Por Gloria Chávez Vásquez.
Hace algunos años, una estudiante de arte que, hacia su práctica en una cárcel colombiana, se preguntaba si había mirado alguna vez a los reos, con el mismo menosprecio de los funcionarios que asistían a las actividades carcelarias. Ella estaba convencida de que las personas privadas de la libertad nunca han dejado de ser parte de la sociedad, aunque la sociedad quiera excluirlos. Había una diferencia entre aquellos que cometen un error de juicio y quieren enmendarse y los que en verdad tienen una mente criminal, muchos de los cuales nunca pagan cárcel.
De lo que, si estaba segura aquella joven, era de que su deseo de ayudarlos a transformar sus vidas no solo era una vocación, sino, además, su misión. Y ¿qué mejor manera de asistir en la sanación social y espiritual de un ser humano que a través del arte?
Una obra sin nombre
María del Mar Gantiva estudiaba teatro en la Universidad de Bellas Artes cuando ella y sus compañeros, representaron Un cuervo a la madrugada del dramaturgo uruguayo Carlos Maggi, (1922-2015), en la cárcel de Cali. El día de la representación, a la estudiante, que, hacia el papel de un juez, le preocupó que fuera a ofender a los asistentes, congregados en el patio de prisioneros políticos, por su fuerte crítica a las injusticias de la sociedad. Para su sorpresa, no solo se rieron, sino que muchos se identificaron con la obra. La experiencia la motivó y a otras 3 estudiantes a hacer su práctica pedagógica en el sistema penitenciario.
Uno de los resultados de la labor colectiva de estudiantes e internos fue La obra que no tiene nombre. La comedia, que hablaba del amor y la familia, se presentó en el patio de las mujeres en la cárcel de Jamundí, (población 4.000+ entre hombres y mujeres, algunas, madres lactantes o embarazadas) a las afueras de Cali. A los internos les entusiasmó tanto aquella actividad, que algunos preguntaron si ellos podían hacer teatro dentro de la cárcel. Para María del Mar fue la invitación a seguir trabajando con ellos. Cuando se propuso el programa, muchos llenaron la solicitud, pero solo un grupo de 50 a punto de cumplir sus condenas fue seleccionado.
La misión de la artista
María del Mar estudió danza contemporánea y folclor nacional en el Instituto Colombiano de Ballet Clásico; en la Universidad de Bellas Artes se licenció en Artes Escénicas. Tras su experiencia en el proceso carcelario se enfocó en la enseñanza del teatro como medio de transformación social en contextos vulnerables y escolares.
Con ese propósito creó la Fundación Sociedad Interna en 2017 con el respaldo de su madre, Silvia María Vergara, profesora asociada con el arte. La fundación inició talleres de teatro y música en otros centros penitenciarios del departamento del Valle, en Cali, Jamundí, Palmira. Buga, Tuluá y Santander de Quilichao. Con la ampliación de sus programas, el nombre de la Fundación se transformó (2022) en Acciones Generadoras de Oportunidad (AGO) pues se quería hacer conciencia de que, la penitenciaria, es una comunidad que forma parte activa de la sociedad.
María del Mar conoció a Francisco Javier Agudelo cuando aún estudiaban en la UBA. El percusionista entró en su vida con la música y se convirtió en su consejero y colaborador. Licenciado en Educación Artística, (énfasis en música), de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Nacido en Buga hace 32 años, Francisco comenzó su camino musical a los 12 años. Cuando se casó con María del Mar se convirtió en la rueda que le faltaba a la Fundación y, comprendió que la misión de su esposa (y compañera de 10 años) era también la suya.
Al son de otra música
“El arte en Colombia es más popular a través de la música”, nos dice Francisco. En cualquier evento siempre está presente. Por eso en 2018 la Fundación inició el Concurso Anual Carcelario de Música, donde se invita a 3 jurados prominentes entre instrumentistas y directores de orquesta.
La fundación ha colaborado con iniciativas musicales con la orquesta Son de Villa como Cali Diferente, destinadas a participar en la Feria de Cali. Hace poco, Ago realizó la producción audiovisual con la canción Cali es una Fantasía escrita y producida dentro de la cárcel.
