Por Zoé Valdés.
Como he explicado en otro artículo en este mismo diario digital, un artículo de Carlos Alberto Montaner publicado por CiberCuba, desató la polémica en las redes sociales. Varios autores decidieron contestarle centrándose en la personalidad y en los logros y desaciertos del presidente Donald Trump y de la izquierda. Coincido con varios de esos puntos de vista, no con todos, como es natural.
Empezaré diciendo que tenía una extraordinaria opinión de Carlos Alberto Montaner, lo apreciaba y creo que fui su amiga, al menos de mi parte. Para mi madre, que no se despegaba de la emisora Radio Martí cuando vivía en Cuba, CAM era un dios de la onda corta. Cuando desde mi exilio y a través del teléfono le conté a mi madre que lo había conocido en Madrid se echó a llorar de la emoción. Un gran intelectual cubano unía desde la distancia a una madre y a su hija exiliada. Así se lo hice saber a Montaner en varias ocasiones posteriores.
¿Cuándo dejé de creer en Montaner? Pudiera citar varios momentos claves. Citaré sólo cuatro. Cuando manifestó por escrito que Raúl Castro era un reformista, cuando le alerté en privado de la política de Obama y la elección de Yoani Sánchez como figura preponderante dentro de la oposición y me respondió como mismo contestó al señalarle los casos de Leonardo Padura y de Wendy Guerra, como si yo estuviera en una fase de envidia irremediable, cuando quiso darle el beneficio de la duda al régimen tras el asesinato de Oswaldo Payá y Harold Cepero emulando así a la famosa bloguera Sánchez, y la tercera y última y creo que definitiva, cuando escribió su primer artículo en contra de Donald Trump, con el mismo nivel de infantilismo con el que ha redactado el último; cuyo énfasis está en la caprichosa patadita en el suelo del infante que renuncia a beberse la sopa: no me gusta y punto.
El reproche constante de Montaner al nacionalismo racista de Trump fastidia bastante, viniendo de él. Hace sentir tontos a sus lectores. Sus lectores le hemos tolerado hasta casi justificar sus prejuicios catalanistas anti-españoles, y ahora se apea con que Trump le ofende personalmente con sus prejuicios antihispanos. ¿Y entonces no se pudieran sentir ofendidos otros con sus apellidos no catalanes? Además de constituir una ingratitud, porque en España hizo su fortuna y su vida. Pero eso es cosa redundante.
La política norteamericana -no es el caso en Europa, o al menos no en Francia- desde hace décadas se ha estructurado mediante clanes familiares: los Kennedy, los Bush, los Clinton, los Obama (Joe Biden pertenece a este clan y al de los Clinton), y últimamente los Trump. Debo confesar que no me cuadra esa deficiencia, esa fragilidad emocional y poco cartesiana en la estructura de poder.
Aclararé además por qué, aunque no vote en Estados Unidos, con todo el derecho que me confiere la libertad de expresión a opinar, no me parece que Joe Biden sea la persona calificada para ser electo presidente de Estados Unidos. No se trata de que nos guste o no Joe Biden, sino de lo que representa este candidato, que no pudo ser peor escogido por el Partido Demócrata, aunque también se puede constatar que lo que hay de Biden hacia abajo resulta de un nivel de extremismo y cretinismo imposible de aceptar. Biden representa lo peor del socialismo (si es que hubiera algo bueno en ese sistema), lo más rastrero del castrismo y del chavismo y madurismo, y para colmo obedece a dos clanes cuyo primordial objetivo ha sido y es acabar con el único sistema que ha conseguido triunfar en la sociedad libre y en la humanidad aun con sus imperfecciones: el capitalismo. Eso sin contar que ambos clanes a los que él indudablemente adhiere lealmente (sin contar su fatídica alianza con Bernie Sanders) echan mano de los mismos utensilios y armamentos que usaron los comunistas -Fidel Castro mediante- para acabar con Cuba, en este caso con América, que es como se conoce a Estados Unidos.
Hace algunos años, me llegaron unos vídeos de una presentación de un libro de Gina Montaner, a la que aparte de su padre y por ella misma, yo apreciaba a tal punto que fue invitada a la presentación de mi novela Café Nostalgia en Madrid en una cena privada con los editores de Planeta y con mi amiga, la gran novelista Ana María Matute. En esos vídeos el escritor y periodista Juan Manuel Cao, junto a Montaner, presentaban el libro de Gina usando palabras en contra de otro estilo literario, que sin mencionar mi nombre se parecía demasiado al mío. Le envié los vídeos a Montaner, preguntándole qué a quién se referían. No hubo respuesta. A veces el silencio responde mejor y más sutilmente que las palabras. Advertí entonces de nuevo la prepotencia de una familia y sus adláteres sobre lo individual, sobre lo personal, como mismo lo había padecido en Cuba.
