Por Rafael Mendaro.
La Feria Internacional del Libro de Tampa ha dado pie a opiniones encontradas, discutidas por momentos con pasión en las redes. Lo cierto es que muchas circunstancias asombran y empeoran por la falta de información.
Al parecer una de las invitadas que fueron desde La Habana, Olga Marta Pérez, decidió permanecer en los Estados Unidos. La cuestión no es sólo el punto político. Ciertamente ella tiene una historia personal interesante. Recién graduada de Letras en la Universidad e La Habana, su primer trabajo fue en una oficina del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Ella debió escribir lis discursos de diferentes miembros de ese nivel del castrismo. Ningún cubano con mínima cultura de la política comunista puede ignorar que semejante labor “profesional” nunca hubiera sido encargada a una persona si no hubiera permanecido totalmente fiel a la dictadura. Más adelante pasó a trabajar a Ediciones UNIÓN, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Allí terminó por ser una de las personas con más años de duración en el cargo y, por tanto, cómplice directo de censuras y manipulaciones dentro de la UNEAC. Y sin embargo nada de ese pedigree castrista es lo esencial en cuanto a la pifia de invitarla a Tampa. Lo más grave es su carencia de prestigio como escritora.
Ignorar sus complacientes relaciones con la política cultural castrista pudiera, con un esfuerzo, ser asumido como una postura democrática de respeto a la opinión ajena. Pero incluirla, sin obra real, en esa Feria dañó al evento mismo y se diría sobre todo algo más grave que una imprudencia politica: fue una falta contra la cultura. Las discusiones derivadas de esta edición reciente de Tampa son indicio suficiente de que se requiere una manera diferente, y madura, y ante todo de criterio literario tanto como ético (moral del juicio, de la literatura real, de la comunicación con el público asistente), de enfrentar la realidad de la cultura en la isla. Y su hora actual, con su desesperado dramatismo y su asfixia espiritual.
Olga Marta Pérez, artículo sobre ella y uno de sus premios castristas en Cubadebate.
Curriculum de la señora en Ecured.
Tengo un mierdometro calibrado. Donde haya abrazos y dialogos con “amigos ” genuflexos a la dictadura cubiche, la mierda llega al techo.
La bautice como “La Feria del Limbo.”
“La Feria de Trampa”, “La Feria del Limbo”, yo me sumo con “La Feria del Timo”. Bravo por Luis de la Paz, Rogelio García, Joaquín Gálvez que (por ese orden leído) denuncian semejante circo intelectual lleno de saltimbanquis de las dos orillas.
Desde q anunciaron a la ‘curia” comunista llegar a territorio Apache supe que la “cultura no tiene momento fijo”, por lo menos eso dice Cuqui La Mora que sabe más que yo de comunismo y literatura.
Un circo, el apelativo correcto.