Por Zoé Valdés/La Gaceta de la Iberosfera.
A la izquierda le ha gustado siempre eso que los cubanos llamamos el mazacoteo, de mazacote, o sea, la promiscuidad grupal. No sé, nunca he sabido la explicación, ellos consideran ese tipo de recholata como algo desinhibido que relacionan con la libertad sexual. Empiezo por aclarar que nunca he sido santa, los que han leído mis novelas lo sabrán de sobra, pero yo las mato callando, que es como mejor se goza.
El problema de la izquierda es que todo lo elaboran con alarde y alevosía, o sea para que tarde o temprano se conozca, que se sepa y se divulgue que ellos sí que pueden poseer a tutiplén apartamentos, coches lujosos, aviones, lomas de cocaína y putas al burujón, o sea, a puñados; los demás a doblar el lomo para que ellos puedan pagarse su recreación. Los otros a trabajar para que los izquierdosos tengan lo que ellos creen que se merecen: todo. Confunden el poder con el tener. La bambolla les aplasta.
Al gobierno más corrupto de la historia le han florecido mansiones, chaleteses, apartamentos de todos tamaños y precios, que incluso les regalan a sus putillas, y las putillas no son unas ni dos, constituyen ya todo un jardín de lo mal habido, vamos, que ni Baudelaire con sus Flores del Mal. Ni hablar de los aviones y los vuelos a Santo Domingo, o a cualquier lugar del planeta, qué más da, y es que cuando se ha sido contable de saunas lo que más atrae es la vulgaridad del lujo.
De modo que a mí particularmente la izquierda no me asombra en absolutamente nada, ¿esta izquierda de ahora es peor que la de hace unos años atrás? No, sólo que ésta es como más descollante y relumbrona. Les escasea el talento, inteligencia, cultura, educación, y les sobra vicio, falacia, trolería, maldad (de malditos). La izquierda es el imperio de la fullería…