Por Carlos Manuel Estefanía.
La prensa oficial frente a la revuelta
El pasado 9 de julio, desde La Habana, pero no en los medios oficiales, se difundía la macabra noticia, de que una persona enloquecida y armada con un cuchillo, hería a otras 6, de las cuales 4 morían. El homicida, tras incendiar su casa se lanzaba por un balcón reventándose “como una frutabomba,” al decir de un testigo. En total. 5 muertos y dos heridos era lo que dejaba el triste suceso. Parecía el anticipo de lo que pasaría poco después en toda la isla. Como si el diablo se hubiese escapado en ella:
Desde el pasado 11 de julio y durante varios días hemos estado viendo terribles escenas grabadas en Cuba. En ella se muestra la despiadada represión desatada por el régimen de Miguel Mario Díaz Canel, a partir del mismo 11 de julio de 2021. Ocurrió de pronto, cuando los manifestantes pacíficos que por varias horas estuvieron desfilando por las calles del país, se vieron atacados sin contemplaciones, por quienes hasta el momento les observaban, vigilantes de que se mantuvieran dentro del cumplimento de la ley.
En este bautizo de fuego totalitario recibido por los milenials cubanos, esos que ni siquiera conocieron las rudezas de las escuelas en el campo, participaron por igual fuerzas policíacas, militares y paramilitares que se dieron gusto dando patadas y puñetazos contra personas indefensas y aisladas; ellos, los gubernamentalistas, en grupos, apaleando, apedreando, y hasta baleando a la multitud que en su mayoría protestaba pacíficamente. Sin embargo, a diferencia de lo que había ocurrido con el “loco” del día nueve, “sólo hubo un muerto”.
Esa era la minúscula cifra de la que se habían hecho eco los medios del mundo, tanto los amigos del régimen como los supuestamente imparciales. La fuente era una nota informativa del Ministerio del Interior cubano publicada en la prensa oficialista:
. “…En horas de la tarde del 12 de julio de 2021, grupos organizados de elementos antisociales y delincuenciales en el consejo popular Güinera, municipio de Arroyo Naranjo, alteraron el orden e intentaron dirigirse hacia la Estación de la Policía Nacional Revolucionaria del territorio, con el objetivo de agredir a sus efectivos y dañar la instalación.
Los manifestantes, a su paso, fueron interceptados por fuerzas del Ministerio del Interior y la población, y en su intento por evadir la actuación, vandalizaron viviendas, incendiaron contenedores y afectaron el tendido eléctrico; al propio tiempo que agredieron con armas blancas, piedras y objetos contundentes a los agentes y civiles en el lugar.
En el enfrentamiento, varios ciudadanos fueron detenidos, y otros resultaron lesionados, incluyendo agentes de la autoridad.
Entre los participantes en los disturbios, resultó fallecido el ciudadano Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, residente en el propio municipio y con antecedentes por desacato, hurto y alteración del orden, por lo cual cumplió sanción…”
Esa es la tónica del enfoque informativo oficial; ignorar todos los atropellos cometidos por el estado contra la población civil, focalizarse en los pocos casos de vandalismo que se dieron, ya fuera por sus agentes dentro de los que protestaban (vieja técnica que utiliza la policía de cualquier parte del mundo), ya como respuesta o aprovechando el caos generado con la carga de las fuerzas represoras, por parte de algunos marginales o simplemente gente necesitada.
Por ejemplo, en el artículo publicado por el “filósofo” Enrique Ubieta Gómez, el 15 de julio en Granma, titulado “¿Reclamar o pisotear derechos?, a quienes el pensador oficialista trata como héroes no son a los ciudadanos de Cárdenas, que intentaron tomar la sede municipal del Partido, el domingo 11, sino a sus funcionarios y empleados que resistieron el asalto. Lo hacía reconociendo que los atacantes eran más, o sea que eran más los pobladores dispuestos a tomar el local que aquellos que querrían defenderlo.
