Por Roger Torelló.
El mejor jugador de todos los tiempos no se toma ni un respiro. Ni siquiera cuando consigue su octavo Balón de Oro, ni cuando tampoco tiene un partido oficial por delante que disputar. Leo Messi abandonó el Teatre du Chátelet cerca de la medianoche, después de cumplir con todos los compromisos y de atender a la prensa. Sin apenas tiempo para saborear su logro, el crack argentino puso rumbo directamente al aeropuerto de París para regresar a Miami junto a su mujer, sus tres hijos y la delegación del club de Florida que le acompañó hasta la capital francesa para participar en la Gala del Ballon D’Or.
Tras ocho horas de vuelo, y el tiempo justo de pasar por casa, Messi acudió a la ciudad deportiva del Inter de Miami para ejercitarse con su equipo.
Allí le esperaba un gran recibimiento por parte de todos sus compañeros y su entrenador, el Tata Martino, y el resto del staff del Inter de Miami. Abrazos, un discurso de felicitación, cañones con confeti y un ocho gigante valieron para rememorar la gesta conseguida por Leo con su octavo Balón de Oro precedieron la sesión de entrenamiento. Tras quedar apeado de los playoffs de la MLS, al Inter de Miami únicamente le quedaban dos partidos amistosos en China para completar la temporada el 5 y 8 de noviembre, pero Leo no quiso faltar ni al entrenamiento posterior al de su gran gesta particular…
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