Por Lucimey Lima Pérez.
Esta sección sigue siendo sobre Salud Mentad en Sociedad.
No dejo de enardecerme, aunque no me sorprendo, sobre algunas conductas en esferas de poder, sea lo que sea el “poder” ante la tremenda pandemia que nos azota en forma diferencial, GLOBALMENTE y a la vez tan heterogénea. Me saca de mí misma… como trabajadora de la salud integral. Escatimar no es la palabra ¿desviar los recursos? Podría ser. Yo, neófita, total desconocedora aunque “experimentada” en abusos. En fin, mi ignorancia sobre las explicaciones es crasa. No me siento capacitada, soy en lo “mío”, pero sí, absolutamente estoy consciente de la barbarie ante la Salud en el siglo XXI (no menciono la Salud Mental porque es tan evidente, tan obvio como respirar cada día, si ese es el caso). Generalizar no es sano, pero estudiar las disposiciones, los estilos, sí lo es. ¿Cómo Cielos son manejados los asuntos de salud? Y sí me parcializo porque la neutralidad en políticas públicas es una aberración. Los dineros que van para salud son contados con los dedos de las manos, y me refiero a la salud integral, que incluye, alimentación, libertad, prevención, integridad y tanto más. El futuro sano del Planeta es responsabilidad de todos, de las conciencias, del cuidado, de la comprensión, y para entes “superiores” en la ineludible escala social es una responsabilidad imperativa. Quisiera poder dejar de leer agentes noticiosos exabruptos sobre medidas absurdas que llevan a abismos y sobre permisos manipulados que acarrean desórdenes insalubres. Tengo que estar enterada, quiero saber, debemos saber y sabemos poco porque la información está distorsionada. Hijos de nuestros hijos, nietos de nuestros nietos… la estirpe. Y me atrevo a señalar “La Estirpe del Dragón” (Pearl Buck, 1944), en la cual destaca la oleada de abusos de un pueblo sobre otro, que puede ser cualquier pueblo sobre cualquier otro. Porque la palabra estirpe implica herencia cultural, familias, identidad protectora.
Dónde está la fortaleza de los pueblos, el deseo de preservación y de legado. Los reconozco con dolor en la vivencia diaria tan terrible de morir por falta de protección, inmunológica (vacunas) y física (equipos). La lista es extensa y conmueve. Podría dar miles de ejemplos, grandes números que nos sorprenden, pequeños números que igualmente sorprenden por la falta de cuidado. Vivimos la misma pandemia, pero no es afrontada de igual manera en todos los pueblos. Existen los “héroes” y los inconscientes, que son también “héroes políticos”. Me lastima la indolencia, el disfraz, la injusticia devastadora.
No podemos cambiar fácilmente las estructuras y mucho menos las mentalidades que las forman, pero sí podemos manifestarnos, y lo hacemos, cada cual en su entorno, de la manera que podamos decir lo que sucede y sus consecuencias. No critico todas las conductas, pero el todo es devastador. Creo imprescindible analizar las situaciones concretas y cercanas para dejar testimonio. No callar.
Existen dos tipos de acciones que enardecen: i) las decisiones políticas dentro de campos de salud, sin contar con un grupo variado de expertos; ii) las irresponsabilidades de comunidades que no llevan una conducta de cuidado y prevención. La primera podría estar ligada a un aspecto económico, tal como la apertura de sitios de esparcimiento público sin la debida orientación. La segunda sería las reuniones numerosas sin mantener las mínimas medidas de distanciamiento, si alguna. Por estas, y otras muchas razones, aun estamos en la pandemia. No me restrinjo a estas, pero son contundentes, hemos visto los resultados.
Por qué me dedico a señalar lo hecho. Pues porque he sentido los fallecidos en diferentes ámbitos del mundo, he conocido a varios, que como colegas trabajaron en centros de salud con poca protección por falta del suministro adecuado, o porque, aun con el mismo, las vacunaciones se han postergado sin dolor alguno. Porque pienso en tantos desamparados y excluidos.
No me detengo a citar algunas cifras de interés porque las revisiones que continuamente hago me llevan a no confiar en muchos de los datos y no quisiera aventurarme a seguir en especulaciones. Será que en algún momento tendremos la verdad en la mano. Si no la clara realidad, al menos una visión analítica de lo que estos tiempos significan y marcan.
Si nos preocupa el desempleo con todas sus consecuencias que según parece se encuentra entre 4 y 17% (Oficina de Estadística Laboral en EE.UU., Pole Emploi, UGT, CEPAL) ¿cifras fidedignas? Aun nos debe preocupar más lo que al mismo acompaña: muerte, destrucción, desconsuelo. Solo pretendo que, dentro del pesar colectivo, incluyamos la capacidad de denuncia, de protesta razonada, de reclamo justo. Y veremos qué pasará. “La neutralidad favorece al opresor, no a las víctimas” (atribuido a Elie Wiesel). La misma neutralidad exige una posición, que es defenderla (Comisión Federal de Comunicaciones de EE.UU.). La “neutralidad” en psicoterapia es una técnica imprescindible, no una convicción. Y, pues, como señaló Dante Alighieri “…el infierno de los neutrales…”.
No dejemos que la barbarie nos atrape, alcemos la voz que si no es oída en el presente, sienta un precedente histórico, y no dudo que salvará la salud mental de muchos de nosotros.
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.
La Doctora hablaba de Italia?? porque la descripcion corresponde al milimetro estamos mal muy mal y tal parece que los otros paises UE y el premier se han puesto de acuerdo en querer volvernos paranoicos entre lockdown y la ausencia de vacunas el pastel esta hecho. Buen articulo
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Lucimey, sigues siendo una gran cientifica y escribes las realidades como nadie. Gracias por este articulo tan lucido y bueno. Un saludo de tu antiguo amigo de la Universidad McGill.