Se trata de un hecho trascendente, si se tiene en cuenta que no es la primera vez que ocurre una revuelta popular contra el castrismo en ese lugar. Un amigo militar me contaba hace tiempo que, durante las escaseces de los años sesenta, se dio en Cárdenas un tremendo cacerolazo por el que hubo que movilizar las fuerzas armadas. El poblado, además de ser la cuna de José Antonio Echeverría, mártir estudiantil católico en la lucha contra Batista, es conocido como:” Ciudad Bandera”. El título hace alusión al desembarco ocurrido el 19 de mayo de 1850, de un grupo de mercenarios, bajo el mando del filibustero masón, de origen venezolano y ex oficial español, Narciso López . La expedición fletada en Estados Unidos traía la misión de separar a Cuba de España para integrarla como un estado más a la Unión norteamericana.
La operación fracasó, pero su bandera sería tomada en la Asamblea de Guáimaro del 10 de abril de 1869 como enseña nacional de Cuba, muestra del fervor anexionista que allí se respiraba. Lo interesante es que esa misma bandera plantada en Cárdenas, por un extranjero, se mantiene hasta hoy como la cubana, como si nadie, incluso en ese gobierno supuestamente marxista y antiimperialista, conociera su verdadero origen o el significado masónico de su simbología. (Ver también
Historia de la bandera cubana.)
Por supuesto a ningún órgano de prensa nacional, ni siquiera extranjero, se le ocurre verificar que tanta violencia solo trajera por resultado un solo muerto. Mucho menos formar revuelo con los desaparecidos o exigiendo la libertad inmediata de los más de 400 presos reconocidos que dejaron las protestas, como se formaba cuando estos tenían lugar bajo los regímenes militares en cualquier otro sitio de Iberoamérica.
Menos contrastarán el llamado posteriores dados por Díaz Canel con una expresión propia de un monje benedictino, para que;” el odio no se apropie del alma cubana, que es de bondad”, con sus órdenes dadas, al principio de las manifestaciones, para que todos los comunistas a salieran a las calles y enfrentar lo que él llamó provocaciones. Una apelación en términos castrenses que se tradujo en violencia desproporcionada contra un pueblo desarmado, que pedía libertad.
Una violencia que el mismo Diaz-Canel, escoltado por el resto del gobierno avalaba cuando decía las siguientes palabras ante la televisión cubana:
“…estamos dispuestos a todos y estaremos en las calles combatiendo y sabemos que se están gestando incidente de este tipo sabemos que en estos momentos hay masas revolucionarias en las calles de la Habana también enfrentando a elementos contrarrevolucionarios”
Ya sabemos no se trató de un enfrentamiento verbal o de consignas, ni siquiera una pelea en igualdad de condiciones a pancartazos, como se ve en cualquier país latinoamericano cuando chocan los miembros de diferentes partidos. Fue un acto puramente ilegal y abusivo, donde las autoridades compartieron el monopolio de la violencia con el sector gubernamentalista de la ciudadanía.
La no injerencia extranjera
Mientras no se identifique algún otro ente organizador, habrá que convenir en que el sujeto de esta revuelta ha sido el pueblo cubano, demostrando con su acción la incapacidad para liderarlo, tanto por parte de la oposición interna, particularmente el sector financiado desde el exterior, con anuencia del régimen que, a fin de corromperlo deja que se violen abiertamente sus propias leyes, como del aparato político del exilio, en particular el que se inserta dentro del estado norteamericano.
Ha quedado claro la falsedad de ese viene el lobo, de la intervención extranjera con el que el régimen asusta a la población para que no proteste y se mantenga unida bajo su égida, en nombre. defender una dudosa soberanía nacional.
Ni a los Estados Unidos, ni a la OEA, le importó o le importará la represión en Cuba, como tampoco le ha importado la que sufre Nicaragua o Venezuela por regímenes inspirados desde nuestra isla. En resumen, los cubanos están solos y como tal deben actuar.
En cuanto a esa “soberanía”, de la que hablan los valedores del régimen en el exterior, conviene recordar que es completamente falsa.
