Por Zoé Valdés/La Gaceta de la Iberosfera.
En los últimos tiempos, la Fundación Disenso ha sido diana de ataques y críticas provenientes de sectores socialcomunistas y afines detrás de las mamparas de los cobardicas de una derecha que no levanta cabeza arrastrada hacia el abismo por los empeños caprichosos del dictador. Estas descalificaciones suelen estar cargadas de prejuicios ideológicos y buscan deslegitimar no sólo la institución, sino también las ideas que promueve. La Fundación Disenso es la única fundación que reúne a personalidades cuyas ideas son disímiles y las defienden desde su obra, y desde su deseo de que la cordura y la libertad regresen a la discusión política y social en un panorama envenenado y ninguneado desde el odio y la ignorancia, que es monumental. Intentaré argumentar mi defensa de la Fundación Disenso como miembro (por la parte cultural) de la misma y expondré por qué estos ataques carecen de fundamento y representan una amenaza al pluralismo democrático de nuestro país. Empecemos por decir que llamar a la Fundación Disenso «la Fundación de Abascal» no es para nada —aunque los que nos atacan lo crean— un epíteto que nos incomode. El líder de VOX es autor y coautor de diferentes títulos importantes donde refleja un pensamiento legítimo en defensa de las libertades, asume un liderazgo dentro de la batalla cultural que nos ocupa, y posee los conocimientos necesarios, al igual que otros líderes europeos e hispanoamericanos, con los que inspira el cometido de la Fundación Disenso: disentir e indagar en la búsqueda de la verdad, situarse del lado de la compasión, de la prosperidad, y determinar que la libertad es el único camino posible.
Uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática es el respeto a la diversidad de ideas y la existencia de espacios donde estas puedan ser debatidas libremente. La Fundación Disenso nació precisamente con ese objetivo: fomentar el pensamiento crítico, la investigación y la confrontación de ideas desde una perspectiva alternativa a la hegemonía progresista —que no constituye más que hipocresía y antiprogreso— que, durante años, ha monopolizado el discurso público en muchos ámbitos. Atacar a la Fundación Disenso desde los medios afines a la dictadura de Pedro Sánchez, con bajezas tales como inventarse desplomes donde sólo hay construcción en subida continua, sólo delata la situación tan mediocre y lamentable en la que se encuentran nuestros rivales ideológicos.
Los ataques socialcomunistas cuya ideología preferida es el islamismo radical (probado, debido a las continúas felicitaciones recibidas con gusto desde el poder, de parte de la banda terrorista Hamás a la dictadura sanchista y a sus medios leales) contra la Fundación Disenso suelen basarse en dos argumentos principales: la supuesta «radicalidad» de sus propuestas y la acusación de ser un «instrumento político» al servicio de intereses contrarios al «progreso». Nadie hace más por la prosperidad y por la paz que nuestra Fundación, que se mueve en la alegría del conocimiento y no en el odio de la bestialidad ignorante a la que se refería el filósofo André Glucksmann. Sin embargo, estos argumentos resultan falaces por dos razones:
Y dos. Instrumento político: todas las fundaciones, sean progresistas o conservadoras, tienen una orientación ideológica y buscan influir en el debate público. Lo que resulta preocupante es que desde el socialcomunismo cuyo referente es el islamismo radical se pretenda silenciar o estigmatizar a aquellas instituciones que no comparten su visión del mundo. Sabemos que es típico del socialcomunismo y del islamismo radical no aceptar la existencia del otro, ni tolerar pensamientos elevados que brinden la razón a la verdad, a la ciencia, a la cultura…
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