Por Carlos Carballido.
Hagamos un ejercicio mental. Imagine que un camionero de Amazon recibe su carga. Los documentos señalan que es un cargamento de El Corán que debe entregarse en Lanham, Maryland, donde radica la mayor Mezquita de EEUU. Como buen profesional inspecciona su tráiler para comprobar si la documentación concuerda con el producto, pero enseguida nota que en los pallets en vez del libro sagrado de los musulmanes lo que hay son Biblias con un número de orden que señala a la Basílica de Nueva York. El camionero, inmediatamente informa a Amazon que hay un problema en esa carga que el debe transportar. Seguramente este hecho atípico hubiera sido suficiente para desatar una Investigación administrativa que conllevaría a una investigación de las autoridades por tratarse de un error altamente ofensivo para los musulmanes. Los investigadores no descansarían hasta saber el motivo de ese error en el gigante de las ventas online y determinar culpables.
Sigamos. Imagine que en ese mismo almacén de Amazon, el jefe de turno de la noche le dice a sus subordinados que se vayan a casa porque hay dificultades con la plomería pero que algunos subalternos se pueden quedar a ayudarle a hacer tareas de limpieza. Algunos trabajadores inconformes se quejan a la administración. Esta acción, seguramente, dispararía las alarmas de las autoridades de la empresa y al día siguiente estarían interrogando al jefe de turno hasta saber por qué tomó una determinación unipersonal que afectó el proceso de distribución.
Vamos más allá en ese mismo almacén. En el turno de la madrugada las cámaras captan a una empleada que coloca cartones a su alrededor de su cubículo de trabajo para impedir que su supervisor la observe, mientras saca algo de su ropa interior y la coloca en una de las cajas que debe sellar para ser enviada al cliente. A la mañana siguiente, luego de inspeccionarse las cámaras de vigilancia, con absoluta seguridad esta empleada sería despedida y enviada a las autoridades para su procesamiento judicial.
Una vez finalizado este ejercicio mental yo le preguntaría ¿En qué se diferencian los hechos descritos anteriormente de otros muy parecidos que ocurrieron a lo largo y ancho del país durante los días de elecciones, pero en lugares donde ocurría la votación y su tabulación? ¿Por qué los hechos amañados de Amazon, por poner un ejemplo, no tardarían en ser investigados y llevados juicio mientras que los denunciados por la Campaña de Trump fueron todos desestimados desde el principio incluso en la Corte Suprema?
Hay múltiples respuestas. Pero en todos tiene que ver con la retórica que instituciones, prensa y políticos están imprimiendo a cualquier aspecto que pueda ser interpretado de manera lógica y a través de ese método científico de razonamiento en el que la sucesión de hechos se manifiesta de manera coherente y objetiva.
Recientemente el profesor universitario y residente de Dallas, Texas, Bobby López, graduado de la Universidad de Yale, advertía que, en los análisis políticos relativo al fraude electoral, el discurso oficial siempre estuvo basado en la Retórica y nunca en la Lógica con la cual debieron ser investigadas esas anomalías. La razón, alerta, es que desde hace décadas, en las escuelas y universidades americanas cuando se imparte la asignatura de Inglés, la metodología que aplican es basada en la redacción, lectura y análisis sobre la base de la Retórica como estilo y técnica porque es la manera en que se tiene en cuenta un discurso para ser escuchado, sin contradicciones, que sea aceptado por todos sin herir susceptibilidades. Los análisis lógicos en ejercicios de redacción, opinión y oratoria son tan penalizados en las calificaciones que los estudiantes terminan por descartarlos.
López asegura que en la asignatura de Inglés lo menos que se enseña es a escribir o a interpretar textos sobre la base de la Lógica como método del conocimiento, sino como un conjunto de reglas o principios que sean elegantes y con corrección política con el fin de deleitar, conmover o persuadir pero jamás generar contradicción aunque el mensaje sea, incluso, parcial o totalmente falso. La sociedad en toda su extensión está llena de esos egresados que una vez en puestos claves de instituciones o política, se apropian de un discurso que imponen como verdadero su que sea falso e ilógico. Fueron entrenados y programados para eso y lo están haciendo con absoluta maestría.
Si analizamos lo ocurrido la madrugada del 4 de noviembre pasado cuando se interrumpieron los conteos al unísono en casi 10 estados para, milagrosamente, reanudarlos 4 horas después y durante dos semanas más provocando una avalancha de millones de votos a favor del candidato Biden y casi ninguno para Trump, podemos concluir que es un evento no solo amañado, sino que desobedece cualquier pensamiento o conclusiones de la Lógica como ejercicio matemático. En cambio, para los demócratas y su prensa servil, la retórica se encargó de hacerlos ver cómo normales y a la manera de hechos “aislados” que no empañaron el proceso eleccionario.
Este mantra colmó además el discurso del poder Judicial, incluso el de la Corte Suprema, que se negó a escuchar la demanda de Texas porque la consideró <<gramaticalmente> incorrecta aunque llevaba todo el peso legal y constitucional detrás. Las argumentaciones volvieron a carecer de toda Lógica, pero fueron políticamente correctas y gratificantes para los votantes de Biden, instituciones, justicia y hasta el propio Partido Republicano. La Retórica finalmente obró contra la República y perjudicando un presidente legítimo que a todas luces fue el virtual ganador de estás elecciones.