Al margen de su retórica de independencia, la revolución cubana es pionera en el sometimiento al nuevo orden mundial, de ahí su “inexplicable” intocabilidad en cualquier foro internacional y la cantidad de admiradores y amigos que le aparecen por todos lados y no solamente en pueblos desinformados o analfabetos o en círculos de izquierda.
El régimen cubano se ha dedicado desde su nacimiento en 1959, a la tarea de destruir nuestra agricultura y pesca, ha desindustrializado al país y reducido su población. La Revolución es una adelantada en aplicación de las sugerencias neomaltusianas del Club de Roma, las mismas que hoy parecen seguir todos los países de nuestro hemisferio.
COVID 19: un arma de la Revolución
Tras un breve desencuentro inicial con respecto al resto de occidente Cuba y México se convirtieron por unos días en territorios libres del pánico coronovirista en las Américas. Pero la isla ya hace meses descubrió las ventajas, sobre todo de control político, que le ofrece el sumarse al Pandemismo global. Así, como muestra de su docilidad al globalismo, una más, se ha entregado con pasión inigualable al hiper cuestionado protocolo pandemista recomendado por la OMS e incluso haciendo aportes de su propia cosecha y no precisamente para bien de los cubanos.
El sometimiento es tal que el gobierno ha decidido mantener el encierro y el bozal cuando otros países comienzan a desarmar el aparataje de la dictadura sanitaria.
Esta, como demuestra el caso sueco, si bien resulta innecesaria para reducir los contagios y fallecimientos provocados por el COVID19, sí se ha convertido en un elemento de control y autocontrol político indiscutible, aceptado incluso por personas más o menos cultivadas. Por ejemplo, las que ahora se enteran en España de la inconstitucionalidad del arresto domiciliario que sufrieron durante meses. No lo han sabido por educación cívica o siquiera sentido común elemental, sino por lo que tardíamente, tras la muerte de miles de ancianos en soledad, les dice un tribunal. Así está el llamado mundo democrático, qué dejaremos para el dictatorial al que Cuba pertenece.
El mismo error de aceptación del confinamiento como “panacea universal” ha sido inducido en la mente de los cubanos. Ahí tenemos el caso de Silvio Rodríguez, cuando le escribe a uno de los lectores de su Blog, Segunda cita (donde no logro encontrar otras declaraciones comprometedoras que se le atribuyen en estos días)- lo siguiente: 16 de julio de 2021, 16:44:
Sin ironía, en serio: ¿Cómo podría el gobierno escuchar ahora a todo el mundo, con Miami dando instrucciones para alzamientos en todo el país, con la COVID, con los planes económicos a medias, etc., etc.…? Sinceramente ¿cómo se podría? ¿Alguien ha pensado en eso? ¿Hay un plan, una propuesta?
Ya no le basta al autor de fusil contra fusil, un canto a la exportación de la violencia allí donde los haya, con ese viejo plattismo (dependencia de Estados Unidos) por carambola, por el cual se culpa a lo que se haga en Miami, de que el gobierno en Cuba no escuche a su pueblo.
Ahora hay que sumar a la COVID, que por paralizar en la “búsqueda de propuestas”, paraliza también el entendimiento de un cineasta casi disidente como es Eduardo del Llano. El escritor y guionista parece estar más preocupado por la cantidad de potenciales contagiados de coronavirus que traerán las protestas de su pueblo, que por las medidas tomadas por el gobierno para reprimirlo.
Me gustaría conocer qué dirá Eduardo, desde España, sobre la falta de distanciamiento social en la megamarcha organizada por Diaz-Canel este17 de julio, a fin de borrar la imagen de los disturbios. El acto multitudinario que tuvo lugar en el corazón de La Habana con la presencia de Raúl Castro, con actividades simultáneamente en todas las provincias del país, en defensa de “la Revolución y el Socialismo”
Veremos qué dice cuando el gobierno decrete el fin del coronavirus. Es lo que ya está pasando paulatinamente y sin mucha lógica científica en otros países. Por lo visto ya cumplieron con lo previsto por los organizadores de la ‘plandemia’, si no es que fueron empujados por las revueltas anti-régimen pandemistas de todo el mundo, entre las cuales, también hay que incluir la recién protagonizada por nuestro pueblo.