Los internos se valen de la música, la danza, la escritura y el teatro para contar sus historias y fortalecer su capacidad de expresión, en relación a sí mismos y a los demás. Esto hace posible la reconciliación familiar y social, así como el trabajo en equipo y su eventual reinserción en la sociedad. Para ello es necesario un espacio que los haga sentir y pensar como seres humanos.
Empoderamiento y guía
El año pasado la Fundación celebró el Día de la Mujer para involucrar a los seres queridos de las personas que están en el proceso de recuperar su libertad, incluyendo a la comunidad LGTB+ cuyos miembros son muy vulnerables dentro y fuera de las cárceles. Buscando reconocer su derecho a existir y ser respetados, y como parte de las actividades de celebración de su 5to aniversario, AGO estableció el Concurso de Belleza para proveer de expresión propia, autoestima, confianza y brindar otras alternativas a estas personas.
Actualmente la organización cuenta con semilleros de música, percusión, teatro, salsa, y proceso de formación artística. Cuenta además con grupos de apoyo, como la escuela de danzas Upstage; Ecoluna, grupo de gestión menstrual digna; Payande, tienda ecológica; Anari, moda consciente, Escuela de Fotografia del Valle; Fundación Son de Luz; Academia de Salsa social y artística; Jean School Model; Dacapo Musical; Co&Co (Cocktail and Coffee) y otras personas cómplices del proceso de libertad dentro y fuera de la cárcel, quienes patrocinan concursos y aportan formación y becas.
A esto se añade el Campo de formación, crecimiento personal, espiritual y productivo, donde se enseñan técnicas para perdonarse, reconocerse como seres útiles, creativos y con lo que se refuerza la esperanza de transformación y cambio a un estilo de vida positivo.
Su experiencia con el arte les hace reflexionar, les cambia la mente, los transforma, los vuelve más sensitivos. No quiere decir que les va a cambiar dramáticamente la vida a todos, pero si se la cambias a uno, se la estas cambiando a una generación”, señala la líder social.
AGO apoya en el proceso inicial a los externos que buscan la Fundación. Es el caso de un joven que se graduó recientemente de barista, y que está convencido que Dios le ha dado una segunda oportunidad. Pues, como el mismo lo dice, en la vida de crimen la opción es la cárcel o la muerte.
Cómplices de libertad
Aunque cuentan con la generosidad de voluntarios, negociantes y algunas sociedades a la que han acudido por ayuda, María del Mar y Francisco continúan trabajando como docentes de danza y música. Con la contribución de Doña Silvia en el diseño gráfico y proyectos económicos, AGO ha empezado a contratar personas que recuperan su libertad, para la fabricación de vasos y camisetas con la marca Cómplices de Libertad. La idea es convertir la organización en un ente autosostenible.
Sus experiencias con las comunidades privadas de libertad, dice María del Mar, me han hecho crecer como persona y como profesional y me motivan todo el tiempo. Ha sido nuestra vida familiar. Ha atraído a mucha gente que tenía conceptos diferentes.
Como testimonio de cómo el contacto y la comunicación son básicos para remover el estigma que persigue a los confinados, está el de Gabriel Gativa, padre de María del Mar, responsable de transportar al personal de AGO a sus eventos y destinos. Como militar retirado, Don Gabriel tenía una visión generacional muy diferente respecto a los presos y por un tiempo se limitó a transportar al grupo y acompañarlos hasta la puerta de la cárcel. El día llegó en que se dio cuenta de que los internos trataban familiarmente a su hija. Era obvio que la respetaban. Cuando escuchó sus historias, se conmovió de tal manera, que hizo el propósito de involucrarse más en las actividades de la organización.
Tanto María del Mar y Francisco, como todos aquellos que han respondido a las necesidades de las personas privadas de libertad (ppl)se sienten satisfechos de que, a través de su labor artística y social en la Fundación AGO, han logrado no solo guiar a muchos expresidiarios, sino inyectar de empatía, a familiares, amigos, y demás seres humanos que deciden escuchar las historias camufladas tras las rejas.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora residen en Estados Unidos.