Cultura/Educación

Olgalucía Gaviria Ángel. La escritora transcendental

Por Gloria Chávez Vásquez.

Es notable en la literatura colombiana actual, la inspiración –más allá del realismo mágico– en las dimensiones de las altas esferas. Cada vez más autores nacionales buscan alternativas a los temas narcos, la corrupción y la violencia irracional, con la esperanza de sanar las heridas que desangran a un país, quizás por esa misma razón, heróico y creativo.

Es el caso de Olgalucía Gaviria Ángel (Bogotá 1954) quien en tan solo 4 años de producción literaria se nos revela como escritora de alto vuelo.

La adolescencia y juventud de Olgalucía transcurre entre dos capitales: Bogotá y Nueva York. En su ciudad nativa estudia en Helvetia College, un colegio bilingüe donde aprende francés. Tiene 14 años cuando su padre, Gustavo Gaviria G. es enviado como diplomático a Estados Unidos y. junto a su esposa Lucia y a sus tres hijos se radica en la Gran Manzana (1965-1968). En 1972 la joven, interna en Marymount (Terrytown, NY) concluye sus estudios secundarios. Ese año regresa a Bogotá para estudiar psicopedagogía. En 1974 vuelve a NYC para cursar estudios de cine en The New School of Social Research.

15 años más tarde, la ahora profesional, se establece en Bogotá para aplicar su experiencia en las relaciones públicas, la representación de actores y la producción y dirección de cine y televisión. Algunas de sus participaciones memorables son en la producción de la película Inmigrante Latino (1980) de Gustavo Nieto Roa, protagonizada por Carlos Benjumea y como productora ejecutiva en Bonaparte, investigador privado (1985) dirigida por James D.Pasternak (1941-2022).

En 2019, tras el fallecimiento de su padre, se refugia en la compañía de su gata, y explora la conexión espiritual, al tiempo que escribe Conversaciones con mi gata Simona. En una forma de aliviar su duelo y encontrar propósito, la escritora contrasta su idea del universo con la de estos felinos, “seres de la quinta dimensión, seres de vida. Seres mágicos”. Después de la muerte de Simona, pasando por Pepe y Paco, ahora es Lola quien la inspira.

Lectora asidua y conocedora de los temas místicos, Gaviria Ángel disfruta de la literatura y los relatos de la española Rosa Montero, y la colombiana Laura Restrepo, con quien tiene en común, el aspecto cinematográfico de sus imágenes literarias. Le gustan los temas de escritores como Javier Moro y Julia Navarro. Admira la imaginativa obra de Frank Kafka, la fantasía hecha realidad de Julio Verne, y el ingenio teatral de Oscar Wilde. Es estudiosa de las culturas orientales y en busca de ese conocimiento es que ha viajado a Japón, China, Corea del Sur y la India. Aficionada a la astrología, cree en la reencarnación y practica Reiki.

El hilo invisible

En su primera novela, El hilo invisible (2022) la escritora cuenta la experiencia de tres amigas en Nueva York, cuyas vidas se ven alteradas, tras la muerte de un empresario de la industria textil.

En su página de Amazon la trama del libro se lee así: Rodeadas por el sofisticado ambiente de la ciudad de los rascacielos y la industria de la moda, las tres mujeres, que en principio no deberían haber coincidido nunca, [se alían] para enfrentar un futuro incierto, pues sus vidas profesionales y sentimentales serán expuestas y cuestionadas por una élite empresarial que está dispuesta a verlas caer.

En 303 páginas, Gaviria Ángel transmuta su amplio conocimiento de la gran ciudad y sus fantasmas, en una historia de amor, pasión, traición, amistad y venganza con grandes dosis de drama, suspenso, misterio e intriga.

Una de sus lectoras anota que “en otra historia estas tres mujeres hubieran sido enemigas”. Otra de sus fans escribe que El hilo invisible es una novela muy interesante, de fácil lectura, que merece ser llevada al cine.

