Por Dámaso Barraza.
Estamos por iniciar la Semana Santa, la Pascua del Señor Jesucristo, el momento más importante del año para el Cristianismo. La celebración de la Semana Santa hace presente los momentos definitivos de la vida de Jesucristo y del cristianismo: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos; la Última Cena, institución de la Eucaristía y lavamiento de los pies, así como el arresto de Jesús el Jueves Santo; la Crucifixión y muerte de Jesús el Viernes Santo; Jesús yace en la tumba, en anticipación de la Resurrección, el Sábado Santo; y finalmente, la Resurrección de Jesús de entre los muertos el Domingo de Pascua.
Cuando se habla de la resurrección de los muertos se puede entender que el elemento importante es la fe, es decir, qué disposición tiene uno para creer. Pero en un mundo donde se desvanece en el hombre la visión de más allá de sí mismo, de la trascendencia, ¿sería posible para el hombre reconocer una disposición a creer en ello? Esta cuestión vale bien que uno se le acerque para ver que hay dentro.
En los últimos doscientos años, para tener una idea, el materialismo ha tendido a monopolizar la modalidad con que se ve la realidad. No hay otra, sino la material[i], y no es simplemente lo indeterminado o informe, sino que incluye todas las posibles formas y propiedades, es el fundamento y la causa de toda transformación, no hay otra substancia.
¿Qué disposición se puede tener para creer en la trascendencia cuando se confiesa que todo es materia, fuera de lo físico, lo tangible e independientemente del mundo material no existe nada? Olvídense de lo suprasensible o inmaterial, sin admitir la existencia de realidades externas o superiores que trasciendan los límites de la experiencia humana.
Entonces nos está claro que quienes rechazan los postulados de la existencia de las realidades trascendentes o espirituales, enfocándose en la materia como la única realidad fundamental, tendrán mucha dificultad para creer que Jesucristo ha resucitado de entre los muertos. Si todo parte de principios materiales, ¿dónde cabe una disposición a la trascendencia? Bueno, se necesita una disposición a la trascendencia para aceptar que existe algo después de la muerte. Pero después de la muerte, ¿existe algo? Después de que algo finaliza, ¿puede continuar? ¿Sería eso la resurrección?
Y todavía se necesita de la trascendencia para creer que no es que existe algo después de la muerte, sino que lo que llaman muerte sería el momento en que los seres humanos llegarían a la plenitud y perfección de sí mismos. Todavía, se necesita la trascendencia como constitutivo de la libertad, del libre albedrío[1], con lo que puede escoger la plenitud y perfección de sí mismo o decidirse por la imperfección y el deterioro de sí mismo. Es decir que el ser humano, su persona (su individualidad, para entender mejor) se trasciende a sí mismo.
Quien crea que la perfección y la plenitud de la vida trasciende lo que llamamos materia, el cuerpo biológico del hombre, tendrá la disposición para creer y acoger los eventos que se rememoran en la Semana Santa: pasión y sufrimientos, muerte y resurrección, llegar a la perfección y plenitud de Jesucristo, y la posibilidad de perfección y plenitud del hombre mismo.
Dámaso Barraza es opositor radicado en Suecia.
NOTAS
Fotos: detalles de Hedalen stavkyrkje, iglesia construida alrededor 1160, Noruega.
[i] Materialismo. (n.d.). Filosofia.org. Retrieved April 9, 2025, from https://www.filosofia.org/enc/fer/materia2.htm
[1] García, A. A. (n.d.). LIBERTAD Y GRACIA EN SAN AGUSTÍN DE HIPONA. Unav.edu. Retrieved April 10, 2025, from https://dadun.unav.edu/server/api/core/bitstreams/d3336465-82b8-4c91-8722-ad4230d10824/content
Dios permite a los chulos creerse del ego mundl, luego se las cobra…