EDITO

Gorby y la Maraca Antillana

Por Zoé Valdés.

Fuente Libertad Digital.

 Murió a los 91 años Mijaíl Gorbachov, el último presidente de la Unión Soviética, quien trajo la Glasnot y la Perestroika, fórmulas de la transparencia dentro de un sistema, el comunista, sumamente opaco y sombrío, y de la reestructuración económica que muy pronto se erigió en el poder de los oligarcas rusos entre los que se hallaba Vladimir Putin como de los primeros manigüeteros, tal como lo describe Sergueï Jirnov en su libro ‘LÉclaireur’ (2022).

Vi en vivo y desde la televisión francesa la primera entrevista en el mundo occidental de Gorby, como cariñosamente empezaron a llamarlo, con el gran periodista y presentador francés Yves Mourousi; fue épica, o a mí, hija de la Guerra Fría situada a la fuerza del lado tenebroso de la Cortina de Hierro, me lo pareció. Por fin un líder soviético que se expresaba distinto, que sugería cambios, que alimentaba la esperanza. Por fin otra cosa…

Es muy probable que Gorby sea el último gran líder político, con capacidad real para entenderse con todos a un alto nivel requerido en la época en la que la cultura y la inteligencia iban en la dirección humanística de la verdad y de la compasión.

Recuerdo también con emoción aquel primer encuentro con Ronald Reagan (https://www.dailymotion.com/video/xfeaty), en 1985, en el Castillo de la Flor de Agua en Ginebra, el tan esperado estrechón de manos, ambos sonrientes, las palabras y las bromas que se hicieron a causa del frío y de lo poco abrigado que salió a recibirlo el presidente norteamericano.

La entrevista demoró una hora y algo, como era lógico debían puntualizar una enormidad de hechos trascendentales en la nueva relación que se iniciaba. En 1987, en visita oficial a Berlín Occidental, Ronald Reagan, dirigiéndose a Gorby expresó durante su discurso frente a la Puerta de Brandenburgo aquella célebre frase: “¡ …Señor Gorbachov, tumbe ese muro!”, refiriéndose al Muro de Berlín. El 9 de noviembre de 1989, el Muro fue derribado por el pueblo.

Todo me parecía de una grandeza extraordinaria, hasta que siete meses más tarde del derrumbamiento del Muro de Berlín (todavía no se ha anunciado en los medios de prensa cubanos), en abril de 1987, en medio de las reformas y de los anhelos que los cubanos empezamos a reinventarnos, más que entusiasmados, iluminados por los cambios en la URSS, Gorby visitó la isla. Su llegada sucedió tal como cuenta Federico Wilkins:

Maledicto (como le dice PPForte a Fidel Castro) se asegura de poner su peor cara apenas Gorbachov pisa La Habana, en abril de 1989… No le perdona que rechace la Orden José Martí, un acto de congruencia del soviético que viene con la tijera en la mano para cortar todo ese dinero del Kremlin que tiraba ‘cara e coco’ en guerrillas latinoamericanas…

Recuerdo que esa noche el noticiero abrió con “Se inaugura en el Palacio de las Convenciones el congreso de enfermería” dejando la llegada de Gorbachov para más adelante…” (Véanlo aquí.)

Yo también evoco ahora la incomodidad de Fidel Castro frente al hombre que se perfilaba como el gran reformador. En la televisión vimos cómo dentro del aeropuerto usó uno de sus chistes pesados, cargantes, buscaba como siempre la risa fácil, desconcentrar al otro. Gorby recién salía del avión luego de un largo viaje, a su lado caminaba una no menos fatigada aunque siempre sonriente esposa, Raisa Gorvachev, inolvidable en su elegancia -¡ah, por fin una primera dama rusa diferente, con modales, y vestida al mejor estilo occidental!-. Fidel Castro, apenas sin reparar en Raisa, se dirigió a Gorby y extendiéndole un vulgar peine plástico le preguntó si deseaba peinarse, pues lo veía despeinado. Una falta de respeto de las suyas, como para rebajar a quien ya percibía como un gran y firme contrario, como a un enemigo. Luego haría otro chistecito con relación a la gran mancha de nacimiento que destacaba en la calva del presidente ruso. En fin, fueron una sarta de despropósitos de parte de la Maraca Antillana, que no pararon hasta que Gorby abandonó la isla junto a la bella e inteligente Raisa.

Nunca nos sentimos más doblemente abandonados, porque intuíamos que una vez más la soberbia de la Bestia iba a terminar por hundirnos de la peor de las maneras en el mal y no precisamente en el mar. No, en su mal, en su ancho y vasto mal, el que todavía perdura en aquella isla desgraciada. En paz descanse, Gorby, gracias, al menos lo intentaste.

Zoé Valdés. Escritora y artista cubana e hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.

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