Por lo menos el antiguo integrante del grupo creativo “Nos y otros”, cuestiona la posición de Díaz Canel y no comparte sus tesis de que es la manipulación la que mueve a los manifestantes. Eso sí, el realizador de Monte Rouge considera idiotas a las multitudes que salieron a protestar, como hace con quien no comulgue con su secta, el típico fundamentalista coronoviroso.
Aun así, se le puede perdonar, a Eduardo ese pequeño detalle de mal gusto, que en definitiva lo separa y salva de la abyección en la que cae la poeta Nancy Morejón.
Aquella, en sus declaraciones ofrecidas al Ministerio de Cultura, publicada el13 de julio de 2021, vuelve a aludir a la pandemia, pero no con el pánico de Eduardo del Llano, sino como una metáfora que le permite reducirlo todo a una expresión del diferendo entre Cuba y Estados Unidos. Es la misma lectura gubernamental, la cual parece clamar con más fuerza que cualquier exiliado por el intervencionismo extranjero como forma de justificar su inmoralidad. Es desde esa misma posición que Premio Nacional de Literatura, en clara alusión a las protestas, no a su aplastamiento afirma frente a las cámaras de un Ministerio, que no ha sabido representar ni defender a los creadores cuando se los lleva la policía:
“Estos hechos de ayer inaceptables condenables en todo sentido esos hechos de ayer forman parte de una vida pandemia tan terrible como esta que nos azota que es la del imperio que trata de devorar nos, de devorar nuestro mar nuestro cielo y lo más importante nuestra cabeza y nuestro corazón.”
Pocas veces se le ha sacado tanto partido a la existencia de un vecino “tan poderoso”.
Alguien que se las arregla para beber de ambos discursos, el del arrogante y tibio del Llano y el de la apocalíptica Morejón, es el también escritor Leonardo Padura, quien escribe lo siguiente en su artículo Cuba: “Un grito desesperado”;
“Parece muy posible que todo lo ocurrido en Cuba a partir del pasado domingo 11 de julio lo hayan alentado un número mayor o menor de personas opuestas al sistema, pagadas incluso algunas de ellas, con intenciones de desestabilizar el país y provocar una situación de caos e inseguridad. También es cierto que luego, como suele suceder en estos eventos, ocurrieron oportunistas y lamentables actos de vandalismo. Pero pienso que ni una ni otra evidencia le quitan un ápice de razón al alarido que hemos escuchado. Un grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza y una pérdida de expectativas.
A ese reclamo desesperado, las autoridades cubanas no deberían responder con las habituales consignas, repetidas durante años, y con las respuestas que esas autoridades quieren escuchar. Ni siquiera con explicaciones, por convincentes y necesarias que sean. Lo que se impone son las soluciones que muchos ciudadanos esperan o reclaman…Creo que nadie con un mínimo de sentimiento de pertenencia, con un sentido de la soberanía, con una responsabilidad cívica puede querer (ni siquiera creer) que la solución de esos problemas venga de cualquier tipo de intervención extranjera, mucho menos de carácter militar, como han llegado a pedir algunos, y que, también es cierto, representa una amenaza que no deja de ser un escenario posible.”
Está muy bien que Padura opine sobre lo que pasa en la isla donde escribe, pero debe hacerlo con mayor especificidad, posicionándose claramente frente a una represión, que va más allá de la consigna y que describe en términos vagos con estos términos:
“Mucho menos puede emplearse como argumento de convencimiento la respuesta violenta, en especial contra los no violentos. Y ya se sabe que la violencia puede ser no solo física”
Padura distrae la atención de lo principal, incluso de esa violencia a la que pone un curita con aquello de; “ya se sabe que la violencia puede ser no solo física” lo cual parece más bien el alegato ante un tribunal dirimiendo un caso de pelea doméstica, que lo que acaba de pasar en toda Cuba. El escritor expresa su opinión sin ir al grano, la podredumbre radical de sistema y lo hace aludiendo a elementos reales, aunque secundarios, como, por ejemplo, al embargo y a los agentes pagados como posible elemento detonador del estallido.
