Por Manuel Milanés.
Mi postura es clara: CRIMEN Y CASTIGO. No hay otra vía para una Cuba libre. Hermanos, hoy quiero dejar fijada mi postura de manera firme e inequívoca. No estoy aquí para debatir ni para entrar en polémicas, sino para que quede clara cuál es la única vía realista y digna hacia la libertad de Cuba. Lo hago porque sé que cualquier día puede ser el último, porque ya he sentido en carne propia lo que significa estar al borde de la muerte, y porque si algo me pasa, quiero que esta postura quede en la memoria de quienes realmente quieren un futuro. libre para nuestra patria. En estos días, se ha vuelto a poner sobre la mesa la idea de una negociación con la tiranía. Se habla de conciliación, de diálogo «respetuoso», de perdón y de amnistía para los criminales que han asesinado, encarcelado, torturado y humillado a nuestro pueblo por más de seis décadas. Se plantea que, si la dictadura propone elecciones «limpias» a cambio de impunidad, debemos aceptarlo y dar vuelta a la página. Se nos dice que pedir justicia es inmoral, que exigir castigo para los represores es odioso, que no sentarse con ellos a negociar es una postura intransigente y equivocada. Pues les digo claro y directo: eso es mentira, eso es traición. Yo no estoy aquí para hablar de nombres, sino de principios. Y el principio más básico de una sociedad libre y justa es que el crimen debe llevar castigo. Si le robamos al pueblo cubano el derecho a la justicia, le estamos robando su dignidad. Sin justicia no hay libertad. Sin castigo para los criminales, la tiranía seguirá viva, aunque cambien los nombres en el poder. Miren la historia. Las sociedades que han optado por el «perdón y olvido» han quedado enfermas, divididas, y con los mismos verdugos convertidos en empresarios, políticos y figuras de poder. España aún arrastra las heridas de su transición. Venezuela, con toda la evidencia de fraude, sigue atrapada bajo el yugo de Maduro. Y ahora, ¿vamos a cometer el mismo error en Cuba? Nos dicen que debemos confiar en un plebiscito organizado por la misma dictadura. Nos dicen que debemos «darle una oportunidad» a quienes han hundido a nuestro país en la miseria, el hambre y el destierro. Nos dicen que debemos sentarnos a la mesa con los mismos que han pateado a nuestros presos políticos, con los mismos que han robado la comida de nuestras familias, con los mismos que han disparado a quienes intentaron escapar del horror. Yo no voy a aceptar eso. Yo no voy a traicionar a quienes han sufrido la represión. Yo no voy a legitimar a los criminales. No se equivoquen: la única forma en que la dictadura se sentará a negociar será cuando esté al borde del colapso, cuando vea que ya no le queda opción. Y en ese momento, lo peor que podemos hacer es regalarle oxígeno. Si le damos seis meses, se reestructuran, se reorganizan y vuelven a apretar el puño. Lo han hecho antes y lo harán de nuevo. Nuestra postura es firme: en una Cuba libre,el Partido Comunista será ilegal, los represores serán juzgados y condenados, y no habrá espacio para el perdón de los verdugos. No aceptamos ningún tipo de pacto con la tiranía. No validamos ningún proceso que incluya a los criminales. No vamos a permitir que los mismos que nos han oprimido por 66 años se queden con una cuota de poder en el futuro de Cuba. Si alguien decide tomar otro camino, allá ellos. Pero quede claro: nosotros no vamos a llamar. Esto no es un juego. Esto no es un negocio. Esto no es una estrategia política. Esto es un apostolado. Esto es una lucha por la dignidad, por la verdad y por la justicia. No nos rendiremos. No nos sentaremos con asesinos. No traicionaremos a los mártires. Si algún día ya no estoy aquí, si algún día me falta la voz, si algún día me apagan por la fuerza, sepan que mi postura es esta, y que lo único que espero es que ustedes la defiendan hasta el final. Porque Cuba merece ser libre. Pero libre de verdad. Crimen y castigo. No hay otra vía.
Gracias Zoe
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