Por Gloria Chávez Vásquez.
La arquitectura es el inmenso libro de la humanidad entera.
Victor Hugo.
Es sin lugar a dudas, una construcción sublime y majestuosa… una vasta sinfonía en piedra; el trabajo colosal de un hombre y su gente. Así define la catedral de Notre-Dame de Paris, el escritor francés, Víctor Hugo en su novela El jorobado de Nuestra Señora.
Por espacio de ocho siglos, la catedral, ha sido emblema de la capital francesa y un símbolo de la Iglesia Católica Romana. A un lado fluye el Sena, un rio que atraviesa el corazón de la Ciudad Luz, cruzado además por el puente (antiguamente Grand Pont y ahora Pont de Notre Dame) flanqueado por libreros.
Tras el incendio que consumió gran parte de la catedral en 2019, las ventas de la novela aumentaron dramáticamente en todo el mundo. La atención se enfocó nuevamente en la estructura y en el autor que abogó por la preservación de la arquitectura gótica como un elemento del patrimonio cultural de Francia.
Vida, muerte y resurrección de una iglesia
La catedral acababa de sobrevivir a la Revolución Francesa (1789), cuando sus estatuas y trabajo artístico habían sido rotos, robados, mutilados o destruidos. Confundiendo las estatuas con las de monarcas franceses, las estatuas de 28 reyes bíblicos fueron descabezadas por el populacho. La catedral se usó como bodega para almacenar comida o como caballerizas. En 1801, Napoleón comenzó la restauración de la catedral, y existen referencias de que un hombre apodado “Jorobado”, trabajó como capataz de los escultores.
A mediados del siglo XIX, los hermosos vitrales medievales fueron reemplazados por vidrio claro para dejar entrar más luz en Notre Dame. Las reparaciones y “mejoras” afeaban la catedral. En un fogoso artículo, Hugo hizo un llamado a salvaguardar la arquitectura medieval en Paris y les declaró la guerra a los demoledores.
“Existe en esta era, pensamientos escritos en piedra, un privilegio absolutamente comparable con nuestra actual libertad de prensa. Es la Libertad de arquitectura,” escribió en alabanza de los constructores medievales y la obra que forjaron.
El libro que estimulo un movimiento
Víctor Hugo había firmado un contrato con su editor Gosselin para escribir Notre-Dame de París en 1828, pero, ocupado como estaba en la causa contra los demoledores, la novela solo vio la luz en 1831. La popularidad del libro estimuló el movimiento de preservación histórica y alentó la arquitectura neogótica. En última instancia, condujo a importantes renovaciones en la catedral de Notre-Dame dirigidas por Eugène Viollet-le-Duc.
Con el título inicial, la catedral era la protagonista, pero con su modificación, El Jorobado de Nuestra Señora introdujo el concepto de la novela como Teatro Épico: el tiempo y la vida de los habitantes de la ciudad, transcurren como un panorama continuo y orgánico, centrado en la catedral, testigo mudo de esa epopeya. Es la primera novela que tiene como protagonistas a los desventurados.
Víctor Hugo consideró la romántica, como una época de extremos en la arquitectura, la pasión y la religión que trajo como consecuencia la revolución y la lucha social. La novela cubre desde la vida del rey hasta la de las ratas parisinas, una forma utilizada de ahí en adelante por escritores como Balzac, Flaubert y Dickens.
Presencia espiritual, no material
Sara L. Uckelman, profesora de filosofía en la Universidad de Durham sabe cómo viven las iglesias: No son monumentos estáticos del pasado. Se construyen, se queman, se reconstruyen, se expanden, las saquean, las reconstruyen, se derrumban porque no las construyen bien, las reconstruyen, las expanden, las renuevan, las bombardean, las reconstruyen. Es su presencia continua, no la estructura original lo que importa. El hermoso e icónico espiral que se cayó, no tenía siquiera 200 años. Pero se puede instalar una nueva espiral como símbolo de una nueva etapa en la evolución de la catedral.
Notre-Dame no es solamente un edificio medieval, (su construcción tuvo lugar entre 1163 y 1245). Se trata de una de las catedrales mejor documentadas en el mundo. Se terminó en 1345 pero se modificó de manera frecuente a lo largo de los siglos. Sólo dos de ellas han sido grandes restauraciones. La primera, en 1820 luego de la Revolución Francesa; esa restauración fue el intento más convincente en toda Europa por recapturar el aspecto espiritual de la Edad Media.
Tras el incendio en 2019 unos 2.000 trabajadores entre carpinteros, albañiles, techadores, fundidores, artesanos, artistas etc. participaron en la obra de reconstrucción. Afortunadamente se contó con el mejor conocimiento, necesario para reconstruirla.
Los cambios generados por la imprenta
La arquitectura es una de las preocupaciones de Hugo en Notre-Dame de París, no solo porque está plasmada en la catedral, sino como representante de todo París y el resto de Europa de un género artístico que, según Hugo, estaba a punto de desaparecer con la llegada de la imprenta, conocida en ese entonces como “la peste alemana”.
Con la reciente introducción de la imprenta, se hizo posible reproducir más fácilmente las ideas en papel. Hugo lamentaba que este período significara “el último florecimiento de la arquitectura como una gran forma de arte”. En muchos de sus escritos, el autor de obras como Los Miserables, se interesó por una época en que le parecía estar en la cúspide de dos tipos de sociedad.
La novela El Jorobado de Nuestra Señora de Paris ha sido adaptada en múltiples ocasiones al cine, al teatro y a la televisión. La versión de Disney tiene un final que está inspirado en el libreto de una ópera, creado por el propio Víctor Hugo. Otras versiones cinematográficas y televisivas se han desviado de la trama original. La película clásica (1939) y la animada de Disney (1996) le han dado un final feliz. En la versión francesa (1956) la conclusión es casi exacta a la de la novela, aunque cambia otras secciones de la historia.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.
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