Y aun cuando reconozca la honestidad de muchos indignados, el autor de ‘El hombre que amaba los perros’, un auténtico tratado antiestalinista, nos distrae cundo le dedica tantos renglones a alertarnos contra los que piden una intervención norteamericana.
Él sabe bien que por mucho que se solicita esa invasión nunca ocurrirá. Es lo que ha confirmado a la Voz de América el senador demócrata Bob Menéndez presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado cuando afirmó:
“No vamos a tener una intervención militar en Cuba. No lo ha hecho ninguna administración, ni republicana ni los más anticomunistas…eso es lo que quieren los fidelistas”.
Es bueno aclarar los motivos por lo que, en esto de la intervención militar de Estados Unidos en Cuba, tanto norteamericanos como cubanos, al menos una buena parte de ellos están escarmentados. Los primeros porque saben que no terminan solucionando nada y todo se convierte en la historia de nunca acabar. Los segundos; porque han aprendido de su historia que lo que los norteamericanos dejan, no es mejor que lo que se llevan. Esto lo conoce muy bien un hombre cultivado y actualizada como Padura, que sale y entra en Cuba cuando quiere.
Artistas se posicionados junto al pueblo
Pero el verdadero aquilatamiento moral de la posición asumida por Padura compañía ocurre cuando se contrastan sus declaraciones con la destacados músicos, como Leo Brouwer, quien escribió en su muro de Facebook:
” ¡Qué dolor, qué tristeza que se llegue al abuso del poder! Nunca imaginé que las fuerzas del orden en Cuba fuesen a agredir a gente común y pacífica como somos los cubanos. Cuando el cubano protesta, no cabe duda de que la política o, mejor dicho, el poder político y militar se ha extralimitado”.
Por su parte, el sonero Adalberto Álvarez no se quedó atrás del afamado guitarrista dejando claro también que se encontraba “del lado del pueblo” y que no guardaría silencio ante todo lo que estaba ocurriendo en estos momentos en su país.
A estas voces habría que agregar la de otros artistas e intelectuales que supieron definirse del lado de su gente: Chucho Valdés, Leoni Torres, Yuliet Cruz, Yomil Hidalgo, Dianelys Alfonso Cartaya (“La Diosa) Lo hicieron bajo el riesgo de terminar como el poeta Javier L. Mora quien tras renunciar públicamente a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC: Unión de Escritores y Artistas de Cuba) en protesta por lo acontecido, terminó arrestado por la policía holguinera.
Modelo en crisis
El primer paradigma puesto en crisis con la revuelta y sus resultados es el que afirmaba lo “conveniente” de impulsar al país a su norcoreización por presión económica y aislamiento internacional. Es decir, estimulando el regreso del castrismo a su estadio más ortodoxo; el de la cerrazón más absoluta establecida entre 1968 y 1975. En teoría esto provocaría un estallido social, que traería la liberación. El estallido lo acabamos de ver, la libertad sigue brillando por su ausencia.
El exilio más numeroso y cercano, el de Miami, tampoco logró hacer mucho. Es tan respetuoso de las leyes que no se atrevió a materializar la flota anunciada, no para llevarle armas al pueblo masacrado, sino para protestar en aguas internacionales. Eso sí para molestar a la población multiplicándoles aliados locales al castrismo no encontró nada mejor que formar un tranque el Palmeto, bien lejos del Downtown de Miami, o salir a dar gritos hasta que Biden interviniera en Cuba. Una medida vetada por todos los gobiernos norteamericanos desde abril de 1961, cuando dejaron en la estacada a los expedicionarios de Bahía de Cochinos. Prefieren empantanarse en Vietnam, Somalia, Irak o Afganistán, pero no en Cuba teniéndola tan a mano, por lo que ya hemos mencionado y posiblemente otras razones que algún día se sabrán y no creo que sean evitar las víctimas de la población civil que toda intervención de EUA deja allí donde tiene lugar allí donde le conviene.
