Por Félix Antonio Rojas.
Dicen que el rostro de Donald Trump cambió de semblante aquel amanecer lluvioso en Washington, volviéndose de un rígido atemorizador, esbozaba una mirada aterradora de ira, desprecio y venganza, después de que los servicios secretos le informaran que en el laboratorio militar de virología de la ciudad de Wuhan, había ocurrido la fuga de una mutación de un virus altamente contagioso, que provocaría una pandemia, que cambiaría los paradigmas de la humanidad. Le aconsejaron que la información sensible provenía de fuentes fiables y que era aconsejable que no saliera a la luz, para no agravar las ya irritantes e insostenibles relaciones con el régimen de Pekín, y sobre todo para no crear pánico, descontrol y anarquía en la población mundial, ya que las informaciones recibidas del evento aún eran confusas, si fue creado por un fatal accidente o provocado intencionadamente por una operación de bandera falsa.
18 Nov 1919. Un día después del primer contagio en la provincia de Hubei, China, por un arma bacteriológica de destrucción masiva, creada en la ciudad de Wuhan, mientras las autoridades chinas mantenían una inaccesibilidad informática global, nivel de Bioseguridad 4.
Recientemente la administración de Joe Biden, después de que las autoridades del régimen chino le negaran y le impidieran el acceso a las muestras y la información primaria a los investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS), exigió una investigación con el fin de obtener un informe concluyente en un plazo de 90 días encargando a la CIA una indagación independiente sobre el oscuro suceso, ya que existen serias dudas sobre el origen del coronavirus.
Sin pedir disculpa alguna, después que él y su partido desacreditaran, difamaran y desprestigiaban al presidente saliente y le dieran la orden a los científicos y a los medios de comunicación afines al partido Demócrata, de burlarse del nivel intelectual del comandante en jefe del mundo libre en ese momento por llamar de una forma genial e irónicamente a la pandemia Kung Flu, dejando claro quienes eran los responsables de la catástrofe creada por el arma de destrucción masiva y no la teoría lanzada por los propios responsables de la plaga, que planteaba el contagio del virus por parte de un exótico animal a un ser humano, en un mercado con nula higiene en el centro de China.
En Enero del 2010 el prestigioso investigador independiente Bill Ryan de los proyectos de exopolítica Avalon y Camelot, sacó a la luz una información adquirida por un personaje misterioso y anónimo que poseía vínculos con el M16 y los grupos de poder de la City, que involuntariamente por los azares de la vida, en una tormentosa y gélida madrugada londinense, se vio sin poder escapar del interior de una reunión de una de las sociedades Negras que controlan el planeta. Corría el año 2005, y ya en la City la sociedad oscura de los Sombreros Negros, planeaba una agenda de eventos de desastres venideros, como guerras bacteriológicas, el incremento en la escalada bélica en la franja de Gaza, un golpe nuclear sobre una ciudad de occidente, la Tercera Guerra Mundial y el control del mundo post apocalíptico. La mayoría de estos eventos no han seguido una cronología en la agenda planificada, pero otros si se han cumplido en su totalidad, ya que según el propio Ryan están tratando de implantar dichos planes a contra reloj, puesto que ellos creen ciegamente en las informaciones que le dan las diferentes líneas en el tiempo y que avecinan el nuevo paso de Nibirus por el sistema solar y el cataclismo que produciría a nivel planetario.
China will catch a cold.
En el extraordinario y antológico libro El Monte, de la gran escritora antropóloga e investigadora de la religión Afrocubana y sus secretos, Doña Lydia Cabrera, nos habla del enigmático Patakí en un Edu en el Corpus de Ifá Osara Bara, el místico y misterioso Sanfankón, un camino opopona de Changó en tierras chinas, que los emigrantes chinos habían integrado a sus creencias desde que arribaron a Cuba desde el puerto de Amoy en 1847.
Doña Lydia nos ilumina con sus enseñanzas en las paginas 22 y 24 del obligatorio libro de estudios El Monte, sobre el sincretismo y el hermetismo de la brujería china:
- La brujería china es tan hermética, que Calazán Herrera quien para saber ha caminado toda la isla, jamás pudo penetrar ninguno de los secretos ni aprender nada de ellos. Solamente sabe que comen a menudo una pasta para la venta de carne de murciélago en la que van molidos los ojos y los sesos, excelente para conservar la vista; que confeccionan con la lechuga un veneno muy activo; que la lámpara que le encienden a Sanfankón alumbra, pero no arde; que siempre tienen tras la puerta un recipiente lleno de agua encantada que lanzan a la espalda de la persona que quieren dañar; y que alimentan bien a sus muertos.
- A menos que el daño lo haya lanzado un brujo chino, pues la magia de los chinos se reputa de la peor y más fuerte de todas, y al decir de nuestros negros, solo otro chino sería capaz de destruirla. Y aquí nos encontramos con algo terrible: ningún chino deshace el maleficio, la morubba que ha lanzado un compatriota.
…un vampiro de color rojo se posa sobre uno de los árboles que están frente a la fachada de la Casa Blanca, tiene los ojos inyectados en sangre, muestra sus colmillos que segregan muerte y destrucción, mira fijamente con un intenso odio milenario las luces que iluminan los ventanales de la mansión a que se apaguen… espera pacientemente la total oscuridad de la noche…
Vuela.
Félix Antonio Rojas es friki freelancer.
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No es un caso el dicho cubano “tienes un chino atras”,mi bisabuela nos decia siempre un chino y un haitiano mejor tenerlos de amigos porque esos tienen ojos que tumban coco y algo de cierto hay en esto. buen articulo. con el respeto de los asiaticos y haitianos