Por Ariel Montoya.
Imposible haberlo sido. No importa descifrar los últimos avances de la neurociencia ni descodificar manuales enteros de humanismo, empatía y desprendimiento humano; tampoco acudir a las destrezas del emprendimiento político para propiciar bienestar y felicidad a todo un pueblo y en nada de esto está Fidel.
Lo que fue objetivamente hablando, un ser astuto, egocéntrico, tiránico, oportunista circunstancial, capaz de asesinar a cuanto camarada de lucha le hiciese sombra o no obedeciera sus mandatos; aprovechado de la moda marxista, el New York Times, entre otras glorificaciones que lo ensalsaron. Habilidoso como el zorro, que pierde el pelo pero no las mañas.
Esto, sumado al odio hacia Estados Unidos, el resentimiento social propio familiar, la sed atávica de autoeregirse como un ser supremo por encima de la historia, y la flojera del sistema institucional yankee, entre tantas otras desavenencias psicópatas y enfermizas, lo convierten en un ser despreciable e inepto, capaz únicamente de haber hundido a una de las naciones mas prósperas, la pobre isla de Cuba, la de 1959 hasta hoy. !Y pensar que a eso le llaman inteligencia!
También tuvo la fortuna de contar con el apoyo del Kremlin, quienes vieron en él al mejor capataz para inundar de partidos y guerrillas comunistas, infiltración ideológica a sindicatos y sectores universitarios, culturales y otros en toda Latinoamérica.
De entre estas, deberá enseñarle a las futuras generaciones lo abominable, inescrupuloso y criminal que fue en su vida, ya que muchas de las actuales, aún sabiendo lo infame que fue, y aún siendo victimas de él de una u otra forma, continúan evidenciando su enfermiza y descomunal mitomanía. “Ah, el Caballo, el Caballo”, (así se refieren al formidable ciudadano, al número uno, al superman de la revolución y la política).
Esto sin contar con las locuras puras con las que arremetía en sus destartaladas insolencias administrativas.
Eso sí, todas ellas creadas, no tanto para paliar la crisis económica eterna, sino para enfrentar y retar, estúpidamente, los productos y marcas más exitosos del capitalismo como las hamburguesas Mc Donalds (cuyos puestos de venta no duraron siquiera tres meses) sus abortados fertilizantes ganaderos, planes cafetaleros incluso anunció producir mas leche y quesos que en toda Francia y Holanda juntas. Todo fue un desastre.
Como en Cuba no se movía una sóla hoja de un árbol sin su consentimiento, el Consejo de Ministros llegó a aprobar la ETCI, una especie de instituto científico, “para echar a andar el pensamiento del líder de la Revolución sobre seguridad alimentaria, salud y alimentación animal”.
Ni eso ni nada, absolutamente nada de lo demás raya en la magnitud y prodigio de la inteligencia, esa destreza que cuando se lleva a la práctica, debe desplazarse y usarse, por razones lógicas, éticas, morales, cristianas y universales, solo en bien de la humanidad, cercana, doméstica y global.
Da para preguntarle al mundo entero si cuando se habla de él se habla en serio ante tanto fracaso, extorsion, invasiones soberanas, mala paga y mafioso manipulador del bloqueo norteamericano.
Castro fue lo peor que ha parido Cuba. Se ofende a la inteligencia cuando muchos, sobre todo cubanos, lo rechazan pero a la vez dicen que fue inteligente. Fue perverso hasta la saciedad, su desfachatez para negar a tantos presos políticos y violaciones a los Derechos Humanos no tiene nombre.
Ya es momento de ubicarlo en su auténtico lugar, donde la infamia, el crimen organizado, la pobreza social y la opresión a la libertad fueron sus únicos reveses anti patrimoniales. !Ahh el Caballo!
El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional y Vocero en el Exterior del Partido Liberal Independiente (PLI-Historico).