nacionalistas de los países de esa región, que son exportadores de gas estratégico e inmigración táctica. En el caso de España y Portugal se agrega también el triunfo del comunismo en los países iberoamericanos. Ciertamente España no está en América, pero cuando España no atiende a sus antiguos territorios, lo peor de Iberoamérica atiende a España. Ejemplo, cuando España se devolvió al corazón de Europa, en palabras de Zapatero, era para que los bolivarianos de Venezuela entraran en la Península. Esos mismos, son los que hoy gobiernan España.
Pero la prioridad es la amenaza rusa. Hay quien piensa que la OTAN está más fuerte que nunca, pero su debilidad es patente. Continúa su carísima agonía. Su utilidad es para una minoría de sus miembros, cuya influencia a nivel global es ínfima. Lo que veremos, o tal vez ya esté pasando, es que los países se alinearán en grupos de intereses comunes. No es inocente que el Presidente Biden haya reconocido frente al Rey Felipe VI, que los Estados Unidos le debe su existencia como nación a la ayuda española. Hay que interpretar la anécdota.
La administración de Biden, atendiendo al enloquecido indigenismo, reemplazó el 12 de octubre, día en que tradicionalmente se festejaba el inicio de la hispanidad en América, por el 11 de octubre, con cuya fecha ahora se pretende conmemorar el último día antes de haber sido contaminados por la hispanidad. Es verdad que Biden conmemoró este Columbus Day, pero se las arregló para hablar de las proezas de Colón, sin mencionar a España. Sin embargo, ahora reconoce el papel fundamental de España en la independencia de las Trece Colonias. Es la primera vez, en más de dos siglos, que se habla así desde el Gobierno. Siempre se le ha agradecido a Francia, nunca a España. Lo cierto es que además de este lejano episodio contra la Corona británica, Estados Unidos y España han tenido que aliarse alguna que otra vez frente a peligros comunes.
La última vez fue en tiempos de Bush, Blair y Aznar, durante la guerra contra el terrorismo islamista. Cuando aquello la población del norte de África estaba creciendo desmesuradamente en comparación con su capacidad de crear riqueza, y la perspectiva de educar a la población. En pocos años sus países estarían repletos de jóvenes desempleados y desesperanzados, cuyo único futuro sería emigrar a una envejecida Europa. La administración de Bush se acercó a los líderes europeos para organizar una especie de Plan Marshall que paliara esta situación, que generaría radicalización religiosa en la población. Chirac de Francia y Schröder de Alemania se negaron rotundamente. Según ellos, el terrorismo islamista era un problema de los Estados Unidos, por no saber lidiar bien con el Islam. Tanto franceses como alemanes tenían experiencias en el asunto y no necesitaban aliarse con nadie. La historia no les dio la razón.
Aznar y Blair sí respondieron al reclamo de Bush. Fue entonces cuando se conformó aquel llamado trío de las Azores. La alianza fue fructífera para España. Tanto que alguien, en algún servicio secreto de algún país del mundo, quiso terminar con ella, matando a un centenar de españoles en la Estación de Atocha el 11 de marzo del 2004. Ahora parece que la necesidad vuelve a unir a los americanos con los españoles.
So just recalling: Alenda Castro est.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.