Cultura/Educación

Invierno en Miami

Por José Abreu Felippe.

Ningún sonido entra en este cuarto,
salvo, quizás,
algún avión rajando la apariencia.
Cuando eso ocurre, la noche herida se abre y se derrama.
El viento que entra por las ventanas
recorre presuroso toda la casa, la sacude
y casi la aligera.
Mi piel recibe extrañada la caricia.
Luego, en retirada, vibra en las persianas de plástico.
Yo estoy desnudo y me miro las manos;
después, un rostro extraño en el cristal.
El puente de la 22 está levantado y la chatarra se impacienta.
Desde la oscuridad es bonito el contraste:
hacia delante hay una procesión en desbandada
que luego se aglutina y retorna
transfigurada por mi izquierda.
El rojo se vuelve blanco y yo estoy ardiendo.
Son apenas las 10
pero es el único signo de vida en esta ciudad.
Creo que hay un perro del otro lado de la cerca.
Creo que el pájaro que cantaba de noche emigró.
Creo que la mata de maravilla que tengo en la escalera
es la misma que había en el placer de enfrente de mi casa.
Yo prendo otro cigarro mientras escucho
cómo juega el viento
en los cables de alta tensión recién restaurados.
¿No escucharé otra voz?
La noche semeja la otra herida.
Yo, como siempre, estoy esperando
a que llegues pero no tengo frío.
El invierno en Miami sólo cala por dentro.

José Abreu Felippe es exiliado cubano, poeta, narrador, dramaturgo, y ha ejercido el periodismo, la edición y la crítica literaria durante gran parte de su vida.

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