Por Gloria Chávez Vásquez.
Olgalucía Gaviria Ángel es una de las representantes de la nueva literatura femenina colombiana basada en la empatía y la compasión, que ofrece respuestas en la ficción y la fantasía a los dilemas y asuntos de la vida, para contrarrestar el abuso, la negligencia, la violencia, y todo lo tenebroso de la experiencia vital del ser humano. Es una literatura optimista, futurista, –no exenta del ingenioso sentido del humor colombiano–, destinada a elevar las expectaciones sociales y la conciencia individual.
El último capítulo es el título de su libro más reciente, (Editorial Proyectos sin límites, Bogotá 2025). Una novela de ficción que transcurre en un centro para adultos mayores llamado La Puerta Dorada. A esta especie de hotel de lujo llega Fernando Andrade, que, según su hijo –quien viaja a Australia con su esposa y dos niñas– será solo temporalmente. Fernando, un contador retirado, que ha perdido a su esposa y su casa, se siente abandonado.
Con una trama bien tejida y un dinámico lenguaje, que asume la educación, talentos e idiosincrasias de los protagonistas, la autora involucra al lector en la actividad cotidiana como uno de los compañeros de Fernando en la jornada. En el trayecto, su percepción y sentimientos van evolucionando y se da cuenta de que la suya es una etapa de vida que debe aceptar y que no tiene que ser deprimente, como él la imagina. En efecto, es una experiencia renovadora de la que puede deducir nuevas relaciones, alegrías y satisfacciones.
Algunas charlas entre Los libélulos, el grupo conformado por siete amigos, residentes de La Puerta Dorada, giran en torno a sus sueños, a sus recuerdos, pero sobre todo a tratar de aprovechar al máximo su última etapa de vida. Entre las escenas más conmovedoras está la de los cambios físicos, cognitivos, emocionales y sociales del Alzheimer, que convierte a Ester, uno de los personajes en un ser totalmente dependiente de su esposo, Evaristo. Las escenas cómicas superan a las tristes, especialmente durante los preparativos en el concurso de talentos que el centro celebra cada año.
El último capítulo nos recuerda que la vejez no asustaría tanto a la sociedad si no viera una carga en los envejecientes y se comprometiera a valorarlos y a fomentar más su independencia. Es cierto que la senectud es el último periodo de la vida natural de las personas. Pero no es lo mismo ser viejo que anciano. El primero es un término despectivo que describe una cosa estropeada, acabada. El otro es sinónimo de antigüedad, a lo que, dependiendo de su contribución social, puede añadírsele la calidad de clásico.
Esta novela es una reflexión de que los años aportan sabiduría y vivencias que podemos aprovechar en conocernos y entendernos mejor y a los demás. La sociedad y las familias desperdician en muchas ocasiones, las enseñanzas, talentos y la guía que los ancianos pueden aportar a una juventud y niñez desorientadas.

Un templo para la tercera edad
Al escribir sobre un geriátrico idealizado, Gaviria Ángel quiso reflejar la esperanza y la dignidad que merecen los mayores. A menudo, la narrativa sobre la vejez se centra en la tristeza y la soledad, pero también hay historias de comunidad, amor y resiliencia. Su objetivo –subraya– es explorar cómo estos espacios pueden ser lugares de vida y conexión, a pesar de los desafíos que enfrentan los adultos en la realidad. La idealización puede servir como un contraste que invita a la reflexión sobre cómo mejorar la calidad de vida en estos entornos.
La escritora dice haber tenido en mente una audiencia diversa al describir la vida posible del grupo en un centro para envejecientes. “En primer lugar, me gustaría llegar a los jóvenes, para que puedan entender y empatizar con las realidades de la vejez y la importancia de valorar a los mayores en nuestras vidas. También pienso en familiares de personas mayores, quienes podrían encontrar consuelo y reflexión en la historia, así como en profesionales del cuidado geriátrico, que pueden inspirarse en una visión más positiva de su labor. Al final, mi intención es promover una conversación más amplia sobre la vejez y la comunidad, creando puentes entre generaciones”.
No se inspiró en ningún lugar en particular, porque está consciente de que la atención a los mayores, en todas partes del mundo, puede mejorar. “Aunque muchas personas muestran cariño y preocupación, a veces la vida cotidiana y las responsabilidades hacen que se descuide esta relación. Pasar tiempo con los mayores, ya sea en casa o en un geriátrico, puede hacer una gran diferencia. A menudo, solo necesitan alguien que los escuche y comparta sus historias”.
De acuerdo con Gaviria Ángel, un anciano puede trascender sus limitaciones físicas con gracia y dignidad y hacer de sus años la experiencia más feliz de su vida, porque es la etapa de la sabiduría que sólo se logra con los años, de la oportunidad de ser uno mismo, de poder liberarse de las cosas materiales, de llegar a la paz interior y a la iluminación. Involucrarse de manera activa y consciente puede enriquecer tanto la vida de los mayores como la de quienes les rodean. ¡¡¡Lo más importante es dar mucho AMOR!!!
La vida moderna presiona al adulto a competir y alcanzar metas que descuidan la espiritualidad. La comodidad como objetivo de vida no llena el vacío ni prepara para la etapa final. Pocas personas que lo tienen todo, se dan cuenta que lo único que los hace sentir vivos es ayudar a los demás a ser felices.
La actitud juvenil es una herencia
Hay quienes llegan a una edad avanzada y nunca son viejas. Es el caso de la madre de la escritora, Lucia Ángel de Gaviria quien ha cruzado la barrera de los cien años con el brillo de la vida juvenil en su mirada y la actitud fresca que contagia y enseña a los demás que envejecer no es perderlo todo, sino que representa la motivación de ganarle a la vida. El último capítulo es pues, un homenaje a su progenitora.
Las limitaciones físicas no deberían de ser un obstáculo, porque el mundo está lleno de discapacitados de toda clase que han superado sus limitaciones para convertirse en ejemplo de esfuerzo y resiliencia. El cerebro decae cuando no lo alimenta la energía del espíritu, y el individuo renuncia a continuar expresándose, a renovarse, a seguir viviendo.
Y como la personificación de esa tenacidad renovadora, Olgalucía Gaviria cita a sus invitados de honor el día del lanzamiento de su libro (abril 23, 2025). El grupo musical Los Clásicos, iluminó las redes sociales con su éxito musical + de 75. Con esta sencilla canción cinco veteranos colombianos, que optaron por realizar su sueño con la música, llevan un mensaje de amor y de ánimo a los guerreros de la tercera edad.
Youtube + De 75 – Los Clásicos Si un día se me empiezan a olvidar las cosas
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.