Cultura/Educación

Náufragos de un ensueño

Por Ernesto Díaz Rodríguez.

 

No es posible dejar anclado en el olvido

el fin de un grave deambular
 
y acaso un beso azul, decapitado,
 
que no llegó a fraguar en los espejos.
 
 
La mar, fugaz, 
 
se empina en la locura de la bruma
 
y gira en espiral en los balcones 
 
donde la luz del sol, rendida en su impotencia
se trenza con las lianas de la  tarde.
 
 
Lamiéndose la lágrima insepulta
 
beben los náufragos la sal de su garganta. . 
 
El huérfano latido de un anhelo
 
se pierde entre la espuma 
 
salobre del cansancio. 
 
 
 
Triunfal, en la  apetencia de inocentes ,
 
la muerte en el océano se agiganta.
 
Su inútil sed de espanto y de amarguras,
 
voraz va desconchando las arterias,
 
lamiendo a contra luz
 
con cuerdas de silencio.
 
la voz decapitada de los náufragos.
 
 
Flotando a la deriva, entre sargazos,
 
la balsa tristemente se deshace.
 
La muerte está de fiesta 
 
y alegre se relame  la garganta,
 
mientras el viento, vestido de inocencia 
 
afila su rústica guadaña.
 
 
Más allá, descorre sus cortinas el alba milagrosa
 
y es inútil su empeño por dar paso a la aurora
 
Preñados de ternura, sus rayos de esperanza  
 
han quedado atascados 
 
en las viscosas ramas  del océano.
 

Ya nada queda más que un pálido recuerdo

de un viejo ensueño, desnudo de cadenas,

que se atascó en el barro 
 
amargo de los mares.
 
 
Bajo la sombra tejida por  las alas
 
de un manto de huérfanas gaviotas,
en la lejana playa de mi infancia
 
visten de luto las tristes caracolas.
 

Ernesto Díaz Rodríguez

Maryland, Septiembre 11, 2023.

Ernesto Díaz Rodríguez. Foto Pedro Portal
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