Por Ángel Núñez/Es Diestro.
Para aquéllos que creían que con Francisco I se fue un buen papa, lamento echarles este jarro de agua muy helada. Todo lo contrario, a tenor de la oscura historia paralela que rodea al Vaticano como una presa fácil para fagocitarla y destrozarla. Es un hecho que la masonería, cuyos principios han sido los rectores de los sangrientos y destructivos principios de la revolución francesa, pensó que su objetivo era la iglesia católica. Muy conocedores los masones luciferinos de que al cristianismo se le destroza desde dentro, buscaron mil y una formas de infiltrarse como un ejército durmiente para ir variando la simbología y acostumbrar a los creyentes a signos que son claramente paganos. Lo más curioso es que esto ya ocurre desde 1820. En un documento secreto de la época se puede ver lo siguiente: “Nuestro objetivo final es el de Voltaire y la Revolución Francesa: es decir, la aniquilación completa del catolicismo e incluso de la idea cristiana…». «El catolicismo, menos aún que la monarquía, no teme la punta de un estilete, pero estas dos bases del orden social pueden caer bajo el peso de la corrupción. No nos cansemos, entonces, nunca de corromper”. La larga historia de crímenes por las sucias finanzas vaticanas, sus asesinatos como el de Juan Pablo I, el modo en el que se han desarrollado tanto la pedofilia en menores de edad, con millones de casos y de rituales satánicos en el mismo Vaticano, así como el hecho de acostumbrar al fiel a la obscenidad moral, son estrategias que se observan también en la política, donde se hace creer al ciudadano que la corrupción es sencillamente inevitable y que no se puede luchar contra ella. ¿No es lo mismo que lo que nos propone este documento? Bergolio, siguiendo esta lógica, no es más que el continuador y confirmador a través de lo que será narrado después y que no tiene desperdicio alguno.
Los avisos ya de varias encíclicas, Mortalium Animos P, Pío XI (6 de enero de 1928) acerca de cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa, Pascendi P. Pío X (8 de septiembre de 1907) sobre las doctrinas del Modernismo (la síntesis de todas las herejías), Quod Apostolici Muneris del Papa León XIII (28 de diciembre de 1878) sobre el socialismo, comunismo, nihilismo y otros errores, Pío IX Encíclica Qui pluribus, (9/11/1846) (“Satanás, aunque derrotado por Cristo, no deja de obstaculizar la salvación con todas sus energías. Alienta el paganismo, la idolatría, la brujería, la impiedad y especialmente la herejía y la apostasía. Los herejes y los cismáticos que no siguen a la verdadera Iglesia de Jesucristo, son miembros del ejército de Satanás, son sus agentes en la guerra cósmica contra Cristo”), son algunos de los muchos ejemplos de papas que dieron la voz de aviso.
Uno de los aspectos más siniestros del anterior papa fue su preferencia por una cruz en la que Cristo aparecía con los brazos cruzados en forma de X y el ganado detrás. Es importante señalar que poner este gesto era un ritual que significa la supervivencia del antiguo dios egipcio Osiris, empleado en el ritual del grado 29 del rito escocés antiguo y aceptado, en el que masón escoge entre la cruz cristiana y la impostura, es decir, negar a Cristo. Este gesto, relacionado con la adoración de Baphomet, dios de la luz, aspecto que luego estudiaremos con más detalle, se viste de ritual cuando si pisa la cruz de Cristo primero con el pie izquierdo y luego con el derecho, tras lo cual se recita un juramento con los brazos en forma de X. Nos encontramos con uno de los símbolos delatores de que lo que se adora es al demonio, mas no a Dios y la cruz que tiene Bergolio en una foto mantiene esta postura. ¿Significa esto que el papa cayó en la trampa de la simbología pagana y masónica, mezclada y disfrazada con la cristiana, para que el populacho fuese adoptando el satanismo como religión, lo cual se realza, como siempre, mediante la instauración de estos oscuros seres en silencio, haciendo que el pueblo ignorante se haga eco de santos que son demonios? Mucho ojito con esto…