Por Ulises F. Prieto.
Como a usted amigo lector, la realidad y la ficción me llegan a través de la misma pantalla. Los afectos de amigos y parientes, los cumpleaños, bautizos y entierros (ya no hay bodas), la destrucción de estatuas y edificios federales en mi propia ciudad, y que luego no voy a constatar con mis ojos, llegan por la misma vía que las series, las películas y los libros de novelas. Todo mezclado en la misma pantalla donde ahora termino esta oración. Estoy seguro de que dentro de tal confusión, hay gente que llegue a creer que la violencia de los así llamados antifascistas, sea sólo una idea.
Este martes me senté frente a mi computadora para ver el debate del Presidente Donald Trump contra el Vicepresidente Joe Biden y el periodista Chris Wallace. Cuál fue mi sorpresa cuando tropecé con mi jefa en la pantalla. La rectora de Case Western Reserve Universidad, la Presidente Barbara Snyder, que estaba dando la bienvenida a los candidatos. No había leído algunos de persistentes e-mails que me llegan de la administración de la Universidad, y no me enteré hasta ese momento de que el primer debate electoral iba a ser en el sitio donde ahora enseño. Tengo que admitirlo. Soy despistado, pero según veo en el debate, no es un problema grave. Se puede llegar a ser candidato a la presidencia de los Estados Unidos siendo un completo ausente. Siempre habrá algún moderador aliado, que me permitan seguir en mi mundo de las ideas cómodas, lejos de lo que está ocurriendo ahí afuera.
Dije en el párrafo anterior que soy profesor de Case Western Reserve University, pero realmente hace meses que no entro en un aula. Sólo veo nombres dormidos detrás de una pantalla negra. Mi pantalla. Una vez me encontré en ella a una pareja de estudiantes que me he inventado. Yo no tengo amigos imaginarios, sino estudiantes imaginarios. Eran los ficticios Dark Knight y Hannah James. Aunque nunca hayan existido en la realidad, he evitado decir sus nombres reales porque tengo prohibido revelar la identidad de mis estudiantes aún cuando pertenezcan a mi imaginación. Ya se sabe, no importa de qué lado del espejo estés, tú eres tú con iguales derechos y deberes. Del otro lado del espejo también se paga impuestos.
Cuando comencé la clase, Hannah James leía un libro de Karl Popper, titulado “Realism and the aim of Science”, parece que ambos estaban asistiendo a algún curso de epistemología, porque Dark Knight leía el cuento “Funes el Memorioso”, en español. Al verme en la pantalla ambos cerraron los libros asustados. Era la fuerza de la costumbre, porque yo no los podía ver. Permanecían refugiados detrás de sus nombres. Tampoco se veían entre ellos pero compartieron una ligera sonrisa de complicidad. Evidentemente me di cuenta de qué se trataba aquella risita. Básicamente porque ellos son mis personajes y piensan lo que a mí me da la gana que piensen.
Supe que yo estaba en un buen lío. Ellos leían a Popper y a Borges, así que estaban pasando una crisis de cinismo, y yo ya no podría pronunciar la palabra “Actually” (en español realmente) o las expresiones “In fact” o “Indeed”, sin provocar su juicio sarcástico. Pero ¿cómo se puede hablar sin pronunciar la palabra “Hechos”? ¿cómo se puede impartir una clase, mucho menos de matemáticas, evitando la palabra, esa palabra, “Hechos”? Mis estudiantes llevaban todo un semestre tratando de evitarla y casi lo habían logrado hasta hoy.
Todo empezó en la primavera, cuando escucharon a un político local escaparse de una pregunta incómoda de algún periodista con la consabida fórmula positivista:
– Sólo constato hechos, no clasifico, ni juzgo a las personas.
Hannah James pensó que aquella frase no era cierta ni tampoco falsa. Simplemente era engañosa. Los hechos que vemos están determinados por nuestros juicios. Es más, la frase ni siquiera era engañosa. Era una muestra de arrogancia. Él (el político) supone, o quiere hacer pensar que él lo cree, que uno puede ver las cosas como antes de que el Primer Adam probara el fruto del Bien y el Mal. Desde entonces todo conocimiento tiene un carácter moral, y es imposible ver las cosas sin clasificar en bueno o malo. Imposible soslayar el dualismo.
Por suerte mi clase era remota, y nunca ocurrió de ese modo. Así que los jóvenes no salieron de ella pensando en cuán arrogante es su profesor. Es decir, el autor que ahora lees. Ellos nunca habrían podido comentar nada al terminar, porque yo habría cerrado la sección y con ello el chat. Pero si hubieran podido esta sería la conversación:
– ¿Y por fin contaste las veces que el profesor dijo la palabra “hechos”?- preguntaría Hannah.
– No, realmente no. Pero de hecho tú acabas de pronunciarla.
– Estás tergiversando, Dark Knight.
– ¿Really? Lo has dicho. Has dicho la palabra. Es un hecho, no una opinión.
Hubo una época que las pantallas al apagarse crepitaban quemando la última imagen. Ahora desaparecemos de pronto y en silencio. El debate por la presidencia terminó a la misma vez que aquella conversación imposible e intemporal entre Dark Knight y Hannah James. Y claro, también terminó esta historia confusa, amigo lector.
P.S. Esperando a que Zoé Valdés vuelva a la Caverna junto nosotros.
Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.
Muy bueno. Y me encantaron los nombres de los personajes/alumnos.
Muchas gracias. Hay cierta clave en los nombres, pero no lo revelaré por menos de 50 centavos. Muchas gracias….