Por Zoé Valdés.
Recién ha sido invitado a #letalk del periódico Le Figaro, para discutir sobre la gestión de la pandemia del Covid-19 por el gobierno francés, Florian Philippot, el fundador y líder de Les Patriotes, un partido francés a la derecha, bastante poco conocido a nivel internacional.
Pese a su juventud la carrera política de Philippot ha sido fulgurante, aunque no siempre ha brillado con el esplendor que seguramente él esperaba y que merecería su reconocido esfuerzo. Primero, empobrecido su discurso por un gaullismo a ultanza (que es ya como un padecimiento en Francia) y un soberanismo rayano en la idiotez; segundo, como “vestidor” de Marine Le Pen, la hija del temible Jean-Marie Le Pen, Philippot fue avanzando entre trancas y barrancas. Finalmente se liberó.
Y, se liberó en diversos aspectos, salió del Partido Rassemblement Bleu Marine, en el que él tuvo mucho que ver como ideólogo para crear su propio partido Les Patriotes. Hizo bien en independizarse, entre otras cosas porque Marine Le Pen, a la que no pocos comparan con Donald Trump, no tiene nada que ver con éste. Marine Le Pen no es Donald Trump. Donald Trump sólo hay uno.
En el otro aspecto en el que se liberó Florian Philippot fue al huir del encorsetamiento sexual, o sea, declaró su homosexualidad, siguió adelante, sin que esta manifestación de su elección afectara en lo más mínimo su ascenso político. Desde el principio dejó claro que el haber salido del closet correspondió a algo natural, que sólo era un aspecto de su vida privada que como político debía ser anunciada; una reafirmación social personal y de ninguna manera ningún referente político individual. Admirable.
Lo cierto es que Philippot habla claro, fuerte y sereno. Da la impresión de ser un político preparado, cultivado, y refinado, que no confunde a un clásico francés con una marca de vestimentas de moda, como ocurrió en el pasado con otro innombrable.
Oyéndolo hoy me dije que Florian Philippot posee un cierto empaque. Quizás todavía le falta garra, o sea, puño. Ojalá consiga enfundarse los guantes y suba definitivamente al real ring.