En el caso de que el llamado parón impulsado por el Youtubero cubano Alex Otaola y quienes le imitan, hubiera tenido éxito, sobre todo en el aspecto de no enviar recargas a los teléfonos de los cubanos en la isla por sus familiares en el extranjero, no nos habríamos enterado de lo que ocurrió en Cuba, ni el mundo no habría conocido del coraje de su pueblo y de las barbaridades de la que es capaz su gobierno.
Si los cubanos no tuvieran esos teléfonos cargados, difícilmente se habrían movilizado tantos y al mismo tiempo en lugares tan lejanos entre sí. Posiblemente las protestas no habrían tenido la tamaña magnitud que las caracterizó. Ellas se habrían reducido algún pueblo, sin incendiar la isla entera. Si pasó lo que pasó, esto fue gracias a las imágenes transmitidas de teléfono en teléfono donde en el inicio se veían multitudes protestando ante la pasividad de la policía, recordemos que la brutalidad se desata tardíamente cuando ya la protesta alcanza toda la isla. En este sentido apoyar un internet libre para los cubanos es una buena iniciativa, garantizando por supuesto que todos los cubanos tengan un teléfono con cámara. Si un día por voluntad propia y a causa exclusiva de sus desavenencias con el gobierno el pueblo vuelve a salir a las calles, no solo podrá organizarse mejor, sino mostrar, una vez más la represión que se ejerza contra él.
Aun así, ha quedado demostrada la histórica impotencia de unas masas actúa antes de tiempo y que, sin crisis en la cumbre del poder, que jamás en su vida podrán echado a andar. Podemos echarle en cara todos los crímenes que queramos a Lenin, reconocer su demagogia e inconsecuencias filosóficas, pero si algo sabía el líder bolchevique para bien o para mal es como desencadenar un cambio social, para el cual no es suficiente que “los de abajo no quieran” vivir como antes, sino que se requiere también que se dé una situación en la que “los de arriba no puedan” vivir como hasta entonces”. Estas claro que ya los cubanos no quieren vivir como lo hacen, pero quienes los mandan aún si pueden hacerlo. Pero por simple ley de entropía esto no será eterno.
En el programa “A fondo”, de la emisión en español, del canal alemán televisivo DW, analizó las protestas en Cuba, allí uno de los panelistas, el periodista independiente especializado en América latina Hinnerk Berlekamp recordaba que la República Democrática Alemana se liberó el día que el pueblo dejo de querer irse para el oeste y gritó “nosotros nos quedamos”:
Y algo similar piensa el Youtubero Juan Juan Almeida cuando, en uno de sus programas más recientes, antes de las protestas, hacía un llamado para que los cubanos desataran una huelga general, aprovechando cierta crisis de mando que él percibía en el país. Para demostrar la fuerza del ciudadano, recordaba a sus seguidores en redes, que los países bálticos pertenecientes a la URSS se liberaron de ella gracias a una cadena humana, que hicieron los lugareños.
Sin desconocer el sacrificio de los pueblos del oriente de Europa, ha de reconocerse que el comunismo nunca se tumbó desde la base, o al menos solo desde ella. Como cualquier otro régimen autoritario, ese sistema se vino abajo por la presión de una fuerza exterior, que no existe en realidad para el caso Cuba, capaz de amortiguar el efecto del embargo americano con sus relaciones con grandes potencias como China y Rusia- o como resultado de sus contradicciones internas, y por supuesto por la expresión de las mimas al nivel de la jerarquía.
En lo referente a la soviética una parte de ella entendió que le era más conveniente, privatizar la propiedad colectiva que tenía sobre los pueblos soviéticos y sus medios de producción. Así la “dacha” (casa de campo) que usufructuaba, ya sería en todo sentido suya y no propiedad del estado, y lo mismo pasaría con los dineros salidos de la prevaricación que ahora, sin ocultarlos tanto, le sería más fácil lavar. De modo tal que el socialismo real, como suele decirse un poco en broma y un poco en serio, terminó convertido en un período de tránsito del capitalismo al capitalismo. En este cambio la más beneficiada fue la parte de la nomenclatura que resultó vencedora dentro de sus eternas peleas, repartiéndose empresas privadas y el mando en el nuevo estado “democrático”. Un estado que en nostalgia permanente no ha dejado de apoyar y defender al cubano, más en estos días cuando se le ha desprestigiado tanto.
