Por Carlos Manuel Estefanía.
La dictablanda también incomoda
Comparada con las variantes de otras naciones, la dictadura sanitarista establecida en Suecia, en nombre del pandemismo global, es una dictablanda. Por el momento nadie te obliga (directamente) a inocularte algo que según las autoridades te protegerá del COVID. Tampoco un policía te multa o abofetee, por no ponerte un tapabocas cuando andas por la calle, entras al metro o a una tienda.
Otra cosa es el nivel de propaganda mediática que existe en favor del pinchazo o el bozal, en es Suecia, no parece diferenciarse mucho de países donde impera el fundamentalismo coronovirista. Y eso sí que influye en muchas gentes, que rendidas al mensaje de la caja boba no solo hacen lo que esta les ordena, sino que presionan a los demás, a los que miran por encima del hombro, para que les imiten en el sometimiento. A esto hay que agregar incómodas medidas; como el deshumanizante distanciamiento social, que convierte a los dependientes y choferes de autobuses en una suerte de hipocondríacos de oficio, en seres inalcanzables por el resto de los mortales, es decir por esos clientes y pasajeros a los que deberían atender con esmero, y de los que se alejan como si fueran apestados.
Parte de esta dramatización es el que los suecos tienen que reservar su tiempo en el gimnasio y no ir a la hora que les venga en gana como antaño. Es la consecuencia de la reducción por decreto del número de personas que pueda haber en ciertos locales. Pero ese no es el mayor fastidio, sí lo es en cambio el hecho de que, en la actualidad, se requiera de certificados de vacunación para eventos con más de 50 participantes, ya sean reuniones públicas o ferias, que tienen lugar en interiores.
Esta situación no gusta mucho y para evitar que la cosa vaya a peor, la disidencia nativa conta las políticas virales convocó a sendas demostraciones contra las restricciones. Ellas se planearon para el sábado 22 de enero de 2022, en dos ciudades: Estocolmo, enclavada en la costa oriental y Gotemburgo, frente a la costa occidental del país nórdico.
Así fue en la capital
En el caso de Estocolmo, más de 18.000 personas se habían inscrito para la manifestación, la cual se desarrollaría en el centro de esa capital. Sin embargo, la policía dio permiso para solo 3.000 personas, justificándose con lo central de la protesta. Es algo que resulta inexplicable cuando es precisamente por esos lugares que tradicionalmente se celebraban los días del trabajador, el primero de mayo. Era quizás la mayor demostración de cuantas tenían lugar en Suecia en los tiempos de “normalidad”, en ella participaba toda la ciudadanía que quisiera y sin la menor restricción.
A pesar de la falta de autorización, entre 8.000 y 9.000 manifestantes acudieron a la cita fijada para los dos pasados meridianos, en la plaza de en Sergel.
Luego de escuchar a varios oradores en la plaza, desde allí partiría una gran marcha por la calle de Norrmalmstorg. Los manifestantes fueron gritando, entre otras consignas, la de: “Sí a la libertad, no a los pasaportes de vacunas”. Mientras medios oficiales entrevistaban tanto como a los manifestantes a transeúntes con mascarillas, todavía minoría en el país, que criticaban la demostración, tratando a sus participantes de ignorantes[i].
A eso de las 16:00 horas, la multitud comenzó a disolverse, sin que se diera el menor disturbio, a pesar de que los servicios de seguridad del estado sueco, la Säpo, había advertido de la presencia de violentos extremistas de derecha en la manifestación.
La demostración del oeste
En Gotemburgo, los manifestantes no recibieron el permiso para la marcha. Pese a ello no detuvieron sus planes y acudieron a la cita, que allí fue en la plaza Gustaf Adolfs, a las 3 p.m. La policía los estaba aguardando en el lugar acordado.
Afortunadamente no se dieron choques entre los manifestantes y los gendarmes, quienes dejaron que los antipandemistas marcharan libremente a lo largo de la avenida Kungsport hasta llegar a la plaza de Gota. Según fuentes de la policía participaron en la demostración entre 3.000 y 4.000 personas. Aquí tampoco hubo problemas.
Los participantes por destacar
La prensa establecida no pudo dejar de destacar la presencia entre los manifestantes de activistas del Movimiento de Resistencia Nórdico, de orientación neonazi, así como la presencia de Banderas del Partido Pirata, organización nacida para luchar contra las leyes del copyright en redes, por lo cual es fácil asociarlas con la ilegalidad.
Lo que no le pareció oportuno destacar a los medios, fue la presencia de numerosos extranjeros entre los que desfilaban, algunos de origen africanos, otros portando banderas de países musulmanes, es decir de representantes de las comunidades mas odiadas por los neonazis locales. Por lo visto la lucha contra el pandemismo hace el milagro de hacer desfilar unidos a grupos en conflicto, todo en la lucha por un mismo objetivo, frenar en Suecia al pademismo.
