Por Lucimey Lima Pérez.
El acoso consiste en una conducta repetitiva de intrusiones no deseadas por la persona acosada. Muchas veces comienza como una buena relación a manera de estrategia y táctica del acosador o la acosadora. Luego se convierte en preocupación y en miedo por la propia seguridad, y el riesgo de agresiones físicas y psicológicas.
Enfrentar a una persona acosadora es una difícil tarea porque su pensamiento y conducta es casi irreductible por la persona acosada, y las intervenciones de autoridades competentes muchas veces no pueden hacer mucho porque no hay pruebas suficientes.
En general se piensa que un acosador es alguien vigilando a otros, observando las conductas de estos para “molestar” o, incluso, tener intenciones malsanas, luego preocupa y atemoriza. Sin embargo, existen diferencias en las conductas delictivas. Un acosador, por lo general, es una persona conocida y aceptada como confiable en un principio. De manera que, el acosador ha ganado la confianza del acosado, pero luego de apreciar su conducta se atemoriza. Con razón existe el miedo, porque un acosador, hombre o mujer, no busca nada bueno, y produce mucho temor en el sujeto acosado.
Existen tantas evidencias como usted pueda imaginar, tales como mensajes repetitivos incluso no agresivos, pero sí altamente impertinentes e invasivos, no paran con expresiones directas y expresas de no interés en recibir más mensajes, por ejemplo. Incluyen conductas extrañamente agradables, como enviar flores persistentemente, mensajes atentos recurrentes, a pesar del rechazo coherente y claro del acosado, o la acosada, debo decir también. Sus mensajes pueden parecer no dañinos, solo insistencia algo absurda, pero implican una alerta sobre la propia seguridad.
Pensemos… ¿le gustaría ser “perseguido” insistentemente cuando usted ha tratado de poner el límite? Yo diría en términos básicos y sin temor, “los límites y las manifestaciones de STOP se respetan”.
Pero, qué lleva a una persona a ser acosadora. Dentro de mi rango de observaciones, considero, de acuerdo con las evidencias, que obedece a traumas de infancia que no han sido resueltos a tiempo, pero puede ser mucho más… así es la conducta humana es similar en la expresión y variable en el origen.
Los signos cruciales son la evidencia de no terminar la conducta a pesar de explicaciones claras de un término, por ejemplo. Esto es comunicación hacia un entendedor sin problemas cognitivos o afectivos, sería el caso…
Las indicaciones destacadas son: i) contacto indeseado constante y persistente: ii) saber del acosado sin que él o ella hayan sido informados (persecución); iii) seguimiento de actividades que no has comunicado, invasivo y atemorizante; iv) conocimiento de actividades privadas; v) dar regalos sin propósito, sin ocasión, es lo que se llama “maquillaje” para enganchar.
Debemos tomar en cuenta que no es fácil alejar al “depredador” pero que podría llegar a niveles mayores si se les da cancha. Claro que existe un momento de control. ¿Cómo lograrlo?
Lo que más lamento es que existen acosadores sociales que destruyen las sociedades y los países, dejo su pensamiento abierto… nunca lo cerremos.
Lucimey Lima Pérez. Psiquiatra, Psicoterapeuta, Neurocientífico
Investigador Titular Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)
Especialista en Psicoterapia y Educador en CatholicCare, Hobart, Tasmania, Australia
Imagen: Mohamed Hassan para Pixabay.