De cualquier modo, esa es la lógica del sistema. Lo mismo que pasó en Europa, tarde o temprano, también ocurrirá en Cuba. Lo único inteligente que se puede hacer es catalizar el proceso, identificar los factores internos de su movimiento y favorecerlos. En cierto sentido es lo que hace el propio Juan Juan Almeida cuando revela en su programa las rencillas internas de la élite, lo que equivale a echar leña al fuego del conflicto que podría hacer estallar “la revolución de palacio”.
Conclusiones
Decía el propio Fidel Castro en su alegato al ser procesado tras asaltar al cuartel Moncada, que cuando los pueblos luchan por su libertad “les tiran piedras a los aviones y viran los tanques boca arriba”. La frase suena bonita, pero está vacía de contenido, más cuando la dice un aspirante a dictador.
Aunque los tanques amenazaron con entrar en Matanzas, lo que hemos visto en pantalla, bocarriba ha sido una “fiana” (cubanismo para referirse un coche de la policía) y jóvenes tirando piedras no a los aviones, sino a unos policías que aún no había recibido la orden de disparar. Para el caso es lo mismo, es un pueblo luchando por una la libertad que sigue igual de lejana.
Acabamos de aprender lo que ocurre cuando un pueblo desarmado, se lanza a protestar por hambre y desesperación contra un estado brutal, que cuenta con todos los recursos para reprimirlo, que domina la prensa nacional y extrajera, para desinformar. En pocos días, cuando la gesta de los cubanos deje de vender, no se hablará más de ella. Y aunque nos emocione y confirme lo que decirnos de la inhumanidad del régimen contra el pueblo cubanos. No resulta ético apelar una vez más a su martirologio, mucho menos inducirlo, pues nos convertiríamos en responsable indirectos del mismo, al margen de lo que consigamos.
Por si fuera poco, ese mismo gobierno que mató, impunemente, llena todos los requisitos que pide la ONU, para dar su aval. Es por eso por lo que cada año se reúnen las Naciones Unidas para condenar, de manera casi unánime el embargo norteamericano, pero nunca hace otro tanto contra el bloqueo interno ejercido por el Estado cubano. Estamos pues como ovejas entre lobos, solo nos resta ser astutos como serpientes. Habrá que encontrar otro camino hacia la libertad de Cuba. Una vía en solitario que no pase por la amputación de la parte sana su cuerpo que es su pueblo, sino por la cura inteligente de esa suerte Toxoplasma gondii, alojado en su cerebro. Tendremos que seguir estudiando casos similares, pensando y experimentando hasta encontrar la medicina exacta, el remedio que provoque la autoeliminación de ese parásito letal que tiene la patria por gobierno.
Carlos Manuel Estefanía Aulet. Nacido en La Habana en 1962, realizó estudios de Filosofía en las Universidades de La Habana y Moscú, licenciándose en 1987 en la especialidad de Materialismo Histórico. Posteriormente realizó estudios de postgrado en materias tales como, economía, relaciones internacionales, periodismo, lingüística, teoría de la comunicación y semiótica. Así mismo recibió cursos por encuentro en la Facultad de Derecho en la Universidad de La Habana, en materias tales como: Historia del Estado y el Derecho, Teoría del Estado, Derecho de Familia, entre otras. En mayo de 2009 recibió el título de Magister en Pedagogía del Español y de las Ciencias Políticas por la Universidad de Estocolmo.
Radica en Suecia desde 1993, donde es fundador e integrante de la directiva de la Sociedad Académica Euro cubana, así mismo, es presidente de la Asociación de Graduados Extranjeros en Suecia. Es además miembro de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en Suecia (PROFOCA) y del Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio.
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