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La Historia en Debate: Reflexiones sobre el Mapa Presentado en el Mañanero de Claudia Sheinbaum

Por Carlos M. Estefanía.

La conferencia matutina del 8 de enero, ofrecida por Claudia Sheinbaum, ha generado considerable eco en los medios de comunicación. La presidenta mexicana se presentó junto a quien tenía la estampa de historiador, José Alfonso Suárez del Real, quien mostró un intrigante mapa de 1607 que identifica a América del Norte como «América Mexicana». Este documento, supuestamente editado por un flamenco (cuyo nombre no se menciona) para la Compañía de Indias de Ámsterdam, plantea serias interrogantes sobre su autenticidad y relevancia. Es crucial abordar tales afirmaciones con escepticismo, dado que muchos historiadores oficiales suelen alinearse con las agendas de los políticos, convirtiendo la historia en una herramienta de propaganda. En el caso que nos ocupa, hay que reconocer, sin negar sus conocimientos, que se trata de un aparatchik de Morena.

José Alfonso Suárez del Real y Aguilera se desempeña como Ministro de la Oficina de México ante el Consejo de Europa. Su trayectoria política comenzó en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde ocupó diversos cargos, incluyendo jefe delegacional interino de Cuauhtémoc y diputado federal entre 2006 y 2009.

En 2014, se unió a Movimiento Regeneración Nacional (Morena), donde fue diputado en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México de 2015 a 2018. Posteriormente, ocupó el cargo de secretario de Cultura y luego, de secretario de Gobierno de la Ciudad de México bajo la jefatura de Claudia Sheinbaum. En 2021, fue nombrado jefe de la Oficina de la Jefatura de Gobierno.

Suárez del Real tiene una formación académica diversificada, con estudios en historia, periodismo jurídico, diseño editorial y turismo cultural. Además de su carrera política, ha sido un colaborador habitual en medios de comunicación, como la revista Siempre!, donde recibió el Premio Nacional de Periodismo en 2014. También ha participado en programas de radio, como «Voces del Periodista».

Sin embargo, hemos de reconocer que en su intervención, Suárez del Real recordó algo que pocos se atreven a aceptar en la historia oficial mexicana: el hecho de que su presidente y general, Antonio López de Santa Anna, había vendido la mitad de la patria a los Estados Unidos. Para quienes no conocen esta controvertida figura, les diré que Santa Anna, nacido el 21 de febrero de 1794, fue una figura muy controvertida en la historia de México. A lo largo del siglo XIX, se destacó como político y militar, desempeñando un papel crucial en eventos que marcaron el destino del país. Aunque no fue un líder prominente en la Guerra de Independencia, sí participó en ella, y más tarde se convirtió en presidente en varias ocasiones, a menudo mediante golpes de estado. Su estilo autoritario y la inestabilidad política que lo rodeaba le dieron una notoriedad especial. Por lo que más se le recuerda es por su pésimo liderazgo durante la Guerra Mexicano-Americana (1846-1848), un conflicto que resultó en la pérdida de vastos territorios, incluyendo California y Nuevo México. Su papel suele ser caricaturizado en el cine hollywoodense, en particular su rol en la famosa Batalla de El Álamo en 1836, donde dirigió las fuerzas mexicanas para someter a los rebeldes texanos; es un episodio que ha quedado grabado en la memoria colectiva. Sin embargo, su legado es complejo: mientras algunos lo consideran un héroe nacional, otros lo critican, como el conferencista de esa mañana, sobre todo por las decisiones que llevaron a la fragmentación del país, algo que resulta innegable. Sin embargo, no son pocos los mexicanos, académicos o no, que en el México de hoy creen que el país no estaba en condiciones de defender esos territorios, una afirmación que merece un cuestionamiento más profundo.

Volviendo al invitado por la presidenta, es necesario señalar que el historiador cometió un error significativo al afirmar que Luisiana fue cedida a España por Francia, cuando fue al contrario. Este tipo de imprecisiones no solo desmerecen la discusión, sino que también evidencian una falta de rigor en el análisis histórico que debería ser inaceptable. Es extraño que nadie se diera cuenta.

Claudia Sheinbaum, por su parte, concentró su atención en usar las palabras de José Alfonso Suárez como lanzacohetes, usando para ello el nombre que aparece en el mapa, evitando profundizar en el tema de la entrega territorial. Esta decisión es comprensible, dado que ella es la heredera de una élite que ha gobernado México durante dos siglos y que ha tenido su propia cuota de responsabilidad en la entrega económica y política del país a los Estados Unidos, independientemente del color o ideología del gobierno en turno. Sin embargo, la retórica en torno a la soberanía ha estado presente de manera constante, y este día no ha sido la excepción.

La presidenta utilizó las declaraciones de Suárez del Real para rechazar la propuesta, más que absurda, del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de renombrar el Golfo de México como «Golfo de América». En su intervención, Sheinbaum planteó: «¿Por qué no le llamamos América Mexicana? Se oye bonito, ¿no?», mientras señalaba el mapa con una sonrisa. Esta respuesta superficial y casi caricaturesca no aborda la complejidad histórica del asunto.

Es fundamental que la presidenta comprenda lo que el historiador no le reveló ese día: que el territorio llamado «Mexicano» formó parte durante siglos de un auténtico y poderoso reino que venció a sus enemigos, extendiéndose desde la frontera norte de lo que hoy es Panamá hasta Florida, incluyendo a Cuba, que alguna vez fue parte de la Nueva España. Este contexto es crucial para una hispanófoba de los quilates de la presidenta mexicana.

Finalmente, lo que realmente resuena en este debate es la afirmación de José Alfonso Suárez del Real, que tuvo menos eco en los medios: la entrega descarada por parte de los gobernantes mexicanos de buena parte del virreinato heredado a los anglosajones, cuando aquellos no eran nada. La justificación de que no había capacidad para defender esos territorios es un relato repetido en la narrativa oficial. Es decepcionante que la actual presidenta, en lugar de cuestionar esta versión, se sumerja en un discurso simplista y populista que no hace justicia a la complejidad de la historia mexicana. La falta de un análisis riguroso y crítico por parte de líderes y académicos es un síntoma de la pobreza intelectual que aún persiste en el debate histórico sobre las tierras americanas, incluidas aquellas dadas en llamar mexicanas.7
Carlos M. Estefania es disidente cubano radicado en Suecia.

 

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