Dentro de una familia no hay por qué resaltar una especie de dependencia ideológica, pero dentro de un clan con intereses políticos y de pretendido crecimiento dentro de una cierta escala social, sí podemos subrayarlos. La escala social es muy importante para Montaner, al parecer también para su ex yerno, el periodista Jorge Ramos, quien durante estos cuatro años de mandato republicano ha sido un violento guerrillero del micrófono en contra de Donald Trump. Por otra parte, la hija de Ramos con Gina Montaner, Paula Ramos, quien trabajó -según se conoce- en la campaña de Hillary Clinton, y que se sitúa en el mismo batallón antiTrumpista ha tomado también el micrófono recientemente para entrevistar en Miami (ella vive en Nueva York) al peor y al último (por orden de cola) defensor de Trump, al influencer Alexander Otaola. La elección de este mediocre personajucho, cambia casaca por demás, que sólo ilustra esa parte de la bajeza de Miami y a la rémora del castrismo pudiera considerarse como otro golpe, otro mazazo mortal al exilio mayormente seguidor del actual presidente norteamericano, candidato a nuevamente a la presidencia de su país.
No se tome este artículo como un ataque a una familia de periodistas y políticos, sólo obsérvese que resulta como mínimo raro que en una misma familia tantos estén de acuerdo y coincidan en una misma línea de estrategia ideológica, en esa línea de pensamiento de los que sin saber de lo que hablan no cesan de hacerlo y hasta de escribir sobre lo que ignoran porque no lo han vivido.
Por allá por los años noventa Guillermo Cabrera Infante me alertó acerca de Carlos Alberto Montaner, en parte tenía que ver con un problema de derechos de autor y Firma Press. Lamentablemente no le hice caso. Años más tarde, ya el grandísimo escritor había fallecido, y no pude confesarle en persona que le daba la razón en todo.
Carlos Alberto Montaner, al igual que su clan ideológico familiar, llevan años tirando piedras sobre temas que definitivamente no conocieron de primera mano. Porque, aunque Montaner estuvo encarcelado en Cuba, desde cuya cárcel pudo escapar en una fuga de película con fondo musical de Olga Guillot y todo, (contado por él a menda), se exilió bastante joven. No sólo ignora el desenvolvimiento ulterior del castrismo en carne propia, además creo que hasta con los años lo ha ido idealizando peligrosamente de manera romanticona.
Zoé Valdés es escritora, artista. Fundadora y Directora general de ZoePost.
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Comparto plenamente lo expuesto por Zoe en relación a CAM. Este señor y su parentesco con Jorge Ramos, demuestra que existen intereses comunes. No el gusto por Donald Trum; es el terror de la izquierda en todas sus manifestaciones por la politica que está implementando para mantener la libertd y progreso de los Estados Unidos de América.
Adelante Zoe. JL. PP 26425.
A mi me paso lo mismo con este senor,yo ni lo leo, me decepciono muchisimo en las elecciones pasadas, no entendi nunca su position, ahora lo veo claro
Gracias Zoé yo sabia que este caballero con c minúscula, nunca sirvió hizo creer aquí en Miami que era estadista y los famosos periodistas como Oscar Haza, el desquiciado Jorge Ramos tienen a toda la familia bajo el mismo tono la nieta un desastre pues no sabe lo que habla, la llevaron a que Joe Biden la abrazara y la besara como es costumbre de este pedofilo, no respetan a nadie tienen a la hija y las mujeres como carnada que se puede esperar de esa familia disfuncional , este señor con s minúscula trabajo con Biden debe de estar un poco comprometido con los negocios de Hunter Y su papá robando millones de dólares y comprando al entonces Ukrania comunista hizo que dejaran fuera de su empleo con los millones de nosotros los contribuyentes es un perfecto Circo Romano🎪 y van a tener que aceptar que el juguetico de este Carlos se le rompió y no tiene arreglo, que acepte su derrota y su hipocrecia de tantos años pero llegó el Presidente que no se vende un gran estratega un hombre de negocio triunfante y no lo perdona pues destapó tantas cajas de Pandora que arde Troya, mis felicitaciones Zoé que Dios te Bendiga, yo se votó, ya vote por el y ahora lo tenemos que defender con todo y mi familia y yo todos votaremos por el único Presidente escogido por Dios para salvar a este país de el comunismo, no hay ser mas despreciable que Carlos A Montaner, un ingerido y falso , per Donald Trump el único presidente que llego al poder millonario y trabaja sin percibir sueldo lo emplea para las necesidades de este Gran País
El último artículo de CAM sobre Trump deja entrever que Montaner ha confundido el concepto liberal clásico. Si CAM es, como dice, un liberal clasico más que mostrar su opinión personalísima sobre Trump cuyas actuaciones pueden estar sujetas a críticas, es preguntarse si el liberalismo (socialistoide) del partido demócrata ciertamente responde a los intereses de los Estados Unidos y si cree que Bilden puede ser un líder para estar al frente de los Estados Unidos. Estimo que el supremacismo de origen de los demócratas ha desarrollado en los miembros de ese partido un “complejo de culpa” sobre el tratamiento racista que han recibido los afroamericanos y esos los debilita porque victimizan a los seres humanos por razón de la etnia a la que pertenecen. No solo CAM es un inmigrante yo también lo soy en Europa y parte de mi familia y de mis amigos son inmigrantes en los Estados Unidos y no coincidimos con la apreciación subjetiva de Montaner. Yo tengo en gran estima a Montaner pero su liberalismo ha perdido brillo, me confunde en ocasiones su equidistancia con los hechos y su apuesta por las emociones.