Por Guillermo “Coco” Fariñas Hernández.
La Chirusa, Santa Clara, 14 de febrero del 2025. (Cartero Antitotalitario). Mi lucha a cara descubierta de más de 35 años contra el castrismo me ha enseñado a «amar» a mis represores, porque siento mucha lástima y pena por ellos, ya que su trabajo es casi un imposible, ellos luchan contra la Libertad de sus compatriotas y para lograrlo se hacen mucho daño ellos mismos. Porque para lograrlo, ellos están bien conscientes, de que tienen que perjudicar al prójimo y eso los va destruyendo en su alma más interna.
Provengo de la Familia Militar y Pro Castrista de la Cuba de los años 60 del pasado Siglo XX, por tanto, he vivido en carne propia los sentimientos de los Castro-Comunistas de primera mano, debido a que por mi procedencia familiar fui adoctrinado en el inefable Odio Comunista. Un sentimiento del Comunismo que se dedica a adoctrinar y manipular a las mentes jóvenes, para irlas comprometiendo en acciones y actitudes de total desprecio a la conducta de otros ciudadanos.
Es muy cierto; que como Militante Filocomunista llega un momento, en que te percatas del engaño al que has sido sometido y que las cosas en tu sociedad no se corresponden con el discurso oficial. Ante esa verdad tienes que tomar como ser humano una determinación trascendental en tu convivencia con el mundo y las personas que te rodean, pues entiendes, que estás programado para hacerle el mal a otros seres humanos, ya sean éstos compatriotas o foráneos.
En la experiencia individual de cada seguidor de la Junta Militar NeoRaulista surge el cuestionamiento muy interno y secreto en si mismo: La defensa del Socialismo no es algo como me lo teorizaron, pero… ¿ahora qué hago? Ahí unos tienden al mayor de los cinismos, cuando se dicen para sus más internos pensamientos: “…Es verdad, que soy un represor, pero si lo expreso, perderé todas mis prebendas de poder, que me hacen sobrevivir mejor que los otros ciudadanos de a pie.
Esa es una determinación, que tienen que tomar día a día todos los represores pro castristas al interior de la Isla, pero también al interior de sus almas, cuando ellos se percataron, que la Construcción del Socialismo es un simple pretexto, para detentar el poder indefinidamente. Siempre bajo la simulación de quererles hacer la vida mejor y más próspera a tus propios conciudadanos, ya sabiendo que es una descarada mentira y para ello se pisotean las leyes establecidas.
Porque cuando todo seguidor del Castrismo en Cuba o del Comunismo en otras partes del mundo saben, que su función social es hacerle mal a sus semejantes, existen muchos modos de salirse de la detentación del poder y respetar las diferencias de opiniones de otros conciudadanos. Ahí es la disyuntiva en el alma de los represores, el cómo salirse, ya sea rompiendo abiertamente o simulando, pero alejándose del rol social de perjudicar a otras personas.
Es importante que se entienda, que todos los represores castristas conocen en primera instancia, que ellos están aplicando la fuerza contra sus conciudadanos en violación de lo establecido Internacionalmente, incluso, de lo firmado y hasta defendido sólo a nivel diplomático o político por los representantes del Castrismo. Ya después eso es puro cinismo ante la opinión pública nacional e internacional, pero también es impudor para los recovecos de las almas de ese ser social, que también es todo represor.
Ahora; si ese cinismo con que tiene que protegerse a si mismo, todo aquel cubano que funciona como represor de sus semejantes en la Isla, se siente impune por todo lo que ha hecho, sin lugar a dudas, eso le hará mucho daño a él mismo como victimario que es, así como que logrará dañar a todos aquellos, que en algún momento fueron sus víctimas. Al reprimir con sus acciones punitivas por no concordar con la consabida Tiranía Castrista en ejercicio del poder y que no tolera a sus detractores políticos.
Porque si los represores castro-comunistas en cualquier tipo de transición política para Cuba, le es permitida por decreto o consenso práctico la impunidad a sus crímenes, esa nueva sociedad se reconstruirá con el arrastre de la máxima tolerancia a los abusos represivos. Por lo que así la paz entre las partes, simplemente será una gran y peligrosa mentira, que acarrearía venganzas personales extrajudiciales, algo sumamente riesgoso para toda sociedad.
Para evitar que una Cuba Postcastrista se transforme en una sociedad donde predominen sentimientos tan incivilizados y morbosos, como son el odio o la venganza personal y que hasta se pudiera terminar en una Guerra Civil, una desintegradora Guerra Civil donde las víctimas ejecuten fuera de las leyes establecidas a sus represores-victimarios y los represores se defiendan. Por lo que es más sano para una Patria para todos, sin lugar a dudas sería, que los represores sean llevados ante tribunales imparciales, independientes y profesionales.
Donde las víctimas adoloridas y laceradas por las acciones represivas de los pro castristas, puedan deponer y aportar pruebas concretas respecto a esos represores y no se sientan burlados por éstos, como perjudicados que son de sus abusos. Ese sentir ciudadano de poder llevar a los que ejercieron la represión ante jueces, logrará calmar los sentimientos de venganza de los abusados en éstos ya largos 66 años de Castrismo.
Frente a los tribunales los represores podrán defenderse con todos los derechos procesales internacionalmente admitidos, para que los juicios no se transformen en Venganzas Circenses Legalizadas, como si hizo El Castrismo en 1959. Algunos de los represores es posible, que salga absueltos, debido a que su labor punitiva no pueda ser demostrada ante los jueces encargados, pero con seguridad éstos serán los menos en los procesos judiciales contra El Castrismo.
También muchos de esos represores castristas serán declarados culpables y sus víctimas no estarán de acuerdo con las sentencias dictadas, por considerarlas demasiado benévolas, pero todos los represores no hacen lo mismo. Por tanto, no deberán recibir la misma sentencia, aquellos represores que han asesinado, que los que han golpeado o torturado y los que se han dedicado a desprestigiar a sus víctimas. Pues cada conducta represiva debe llevar su adecuado castigo.
Pero aquí lo importante consiste, en que se evitará el sentimiento de impunidad tanto entre abusadores como abusados. Lo que sin lugar a dudas contribuirá a crear una auténtica atmósfera de reconciliación nacional, pero con justicia por medio, logrará a mediado o largo plazo evitar venganzas por mano propia y hasta una conflagración civil entre los cubanos.
Cuando hablemos de perdonar a los represores castristas, como una manera de reconciliarnos entre cubanos, primero debemos pensar en el bien mayor para la Patria, que es Cuba y todos los cubanos, sean éstos represores y reprimidos. Pues preocuparse por todos los cubanos, es también amarlos. Porque la Patria está primero que todo, pero ninguna Patria puede reconstruirse y menos reconciliarse obviando las injusticias. Es precisamente por eso, el por qué no perdono a los represores castristas.
Guillermo “Coco” Fariñas Hernández es Coordinador General del FANTU. Preso Político en 3 ocasiones. Premio “Andrei Sajarov” a la Libertad de Pensamiento del Parlamento Europeo.