Sociedad

Impactos de la emigración en los niños y cómo afrontarlos

Por Lucimey Lima Pérez.

Generalmente el estrés que viven los inmigrantes niños está muy ligado al patrón de su familia, principalmente a los padres. Sin embargo, en los niños se oculta, se encubre, casi de forma natural, por resguardar su vulnerabilidad, porque ellos no se expresan amplia ni directamente, y por otras razones muy bien estudiadas. Desde luego que depende de la edad del niño y qué tan cercano está a la pubertad o a la adolescencia. Si el proceso de transición no es lo más adecuado posible las repercusiones son muy limitantes y persisten en la adultez.

La detección temprana y la intervención oportuna son medidas preventivas de disfunciones mayores o a largo plazo. De acuerdo con las evidencias existen varios elementos cruciales en el proceso migratorio de los niños.

-Sentido de inseguridad. Se traduce en miedo a lo incierto, a la novedad, dificultad en la credibilidad del nuevo sistema de vida, temor a estar en la mira, sentimientos de pérdida.

-Miedo a las diferencias. Los hábitos de cada cultura pueden resultar extraños para otros e incluso ser motivo de mofa y de crítica. Sentirse diferente genera sentido de no pertenencia y aísla.

-Sentimientos de vergüenza. El hecho de resaltar las diferencias en lugar de intercambiar ideas, puntos de vista, platos propios, modos de diversión sana, puede apenar al niño que no comprende aun el valor de su origen. Ninguna civilización o cultura es superior, mejor o la correcta.

-La barrera del idioma. Además del entorno no familiar del niño que se expresa en otra lengua que él/ella no entiende, comienza a existir una separación con sus propios padres, porque ellos puede que estén obligados a comunicarse en la nueva lengua y pueden hacerlo delante de los niños. También sucede que solo hablen su lengua de origen y si el niño va a la escuela, vivirá en dos mundos. El balance es delicado, pero existen muchos niños bilingües que desplazan su verbalización con soltura de una a la otra. Además, puede existir burla frente a acentos que se conservan toda la vida, aunque la expresión sea correcta, la pregunta ¿de dónde eres? puede ser hiriente y penosa.

-Reacciones diferenciales. Además de la variabilidad biológica que se manifiesta en las dimensiones: pensamientos, sentimientos y conductas, se añaden factores externos tanto de un ambiente verdaderamente hostil ante el inmigrante como las repercusiones de la preocupación familiar por establecerse en otro lugar. Es muy relevante escuchar las historias de cada niño, ya que la experiencia es única e individual.

-El nivel socio-cultural de la familia. Este aspecto tiene una influencia relevante, mas no completamente determinante. Existen familias de escaso nivel que cuentan con más recursos de ¨inteligencia emocional¨ que otras que han tenido una formación de más alto grado. No digo que no sea influyente, pero podemos tener sorpresas en este punto.

De acuerdo con varios autores y con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico compuesta por 37 países, cada país presenta diferencias en la acogida de inmigrantes. Algunos de ellos tienen semejanzas en cuanto al número, la procedencia y las pautas de aceptación. Sin embargo, a pesar de los aspectos comunes, cada uno tiene políticas propias que ejercen influencia sobre el desarrollo del niño inmigrante. Otro factor a tomar muy en cuenta es el origen del inmigrante. Sin duda el desarrollo temprano del niño repercute sobre la integración a la nueva sociedad.

¿Cuáles son las soluciones? Ante un problema tan complejo la acción debe incluir varios niveles. Es posible que las políticas migratorias de algunos países no sean las más adecuadas para facilitar la inserción a la comunidad, tampoco son muy penetrables y no dejan de ser exhaustivamente burocráticas. Sin embargo, existe un primer nivel de acción que puede ser determinante para el bienestar y la adaptación del niño inmigrante, inicialmente constituido por los padres y con la influencia de la familia de origen. Obviamente, no es una tarea fácil y no hay ningún manual a seguir con las pautas para una armoniosa entrada a una cultura nueva. Pero existen maneras de contribuir. Las combinaciones son muy variadas, ambos padres podrían provenir de la misma cultura o no, los padres están separados, los abuelos son los cuidadores y muchas otras situaciones que podemos imaginar o que hemos visto y tratado en nuestra práctica profesional.

Dentro de las medidas, por mencionar algunas, tenemos: i) ni victimizarse, ni victimizar al niño; ii) enseñar a ser ¨Ciudadano del Mundo¨, sin dejar de comprender que existen fronteras en la Tierra, pero que no hemos nacido en otro Planeta; iii) escuchar la narrativa del niño y explicar lo que puede suceder aun cuando nos mudamos de barrio; iv) reforzar los sanos valores de la cultura de origen mientras se incorporan aspectos de la nueva comunidad; v) dar seguridad y soporte al niño, y procurar ayuda profesional si los adultos no se sienten capaces de enfrentar el reto; vi) buscar actividades de distracción para los niños, tales como juegos en parques u otras que no representen una sobrecarga económica.

Claro que existe mucho que discutir y que aprender en este campo, estos serían los primeros pasos.

Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.

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