La retórica que han utilizado es contradictoria en esencia. Si fueron casos aislados entonces por lógica el fraude existió, aunque fuese fortuito. Si las máquinas de votación en algunos estados dieron votos a Biden por un error humano es un hecho comprobado que hubo intento de fraude electrónico, aunque fuera subsanado. Qué ningún tribunal quiso investigar las denuncias significa que sabían que, de hacerlo, encontrarían una verdad muy incómoda. Y que la Corte Suprema se negase a escuchar a una veintena de fiscales estatales liderados por Texas, más que un tecnicismo gramatical, significa que los argumentos de violación de la Constitución eran tan irrefutables que ninguno de los nueve jueces podía contradecirlo.
Como hemos dicho en ZoePost, con este nuevo escenario político América ha muerto. La Retórica ahora es la nueva ley que puede convencer a la multitud y a los políticos de actuar incluso contra la propia ley y sobre el engaño público si es que el fin es políticamente correcto. Para acompañarla, el Big Tech se encarga de potenciar la tendencia silenciando cualquier voz disidente o digamos << lógica>>.
Hay muchas preguntas que, apegadas a la metodología de la lógica, cualquier fiscal o investigador judicial se podría haber hecho. Igualmente los que afirman que Biden ganó legítimamente tampoco han podido contestarlas objetivamente en este minuto y las citamos:
- ¿Por qué los conteos se detuvieron al unísono en varios estados y 4 horas después recomenzaron con una avalancha significativa de votos únicamente para Biden?
- ¿Por qué tantos millones de electores enviaron su voto por correo solo 24 horas antes del 3 de Noviembre, todos para Biden, y por qué su conteo se extendió por dos semanas?
- ¿Alguna de las personas que afirman que “no hay evidencia” ha ofrecido una explicación razonable de por qué los funcionarios mentirían sobre una rotura de la tubería de agua para enviar observadores a casa y luego continuar secretamente el recuento de votos durante 2 horas?
- ¿Alguien de los que afirman que “no hay evidencia” ofreció una explicación razonable de por qué el mismo distrito que había probado fraude de tabulación también les dijo a los trabajadores de recuento que ignoraran más de 100 boletas con la misma firma?
- ¿Alguna de las personas que afirman que “no hay pruebas” ha ofrecido una explicación razonable de por qué Georgia despediría a los trabajadores que informaron una aparente mala conducta electoral? (véalo aquí)
- ¿Alguna de las personas que afirman que “no hay evidencia” ofreció una explicación razonable de por qué el condado de Maricopa en Arizona se negó a entregar las máquinas de votación para una auditoría forense para que los inspectores examinasen el hardware y el software? (Véalo aquí)
- ¿Alguno de los liberales que afirman que “no hay evidencia” proporcionó una explicación razonable de por qué la decisión de un Tribunal Supremo de Wisconsin de que las autoridades estatales violaron la ley al contar ilegalmente más de 200,000 boletas no debería ser motivo para cuestionar la integridad del total?
- ¿Alguien ha explicado razonablemente por qué los muertos ejercieron el voto por correo en una cantidad inusual?
Hasta ahora lo único que escuchamos es Retórica pura en las respuestas las cuales debemos aceptar si o si para evitar un silenciamiento digital o quizás una mala experiencia con nuestras amistades demócratas y <<never Trump>>.
Bajo ese prisma… entonces debemos aceptar que Biden ganó porque nadie ha dado una razón clara sobre estos cuestionamientos los cuales son, según ellos, insustanciales o hipotéticos pero que nunca dejaron investigar. Tendríamos que creer que los observadores republicanos fueron expulsados en distritos múltiples simplemente porque todos los funcionarios electorales estaban de mal humor.
Asumiríamos que todas las declaraciones juradas proporcionadas por el equipo de Trump son falsas, pero las que proporcionó el grupo de Biden fueron veraces y concluyentes sin necesidad de investigarlas.
También aceptaríamos bajo esas condiciones que entre tantos millones de votos por correo de última hora no existió ni un 1 por ciento para Trump.
Así que si alguien cree que la victoria de Biden fue honesta es una triste ironía. La mitad del país se resiste a esa retórica porque la lógica como método científico estructural del pensamiento dice todo lo contrario. El mal está hecho. Y lo peor es que entramos ya en un punto en el cual el retorno es cada vez menos probable y sobre todo bastante ilógico con estos políticos que nos están gobernando.
Fuente Conservative News.
Carlos Carballido es periodista y Vicedirector de ZoePost.
Cuando argumentan que ninguno de los 60 tribunales ha querido escuchar las denuncias de fraude, no se dan cuenta de que eso es un argumento más para demostrar la corrupción. La unanimidad no demuestra que sea cierto la decisión sino que hay corrupción. En el Talmud esta escrito que si hay una decisión por unanimidad en algún tipo de tribunal, esa debe ser cancelada, porque muy probablemente allí el voto esté adulterado.
Pingback: La retórica liberal demócrata vs la lógica en el fraude electoral – – Zoé Valdés