Por Gloria Chávez Vasquez.
Cuando el boom literario latinoamericano hizo explosión, en los años 60s, Germán Arciniegas (1900-1999) estaba en su sexta década de vida y pertenecía a la generación intelectual colombiana de Los Nuevos, conformada por figuras excelsas como León De Greiff, Luis López de Mesa, Rafael Maya, Jorge Zalamea, Francisco Umaña Bernal y Luis Vidales, entre otros.
Su Biografía del Caribe (Buenos Aires, Editorial Sudamericana 1945) era el libro, –escrito por un hispanoamericano– más difundido en el mundo hasta ese momento. La misma editorial publicaría en 1967, Cien años de Soledad.
Arciniegas, el consagrado autor de El estudiante de la mesa redonda, El caballero de El Dorado y Entre la libertad y el miedo no obtuvo el Nóbel ni se benefició del boom, pero el camino que abrió y sus conexiones internacionales, acreditaron la carrera de escritores colombianos, como Gabriel García Márquez.
Un hibrido cubano-colombiano
German fue uno de siete hijos del hacendado Rafael Arciniegas y Aurora Angueyra. Sus abuelos maternos fueron el ingeniero cubano Basilio Angueyra y Luz Figueredo, cuyo padre, el poeta Pedro Felipe Figueredo, autor del himno nacional de Cuba (La Bayamesa) había sido fusilado (1870) durante la lucha por la independencia de su país. Aurora nació en Colombia, en 1877, cuando su padre trabajaba con Francisco J. Cisneros en la construcción de los ferrocarriles nacionales.
Huérfano de padre a una edad temprana, Germán fue un estudiante con metas bien claras. Con Carlos Pellicer fundó la revista Universidad y la Federación de Estudiantes de Colombia. Graduado en derecho en la U. Nacional, entró a trabajar como editor cultural en el periódico El Tiempo. Se casó con Gabriela Vieira, con quien tuvo dos hijas: Aurora y Gabriela.
A lo largo de su vida, promovió la cultura a través revistas que recogieron lo más destacado del pensamiento y la creación literaria de su época: Los Nuevos (1925); Revista de las Indias (1939), Revista de América (1945); Cuadernos (1953), en las que publicaron escritores latinoamericanos de renombre como Horacio Quiroga, Mariano Picón Salas, Uslar Pietri, Carlos Pellicer, José Vasconcelos y Macedonio Fernández.

Diplomático, fundador y profesor
Participó en la política como liberal y miembro de la cámara de representantes y vicepresidente del Comité Americano por la Libertad de la Cultura (1943). Como ministro de Educación en los gobiernos de Eduardo Santo y Alberto Lleras, Arciniegas fundó el Instituto Caro y Cuervo, el Museo de Arte Colonial de Bogotá, y la Biblioteca Popular. Vinculó además a la Escuela Normal de Colombia prestigiosos pedagogos e investigadores franceses, alemanes y españoles.
Profesor en la Universidad Nacional, el Externado de Colombia y la Universidad Libre. En la Universidad de los Andes regentó por muchos años la Cátedra de América. Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y de la de Historia, la cual presidió por varios años.
Durante el discurso de ingresó a la Academia de Historia, Arciniegas acuñó la frase: La buena historia tiene gusto de novela. Para él, no es la Historia Política la que retrata el alma de los pueblos sino la Historia Natural. Además, la Historia no es exclusividad de gobernantes ni de héroes, sino de la gente común, la que forma parte de la muchedumbre de las ciudades o el campesino que se pierde en la pampa o la montaña.
Entre sus talentos se contaba el de la amistad y no es raro encontrar evidencia de sus relaciones personales o escritas con persinajes de su generación y aun de las nuevas. Notable fue su correspondencia con Stephan Zweig y su amistad con Gabriela Mistral.
Historiador y sociólogo
He escrito un solo libro, y no es un chiste, –dijo un día– haciendo alusión a los 68 títulos en los que volcó su obsesión por entender a América y en los que cuestiona la historia oficial de su país, como lo hizo en Los comuneros, en Bolívar y la revolución, o en El revés de la historia, y en los que enfrenta los vicios de los gobiernos en el continente. Su libro Entre la libertad y el miedo, publicado en México en 1952, fue censurado en Colombia y otros países por criticar las dictaduras en Hispanoamérica.
Según Arciniegas, la sociología tuvo su origen en América y no en Europa. No fueron ni Augusto Comte ni Herbert Spencer los primeros sociólogos, sino los cronistas de Indias: Bernal Díaz del Castillo, Bartolomé de Las Casas, el jesuita Joseph de Acosta y los frailes que se internaron en las Indias Occidentales y recogieron en volúmenes, las palabras, los ritos y las maneras de vivir de esos pueblos.
No es acertado, –según escribió Arciniegas– considerar como Descubridores a quienes en vez de levantar el velo de misterio que envolvía a las Américas, se afanaron por esconder, por callar, por velar, por cubrir todo lo que pudiera ser expresión del hombre americano. En cambio, impusieron un sistema económico, un dogma religioso, una arquitectura, una raza, todas distintas a la economía, la religión, la arquitectura y la raza americana.
En diversas ocasiones citó a Alejandro Dumas para explicar su papel de historiador: La historia es el clavo en el cual cuelgo mis novelas. Y con humor característico escribía: No he podido explicarme con toda exactitud la sorpresa de los españoles por las borracheras de los indios. Los borrachos incurren en necedades semejantes en todos los pueblos de la tierra, desde Inglaterra hasta Alemania y desde Noé hasta nuestros contemporáneos. Naturalmente, cada pueblo se emborracha con lo que puede. Tengo entendido que la misma torpeza y cierto estupor de idiotas que veía de cuando en cuando Homero en los borrachos de la Ilíada, son los que se reproducen en Los Borrachos de Velásquez.

El americanista de la mesa redonda
Pocos como Arciniegas, se han sumergido tan profundamente en la historia americana: Este pueblo de América, Los alemanes en la conquista de América, América en Europa, América tierra firme. Sus libros se estudian en las universidades del mundo, como punto de referencia de la historia y sociología de un continente que él llamó América Mágica, desde Alaska hasta la Patagonia. En El continente de los siete colores el pensador analiza el fenómeno del mestizaje y la creación de América como un crisol de culturas y razas.
En países como Argentina, Chile, Italia, Inglaterra, Israel, México y Venezuela en los que ejerció como diplomático o conferencista, se le rindió homenaje por su contribución educativa y cultural. En Estados Unidos, donde vivió exiliado desde 1946, fue profesor universitario en la Columbia University y miembro honorario del Instituto de Artes y Letras.
La apasionada y lúcida gestión cultural de Arciniegas como periodista, ensayista, historiador, sociólogo y diplomático es internacionalmente reconocida. Se le considera el genuino responsable de la eliminación de dañinos estereotipos y la elevación de los estándares de la dignidad de América. Es considerado actualmente por académicos, estudiosos y expertos de varias generaciones como “El americanista por excelencia”, “Hombre de las Américas” y “El colombiano universal”.
Gloria Chávez Vasquez escritora, periodista y educadora reside en Estados Unidos.