Por Lucimey Lima Pérez.
Muchas horas de nuestras vidas recurren en el sitio o los sitios de trabajo. Obviamente la repercusión que este tiempo tiene sobre nuestra salud mental y nuestro bienestar es tremenda. Me he preguntado muchas veces si el empleado reconoce la relevancia del contexto. Y mucho más, si el empleador o el “jefe” ejerce su función adecuadamente. Si un buen empleado, esto es una persona responsable y capaz, ejerce su papel y además recibe connotaciones positivas sobre su desempeño, mas no alabanzas, es lógico, hasta cierto punto, que rinda en sus labores. En esta ocasión centraremos el interés en el manejo de los trabajadores, lo cual no significa que existan casos difíciles de conllevar.
El manejo que favorezca la salud y la productividad en el sitio de trabajo es crucial, pero también puede ser una fuente de estrés que fomenta la baja autoestima y repercute sobre los resultados de la ejecución. Cuestiono si esto es realmente reconocido, no solo por los dueños o empleadores, sino por las personas que ejercen funciones supervisoras.
La relación entre las demandas laborales y los recursos disponibles en desbalance, esto es, elevadas exigencias y pocos recursos, conlleva a un deterioro físico y mental de la persona al frente de un determinado papel o servicio.
De acuerdo con varios trabajos recopilados y algunos incluidos en la OMS, los factores de riesgo incluyen: manejo inadecuado de las jefaturas, deficiencias estructurales en la organización o institución, ocupaciones que incluyen un alto nivel de estrés por ser intermediarios entre el empleador y los entes que son atendidos. No descarto que algunas personas no están preparadas para la posición que ocupan. Sin embargo, cierto o no, “no hay malos soldados, solo malos oficiales” (Napoleón). Así que la persona que tiene el poder de dirigir y supervisar es mucho más responsable que aquel que realiza el trabajo directo. ¿Tendrán los llamados jefes la capacidad de mantener la salud mental de sus supervisados, y mucho más, la suya propia?
Considero que este tema es de elevada magnitud. Lo afirmo por lo que aprecio cada día en detrimento del ser humano como trabajador. Veamos: “el cliente siempre tiene la razón” (aparentemente aseveración anónima). Si eso es de valor, cómo se protege al trabajador…
Una persona llamada cabeza de grupo debe combinar la exigencia y el cumplimiento con un buen toque de humanidad. Como decían nuestros padres, “mano derecha y mano izquierda”, injusto para los zurdos, pero entendible metáfora, damos y recogemos.
Los informes provenientes de diferentes latitudes y altitudes, sin exclusión, indican que las afecciones en la salud mental de los empleados disminuyen su ejecución, particularmente las vinculadas al trabajo en sí. En Europa, globalmente, se detecta que el 30-50% de los problemas mentales provienen del sitio de trabajo. En el Reino Unido, por ejemplo, se atribuye que del 30-40% de las ausencias laborales son por razones de disfunción mental en relación con la jornada laboral.
No quisiera ser más directa de lo que he sido. Pero lo vivo a diario en mi práctica psicoterapéutica. Personas sobre-exigidas, literalmente maltratadas por abuso de poder, mayoritariamente mejor preparadas que sus jefes, estrés en la escala piramidal de demandas (supervisor inmediato-supervisor de supervisor-jefe máximo-ejecutivo). Todo destaca “miedo”, “inseguridad”…
Varios datos internacionales señalan que los problemas en el trabajo se deben a: malas relaciones con los superiores, limitaciones burocráticas sin sentido, conflictos que incluyen a la familia, relaciones con los colegas no necesariamente del mismo nivel, presiones para ejecutar acciones que no están listas, limitaciones en las visiones institucionales.
He revisado estadísticas europeas, americanas (norte y al sur) y de Oceanía. Todas coinciden en la relevancia del buen manejo con mejor productividad y en resguardo del bienestar-satisfacción del empleado. Lamentable, qué lejos estamos del equilibrio.
Me gustaría señalar que existen, no siempre, porque ameritan de aporte bidireccional, algunas maneras de solucionar estas vicisitudes:
Mejorar las relaciones con los colegas, afrontar las presiones laborales, comunicarse directa y adecuadamente con los supervisores, resolver problemas familiares, entre otros. Añado que el buen manejo del trabajador es terminar su jornada con una buena disposición para el disfrute, sea individual o familiar, lo cual repotencia el devenir de cada día.
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.