Por Larry Brooks/New York Post.
La guardia había cambiado mucho antes de que Carlos Alcaraz llevara a Novak Djokovic a la leñera en el Estadio Arthur Ashe el viernes con una victoria de semifinales de 6-4, 7-6 (4), 6-2 sets consecutivos en la que tanto el romance como el drama jugaron la segunda raqueta a la realidad.
A los 38 años, Djokovic es el tercer mejor jugador del mundo después de avanzar a las semifinales en los cuatro Grand Slams de este año. Probablemente no haya un cuarto que esté en su liga. Sus resultados de este año han reforzado un currículum que brilla en oro.
El problema: Djokovic no ganó ni un solo set en ninguno, y todos, de estos cuatro finales. Se retiró con un problema en la pierna después de dejar caer un desempate en el primer set con Alexander Zverev en Australia antes de ser eliminado por Jannik Sinner tanto en Roland Garros como en Wimbledon y luego por Alcaraz aquí en Flushing Meadows…
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