En 2023, la escritora rindió homenaje a su progenitora, Lucia Ángel, ahora de 99 años, en Conversaciones con mi madre. Mujer creativa, sensible y elegante, la madre recorrió con su hija, las tiendas de la Quinta Avenida, conociendo famosos diseñadores como Valentino, Versace y muchos más. Esa elegancia y gusto por la moda se proyectarían luego en el personaje de La parca, en su más reciente novela.

EL TREN DE LAS 11:11

En esta novela, el tren es símbolo de la trascendencia. No se trata de un tren cualquiera, ni se rige por un horario en tiempo terrenal. Su ruta lleva a la eternidad. La estación de este tren es la metáfora que emplea Gaviria Ángel para dar una idea del paso entre la vida y la muerte; un lugar inaccesible a los vivos y al que Sara, la protagonista, llega a pagar una deuda.

En el ínterin, el lector es testigo de una historia de amor que ha trascendido los siglos. La atmosfera literaria recuerda The Shack, la bella historia escrita por William P. Young y las de otros escritores que han logrado acceder a la dimensión espiritual, para, en el trayecto, reconocer, adquirir y transmitir la sofisticada sabiduría del Cosmos. Es esta una literatura que va más allá de la ficción y la fantasía. Una narrativa llena de conceptos sobre la vida, la muerte, el amor, la justicia, la esperanza. El estilo, legible e impecable, se acomoda al ritmo de sus lectores.

Basada en las enseñanzas orientales milenarias GA replica un universo que nos ofrece posibles respuestas sobre ¿Quién es Dios? ¿Qué es el Bajo Astral? ¿En qué consiste el Juicio Final?  La colombiana personaliza la muerte, el ángel de la muerte, los ángeles, y da nueva luz a los eventos, simbolismos y mitología religiosa; más benévola, menos apabullante. En su medida justa, el karma, la reencarnación, y una dimensión donde nadie se queda sin pagar sus deudas.

En la historia, la elegante y atractiva mujer que se presenta ante Sara, afirma ser la Parca, y nada tiene que ver con la cadavérica y siniestra figura de la tradición. Es la antítesis del huesudo personaje de la clásica comedia de Tomás Carrasquilla (1858-1940), A la diestra de Dios Padre, en la fabulosa adaptación del director teatral Enrique Buenaventura (1924-2003).

El personaje de El ángel de la muerte, Jeoseung Saja está basado en la tradición coreana. Su nombre significa León, Heraldo, Mensajero, o simplemente, Segador. Su misión consiste en acompañar y guiar a las almas a la otra vida. Este ángel trabaja bajo las órdenes de Yunma, el Rey del Infierno. Se aparece a las personas antes de la hora de su muerte y puede verse cerca de los lugares donde se han producido muchas muertes: hospitales, cementerios y lugares donde ocurrieron grandes accidentes y otras catástrofes.

Olympo Morales Benítez, autor del texto en la contraportada, estima que en El tren de las 11:11 “… el misticismo trasciende el tiempo y el espacio, y … es la fuerza del amor la que posibilita trascender la fugacidad de la existencia terrenal hacia la eternidad”.

Trascendiendo barreras

Olgalucía Gaviria Ángel ha emergido como una voz distintiva que trasciende las barreras literarias –observa Sara Pardo Del Río, en su artículo (11/11/23) para Nación Paisa titulado “Una dama literaria”. La periodista se refiere a Olgalú, (así le dicen sus más íntimos) como una mujer, polifacética e interesante, [que] no solo ha dejado una marca indeleble en el mundo literario colombiano, sino que también ha demostrado ser una buscadora incansable de la conexión espiritual a través de sus libros.

La coherencia temática, en la obra de la autora, es visible. Primero en El hilo invisible, que es un libro sobre la amistad, luego en El tren de las 11:11 en el que reflexiona sobre la vida y la muerte. En su próximo libro, aun no titulado, escribe sobre la vejez y el mundo de los geriátricos.

Los libros están disponibles en Amazon en formatos de papel y digital

 

Gloria Chávez Vasquez escritora, periodista y educadora residen en Estados Unidos.

 

Compartir

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*