Por Ernesto Diaz Rodríguez.
Hace unos pocos años, como parte de un breve ciclo de trabajo que llevamos a cabo en República Dominicana, visitamos la humilde vivienda de Máximo Gómez, donde él y José Martí, el 25 de mayo 1895 firmaron el histórico Manifiesto de Montecristi. También, como dimos a conocer oportunamente, ofrecimos un sentido homenaje de gratitud al mayor general Juan N. Folch Pérez, ex jefe de la fuerza aérea de ese hermano país, de quien tuvimos las más amplias muestras de solidaridad, cuando en 1964 bajo la presidencia del Dr. Donal Reid Cabral se nos permitió instalar, en la zona de Punta Presidente, un campamento militar a los hombres de Alpha 66.
Desde entonces han transcurrido 59 años de inquebrantable resistencia en las trincheras de este indomable exilio, o de histórica combatividad en las prisiones de la oprobiosa tiranía castrista. Pero unos y otros, en cada escenario de combate hemos sabido mantener la dignidad y la fortaleza de espíritu de los que no se rinden ni claudican en su lucha por la libertad de Cuba.
Hoy, como todos los días anteriores, es de reafirmación patriótica y de renovado compromiso con los que ya no están físicamente entre nosotros, de los que todo lo dieron, con amor y dedicación total a la noble causa que en Alpha 66 hemos sabido defender con decisión y coraje, a pesar de las inevitables adversidades que en ocasiones tuvimos que enfrentar, y esforzarnos más allá de lo imaginable para vencerlas. Son días de reafirmación, en solidaridad con los que lucharon sin dar muestras de cansancio en las trincheras de este histórico exilio. Y de manera muy especial, con los héroes que, fusil en mano, se fueron allá, a su amada Patria, a fecundar con su sangre generosa las semillas de la libertad.
El año 2023 ya está en los días próximos a la fecha del histórico desembarco en las costas de Cuba del estoico luchador José Rodríguez Pérez y el grupo de valientes que lo acompañaron en su legendaria misión, en supremo esfuerzo por reconquistar la libertad de nuestro oprimido pueblo. Y es por tan dignificante acontecimiento que en esta ocasión, y siempre los recordamos con sincera gratitud y el cariño que supieron merecer Rodríguez Pérez y cada uno de los hombres que integraron su equipo de combate. A pesar de las adversidades no fue este un sacrificio en vano, porque fue un gesto de fidelidad, de amor a su pueblo en la cruz del esclavizante comunismo.
Seguimos en la búsqueda de un nuevo sol; un sol de libertad y renovadas ansias de triunfar en nuestro empeño, alimentadas por aquellos que en nuestro país mantienen el puño cerrado y fértiles los surcos de su espíritu para enfrentarse con valor al régimen castrista. Ellos merecen nuestro reconocimiento; merecen nuestro apoyo y nuestra admiración. Y es por eso que en el día de hoy, a nombre de la Dirección Nacional de Alpha 66, queremos aprovechar este oportuno momento para hacerles llegar un mensaje fraterno, de gratitud y trasparente solidaridad a cada uno de los que luchan dentro de la Isla, por la preservación de su dignidad y la exigencia de que sean respetados su integridad física y moral y sus derechos como seres humanos.
También va dirigido este mensaje a los que de una u otra forma, a través de los años han venido demostrando su solidaridad con nuestra organización, y nos ayudan con gratificante disposición en generosos gestos, materiales y espirituales, en irrestricto apoyo a Alpha 66. Sepan que son ustedes parte esencial de quienes alimentan nuestra fe y dan fuerza cada día a nuestro espíritu. Sepan que es esa una poderosa razón que nos hace sentir orgullosos de ustedes y nos da fuerzas para continuar adelante defendiendo la causa por la que luchamos, y nada ni nadie nos va a hacer flaquear en nuestro empeño de hacer de Cuba una nación libre y democrática. Nuestra meta está enmarcada en el rumbo de los vencedores, de los hombres que jamás se rinden ni claudican.
Sabemos que una parte importante de la poderosa fuerza que necesitamos está en la confraternidad. Ha llegado el momento de que nos empinemos por encima de las diferencias naturales que suele imponer la democracia al concedernos a todos los mismos derechos, lo que la hace más fuerte y más coherente con los sagrados principios de la libertad, de la paz y de la justicia.
Los invito, tanto a los cubanos del exilio como a los que escriben páginas de gloria allá dentro de la Isla cautiva, a continuar hermanados, hombro con hombro, llevando a cabo esta lucha sin tregua ni vacilaciones contra la oprobiosa tiranía castrista. Contra la vileza de los opresores de nuestro pueblo infeliz, sin importarnos el cansancio del tiempo ni las condiciones adversas que se interponen en nuestro camino. Porque mantenernos fuertes en la defensa de nuestros valores es la única forma de hacernos invencibles. Muchos son los patriotas que al evocar sus actos de espontáneo sacrificios y sus grandes virtudes alimentan nuestra fe y agigantan la admiración que por ellos sentimos y la gratitud hacia ellos crece y se multiplica en nuestros corazones.
No importa si se trata de ejemplos de la actualidad o nos remontamos en el tiempo hacia un pasado histórico de sacrificios y de heroicidad. Nos satisface evocar la figura del General Antonio Maceo. Todo un símbolo de intransigencia con los esclavizadores de la Patria que, a pesar de su extrema valentía, fue un faro luminoso de humildad, como lo demuestra su histórica actitud al aceptar afectaciones en su jerarquía militar en la expedición que lo llevó de regreso a Cuba en el 95 a fin de continuar la guerra necesaria. Otro, bien sabemos, el más grande en pensamiento y en sabiduría de todos los cubanos, fue nuestro Apóstol de la Independencia, nuestro insigne Apóstol el gran José Martí, que luchó por una Cuba libre, sin yugos ni cadenas, donde hubiese, como primer fundamento en las leyes de la nueva República, el respeto absoluto a la dignidad plena del hombre. Quería una Patria amplia en igualdades, de convivencia armónica entre todos los cubanos; una Patria como generosamente proclamara: “con todos y para el bien de todos”. Así era de inmensa su nobleza. La transparencia de su alma y su refinada inteligencia lo hicieron gigante. Luchó sin odios ni estériles rencores. Pero nunca tuvo una frase de aliento para los esclavizadores de su pueblo, ni les prometió un perdón irreflexivo cuando se llegara a la hora del triunfo, porque el crimen no es una razón sino un acto de aberrante cobardía, sancionable con severidad en toda sociedad civilizada.
Tampoco en Alpha 66 abrigamos odios ni rencores. Ni practicamos o abrigamos fórmula alguna de venganza. Pero nos oponemos con vehemencia a la política absurda de “borrón y cuenta nueva”, tan arraigada en los que orquestan soluciones denigrantes hincados de rodillas, en vergonzosa sumisión con el enemigo vil que los oprime.
Ayudar a nuestro pueblo a liberarse del yugo del feroz comunismo, es responsabilidad que nos corresponde a los cubanos. ¡Sólo a los cubanos! Y no puede haber para nosotros satisfacción mayor que el sabernos útiles y contribuir con amor, a la lucha por la libertad de nuestra Patria, porque sólo así seremos merecedores de un futuro de paz, felicidad y progreso en esa Cuba libre con la que tanto hemos soñado.
¡Tengan todos un saludo afectuoso en este nuevo día de fe y de esperanzas renovadas!
Ernesto Díaz Rodríguez.
Ex prisionero político cubano.
Secretario General de Alpha 66.