Por Pedro Cornelio von Eyken *
Nuestro país es muy propenso a generalizaciones que suelen conllevar injusticias. A partir de algunos casos con aspectos negativos se crean convicciones o teorías de aceptación universal y obligatoria. Ese grave defecto no solo puede causar daño moral a personas e instituciones, sin pruebas fehacientes que sostengan esas convicciones o teorías. También llevan agua al molino macartista de ciertas organizaciones y hasta sirven para justificarlas.
En mayo de 2020 se suscitó una fuerte controversia con un sector de la colectividad judía cuando se difundió la posible intención oficial de estampar el rostro del Dr. Ramón Carrillo, reconocido médico sanitarista y ministro de Salud Pública del primer gobierno de Perón, en un billete de alta denominación de nuestra moneda. Quienes reaccionaron molestos le adjudicaban a Carrillo su pertenencia al nazismo o una gran simpatía por ese execrable movimiento político alemán del siglo XX, responsable del Holocausto y de la II Guerra Mundial.
Un nieto del sanitarista reaccionó, ya que no había pruebas de que su abuelo fuera nazi ni de que hubiera expresado una adhesión explícita hacia los seguidores de Adolfo Hitler. El nieto aclaró que había una placa entregada por el Estado de Israel en 1949 a Ramón Carrillo y eso desmentía algunas cosas. Un referente de la colectividad judía dijo enseguida que no adhería a esas críticas, se reunió con el descendiente de Carrillo y todo acabó. En 2020 gobernaba el país el justicialismo y el propio ministro de salud pública de entonces salió en defensa de la figura del padre del sanitarismo argentino.