Medicina disidente
Menos hincapié hicieron los medios en la presencia de personal de salud entre los demostrantes. Por ejemplo, la enfermera de la tercera edad que aseguraba que, en dos años, no había visto el menor rasgo de pandemia en su centro de trabajo. Así, la buena mujer, echaba por tierra, con un par de oraciones, toda la narrativa mediática imperante.
Todavía más contundente fue uno de los oradores de la plaza de Sergel, el Doctor Nils Nittorin[ii], miembro de la organización de médicos “Läkare uppropet, título que podríamos traducir como “Llamado Medico” y en cuya declaración de principios se afirma lo siguiente:
“Como médicos e investigadores, queremos alzar nuestras voces contra las restricciones dañinas que se están llevando a cabo en Suecia. Ahora hay demandas políticas para un cierre total de la sociedad. Muchos estudios, publicados por el respetado The Lancet, entre otros, muestran que los encierros destinados a prevenir la propagación de Covid-19 carecen de evidencia. Los beneficios potenciales de cerrar la sociedad deben sopesarse frente a los efectos negativos documentados que trae en forma de cuidado diferido, falta de asistencia escolar y educación, inactividad física, aislamiento y enfermedad mental, deterioro de la salud pública futura, desempleo y quiebras…”[iii]
En su discurso de la Plaza de Sergel, el doctor Nittorin, aseguró la incorporación a esta causa de no menos de 200 médicos y profesores, así como 1.690 funcionarios y cien investigadores médicos. A todo esto, habría que sumar más de 20.000 ciudadanos comprometidos. Así mismo explicó que ellos están a favor de vacunas y medicamentos seguros y probados, pero también, en un cien por cien por la libertad de elección, de informar y del derecho a decir no.
Dijo así mismo que la vacunación se basa en la confianza entre adultos, individuos libres y mayores creyentes. Pero obligar a niños, adolescentes, hombres adultos menores de 40 años a exponerse al riesgo de inflamación del músculo cardíaco, no una vez sino repetidamente, viola la democracia.
Guerra mediática contra la resistencia
Varios son las asociaciones que coordinaron esta demostración en Suecia: El Movimiento de la Verdad[iv], el Movimiento del Despertar [v]y el Movimiento de la Libertad[vi], todos ellos víctimas de campañas mediáticas.
Desde la perspectiva de estos grupos, los ataques en su contra parten de exagerar la amenaza real de la pandemia. Esto logra que las personas sufran miedo y pánico no solo por el virus, sino por aquellos que no sigue recomendaciones supuestamente basadas en la ciencia. Lo que se remata pintando a la resistencia como unas fuerzas extremistas de derecha que intentan derribar la sociedad democrática abierta. Se trataría pues de movimiento nacido de la psicosis de conspiración, que no encontraría otra explicación de su actuar más en la conspiración, ya sea de extraterrestres, ya sea de judíos, ya de los que nos impiden “saber” que la tierra es plana.
Es cierto que por ahí andan locos de ese tipo. Son los que mejor sirven al pandemismo pues permiten ridiculizar a sus enemigos. Pero no fueron esos tarados, ni sus ideas los que movilizaron a miles de suecos este sábado 22 de enero. Fue por el contrario la capacidad de un sector de la población para pensar con cabeza propia, para exigir evidencias de las biopolíticas clonadas que implementan hoy en día los gobiernos mas diferentes del planeta. En otras palabras, lo que movió esa manifestación no fue simple y llanamente la razón.
[i] https://www.svt.se/nyheter/lokalt/stockholm/demonstration-mot-covidpass-i-stockholm
[ii] https://twitter.com/Nils_Littorin
[iii] https://lakaruppropet.se/deklarationen/
[iv] https://projektsanning.com/
[v] https://www.vaken.se/
[vi] https://www.frihetsrorelsen.se/
Carlos Manuel Estefanía Aulet.
Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciandose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente hizo estudios de postgrado en economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras.
En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.
Radica en Suecia desde 1993, donde fue fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica euro cubana, así mismo se desempeñó como presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Ha sido además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.
Como parte de su labor docente ha impartido cursos de teoría socialista, semiótica, Comunicación, Filosofía, Religiones y Lengua Española. Pertenece actualmente a la Federación Nacional de Maestros de Suecia.
Es autor del libro. “Pasión y Razón de Cuba”, así como de: “Y Juanes cantó en La Habana”. Igualmente ha participado en las antologías: “Cuba: Miradas Cruzadas” y “El Libro Rojo del Marxismo Cultural”.
Fundó en 1994 la revista Cuba Nuestra y ha publicado artículos en diferentes medios de comunicación impresos y digitales de Europa y América. Ha colaborado con emisoras radiales en Cuba, así mismo ha realizado y conducido programas radiales emitidos en Estocolmo y en Miami.
Redacción de Cuba Nuestra.
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Gracias a Zoepost y sus colaboradores por estas noticias que de otra manera no supieramos. El caracter desinformativo en los medios “tradicionales” es aberrante.