EDITO

He estado pensando (X). He estado pensando… en el árbol del bien y del mal

Por Padre Alberto Reyes.

Dice el libro del Génesis que Dios plantó en el jardín del Edén un árbol, y advirtió a Adán y Eva de no comer de él. El Edén es símbolo de la armonía del ser humano con Dios, y el árbol significa la existencia de límites, de esa línea que divide el bien del mal.

Esa línea se puede ignorar, se puede traspasar, se puede enmascarar, pero no se puede quitar, porque está puesta por Dios, y es inamovible, y cada persona es responsable de cómo se comporta ante esa línea. Desde el poder, desde la autoridad, nos pueden pedir e incluso ordenar traspasar esa línea, pero la orden dada no será nunca una justificación válida que anule la responsabilidad personal.

Es más, aun cuando el mal resultante quede impune, la impunidad que da el poder no salva de la conciencia. Cuando has dañado, cuando has golpeado, cuando has matado a tu propio hermano, todo podrá callar: tu familia, tus “amigos”, el discurso oficial, los medios de prensa, las voces del mundo que deberían defender la justicia, pero tu conciencia no puede callar, y gritará, una y otra vez, desde lo más recóndito de tus sofisticadas justificaciones.

En esta vida no se trata sólo de tomar decisiones, sino de saber a qué conducen esas decisiones, porque al final tú, y sólo tú serás el responsable ante Dios de lo que has elegido hacer, y nunca será válido decir: “Yo cumplía órdenes”, porque mucho antes de cualquier orden externa están las órdenes de tu conciencia, aquella que te dice con claridad: “Esto es lo que está bien, y esto es lo que está mal”.

Especial implicación tiene esto para los que ejercen el poder, porque Dios ha concebido el poder para servir, para cuidar, para proteger. Por eso el poder necesita recordar que hay límites, que no todo vale, que el fin no justifica los medios, porque cuando se pierde la guía de los principios, cuando se desdibuja la línea entre el bien y el mal, ya nada importa, ni siquiera si hay que matar o si tienen que morir inocentes con tal de dar una demostración de fuerza o de ejercer un castigo “ejemplarizante” que, por otra parte, no logra nunca su objetivo, porque los “castigos ejemplarizantes” son incapaces de ahogar las ansias de libertad del ser humano, ese ser humano que puede vivir años en una cárcel pero que nunca dejará de buscar la oportunidad de escapar.

Es triste tener que ejercer de verdugo, y atacar a aquellos que ya no tienen nada que esperar sino un cambio que no llega o la huida de sus pesadillas, porque es peor ser prisioneros del odio que prisioneros de un sistema que se ha quedado sin respuestas.

El diablo convenció a nuestros primeros padres de que traspasar los límites los llevaría a “ser como Dios”, dueños del bien y del mal. Pero era mentira, porque el diablo es el padre de la mentira. Y no es verdad, no es verdad que tienes derecho a ejercer el poder para hundir y destruir, no es verdad que tienes derecho a dañar y a matar, no es verdad que tienes derecho a impedir que un pueblo que se va quedando sin opciones luche por sus sueños de libertad.

Audio:

Padre Alberto Reyes Pías nació en Florida, Camagüey. Estudió Psicología Pura en España, antes de entrar al Seminario estudió 3 años de Medicina (en Cuba), lo dejó para entrar en el Seminario. Párroco en Esmeralda, Camagüey.

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One Comment

  1. Rogelio martinez

    Excelente mensaje

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