Por Félix Antonio Rojas.
Algunos magos y nigromantes plantean que la conexión cósmica se perdió con la imposición del monoteísmo y la creación de una casta sacerdotal que impedía la comunicación en total libertad con el Dios que regía en algunas zona del planeta. La realidad es que la armonía se perdió cuando el ser humano descubrió la línea recta, y comenzó a modificar y alterar, lo fractal, armónico, y el hado divino del mundo biológico, y mezcló la línea recta con lo espiritual, mágico y sagrado.
Sodoma y Gomorra son dos vivos ejemplos en el pasado enlazados con los lazos estrechos de Mahoma con Bani S”ad y los relatos perdidos en el desierto de las tradiciones orales de los beduinos de Hiyaz, y los textos negros de los yazidi de la antigua Persia.
Según el antropólogo, filosofo y sacerdote de IFA Julio César Soler, en mi pregunta sobre su afirmación en uno de sus post de la inexistencia de un Dios salvador y con poca logística e infraestructura para ayudar a la humanidad, y al mismo tiempo el misterio de las manifestaciones de los eggun en la voz de los santeros y los babalawo, “desde el punto filosófico y cósmico, y conforme a la ley de Lavoisier la materia ni se crea ni se destruye, solo se transforma, pero también en ese mundo material y físico existe la antimateria, que es una parte muy importante y fundamental para la comprensión del universo,… en esa antimateria que es invisible a nuestra vista e incomprensible en nuestra lógica, como en las otras dimensiones expuestas por los físicos cuánticos en la teoría de las cuerdas por ejemplo, pueden existir formas de vidas, o pensamientos, y recuerdos que se queden grabados como discos en el éter y se pueden bajar como un programa informático en las vibraciones del sonido de los tambores batá en los bembé, o en la materialización de la fe de un individuo a través de un estado de conciencia alterado, que produce en la persona afectada cambios atemporales de la percepción…”. Eso es lo que llamaban en la antigüedad: Magia.
El otro día mientras pasaba frente a la puerta del cementerio todo vestido de negro con la teja suelta y con las patillas largas estilo Doom, una joven musulmana en bicicleta con un atuendo militar de camuflaje y con kufiya palestina en el cuello, me grito Juif de merde… yo me viré para decirle que no era judío que era cubano, pero una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro que me impidió hablar, al recordar que, en mis sueños desde niño era ser un judío o un japonés… un samurái o un agente secreto del Mossad.
Era Malek Taous pedaleando por la rue de Boissy-Saint-Léger.
Félix Antonio Rojas es friki freelancer.