Por Lucimey Lima Pérez.
En primer término, analicemos, qué es llegar a viejo… Puede que sea una actitud que va más allá de lo ineludible, lo cronológico clasificado en edades, no en mentalidades. Pues sí, somos “viejos” los de más de 60 años… ¿Lo creen así? Es un gran tema de discusión, un reto, y una “posición en la vida”. Quién puede negar su fecha de nacimiento… pero eso es la verdadera cronología. Me pregunto. Muchas veces se vive “tanto” que no se saca la cuenta. Estoy de acuerdo. En mi práctica y en mi vida cotidiana he conocido muchos “viejos” (con todo respeto) de 30 años… ¿Qué significa?
Pues que la llamada vejez es una posición ineludible en la vida, pero que puede tener tintes juveniles durante toda la existencia. ¿Será que usted se considera joven, sin contar los años? El tiempo es indetenible, pero la actitud es modulable. Puede que existan viejos o viejas llamadas “verdes” (también con altísimo respeto), quizás totalmente fuera de contexto, fuera de la realidad. Considero que no es la idea absoluta, pueden ser pinceladas con mucha cordura.
Me manifiesto: tener más de 60 puede que sea una proeza, entre nos, por la salud que se disfruta, por la vida que sepamos llevar. No iremos en contra de la cronología, pero sí a favor de la disposición mental. El criterio de realidad es crucial para nuestra existencia, y cada cual tiene su propia cuenta. Una paciente de 65 años, luego de un tiempo en tratamiento en relación con eventos traumáticos, entre otros, me dijo que se sentía de 40 años en su mentalidad, pero sin perder su claro criterio de realidad. Esta fue una declaración sincera y poderosa para el curso de la Psicoterapia.
Muchos estudios concuerdan y soportan la terrible realidad de ser una persona abandonada, especialmente si es apreciada como que ya “no sirve para nada”. Es la primera razón de trato distorsionado en el mundo al adulto mayor: EL ABANDONO. Luce terrible, pero suele suceder, y debe ser evaluado en el menosprecio y hasta olvido de la familia, que consiste en una auténtica y triste falta de atención. Se expresa a través de un rechazo sutil o completamente abierto. Estudios consolidados sobre el sentir del “anciano” y en algunos estudios el “veterano joven” sugieren que el sentir de abandono es terrible. Considero que el propio análisis y el de su terapeuta podría ayudar a manejar ese tan difícil desamparo en la llamada “vejez”.
Como Psicoterapeuta acreditado sostengo que la “vejez” cronológica es ineludible, obvia, pero que nuestra responsabilidad es inmensa, mientras tengamos buena “cognición” (manejo del conocimiento, del pensamiento), y aun si ya las condiciones mentales, ni físicas son las mismas. Soy solo un transmisor de mi conocimiento, de mi práctica y de mi estudio. Y una amante de la alegría de vivir que aprecio en varios ancianos.
En base a tantos estudios controlados, expreso que la conclusión es que el peor problema de los llamados “adultos mayores” es el abandono. Los datos anecdóticos, tanto venidos de la práctica profesional como de las historias familiares, son alarmantes. Sin embargo, me atrevo a expresar con propiedad que no es el caso en muchas familias y que existen ejemplos admirables que destacan una atención de calidad única y de beneficio sin par.
Un estudio realizado en el Baylor College of Medicine Geriatrics Clnical, Houston (Bitonto Dyer y col., 2011) incluyó más de 530 pacientes de alrededor de 75.6 años, 70% mujeres. Pues el 50% tenían trastornos cognitivos (del pensamiento: desorientados en tiempo y espacio; disminución en atención; concentración y memoria). El término que sobresalió ha sido neglected, que significa descuidado y puede ser un “castigo” auto infringido por falta de autoestima, de insuficiente valor en los conocimientos acumulados, de menguado apoyo social solidario y en la valoración sobre cuánto aún se puede dar en esa recta final.
En un tiempo se consideró con amplitud internacional que la primera causa de “abuso” al adulto mayor era de características financieras, lo cual no deja de suceder. Hoy la mayoría del mundo declara que es el descuido el que se halla en el primer lugar, el no tomar en cuenta y tratarlos más como un objeto que como una persona, lo cual tiene un costo mucho más elevado.
Espero que los datos comunicados y las ideas sobre el tema despierten interés en lo que fueron nuestros antecesores y en lo que podremos llegar a ser nosotros.
Lucimey Lima Pérezes Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica. Investigador Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
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