Política, EDITO

Ficciones y mentiras “piadosas”

Por Gloria Chávez Vásquez.

La mentira piadosa es una noción que apela al engaño para hacer más digerible la realidad. En la religión tiene un propósito benevolente; socialmente se practica para evitar fricciones o actitudes desagradables; los gobernantes la utilizan bajo pretexto de mantener la armonía social; los regímenes y élites las propagan para avanzar sus agendas e ideologías.

                                                               ***

La utopía del globalismo, es que se trata de una sociedad abierta bajo un gobierno centralizado, que se ocupa de proveer una mejor calidad de vida a todos los habitantes del mundo. Lo que no se dice es que, en esa sociedad, muy al estilo de 1984, la novela de Orwell, solo un grupo muy exclusivo tiene el poder, y como el Gran Hermano, decidirá los destinos de la humanidad.

Pero como afirma la periodista de World Net Daily, Laura Hollis, en el afán de realizar sus objetivos, las élites esperan que todas sus medias verdades, mentiras blancas o mentiras en general “sean tratadas como el evangelio”.

El investigador de Capital Research, Hayden Ludwig, dijo recientemente que la visión de George Soros, de una “sociedad global” consiste en abrir a la fuerza las fronteras de todos los países. Según Ludwig, Soros ha canalizado decenas de millones de dólares a través de sus redes de Open Society, hacia grupos de fronteras abiertas en América, Europa y países en desarrollo. Y mientras los gobiernos cómplices aseguran a la ciudadanía que “las fronteras están seguras” los grupos de Soros socavan las soberanías de esas naciones.

La semana pasada, una red de agencias sociales, patrocinada por Soros, financió la demanda de   un grupo de activistas contra el estado de la Florida, por la movilización de inmigrantes ilegales al estado santuario de Massachussets.  Días antes los indocumentados habían sido depositados en la Florida en horas de la noche y sin aviso, por funcionarios del gobierno de Biden.

La controversia se suscitó en Martha’s Vinyard, una isla de Massachussets donde viven decenas de multimillonarios famosos, como la familia Obama, quienes de inmediato rechazaron a los recién llegados.

Acusando al gobernador y a otros funcionarios de la Florida de violación de derechos civiles, los abogados presentaron la demanda ante la organización Alianza Américas a la que tres agencias sociales de la red de Soros, Open Society Foundations, pagaron $1.4 millones entre 2016 y 2020. La demanda perdió efecto cuando el gobernador Ron De Santis presentó los documentos firmados por los inmigrantes de que viajaban voluntariamente a su destino.

La mentira científica

Pero las mentiras “por el bien de todos” no se limitan al tema migratorio. El caso de Anthony Fauci, el médico director del National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)es uno de loas más notable.

En su reporte para WND, Laura Hollis revela que Fauci, encargado de contener la pandemia del COVID-19 en EE. UU dijo en un principio que usar máscaras no detenía el contagio. Poco después insistió que el público debía usarlas porque la ciencia había cambiado. Cuando se le cuestionó su contradicción, Fauci admitió que había mentido para prevenir una escasez de máscaras en los hospitales.

Fauci mintió además sobre el porcentaje de la población que necesitaba ser vacunada (o infectada) para obtener la inmunidad de manada. Primero dijo que de un 60% a un 70%; más tarde, dijo que cerca de 90%. Luego dijo que había decidido “empujar los números ” cuando vio que el público ya estaba preparado para las malas noticias.

De otro lado, en su testimonio ante el comité investigador en el Congreso, el exvicepresidente de EcoHealth Alliance, Andrew Huff, declaró que la compañía creó el SARS-CoV-2 (que causa el COVID-19) durante un experimento con el virus originado en los murciélagos. Dicho experimento fue patrocinado por la organización de Fauci (NIAID), así como por el National Institute of Health.

A la luz pública salió también el hecho de que los médicos que prescribieron con éxito medicinas como la hydroxychloroquine y el ivermectin, fueron silenciados y sus reputaciones destrozadas. La información sobre quienes están más en riesgo (los ancianos, los inmuno-deficientes y los obesos) se escondió en la mentira de que todo el mundo estaba en riesgo.

La dra. Deborah Birxformer, coordinadora de la Comisión de la Casa Blanca para el coronavirus admitió a principios de 2022: “Yo sabía que estas vacunas no iban a proteger contra la infección … pienso que se nos fue la mano con lo de las vacunas”.

Después de tamañas mentiras, y como dice Hollis, resulta incalculable el número de vidas descarriladas o las que se perdieron por causa del virus. Como incontable el número de los que han quedado incapacitados. Los encierros destruyeron negocios, cerraron escuelas, y retrasaron académicamente a los niños. Miles de jóvenes han muerto de ataques al corazón o diagnosticados con enfermedades miocárdicas después de vacunarse contra el coronavirus.

Los fallidos líderes de la élite globalista mintieron para cubrir sus errores, negligencia e ignorancia, pero son los ciudadanos del mundo quienes han pagado el precio por las “mentiras piadosas”.

La mentira política

Dicen los expertos, que la primera referencia a la mentira “noble”, la hace Platón en La República. La mentira es contagiosa y actúa como un elixir para un puñado de arrogantes que se creen superiores y que piensan que son capaces de deshacerlo todo. En realidad, la mentira es un veneno que corroe el espíritu del individuo y de la sociedad. No es de sorprendernos pues, el que los políticos hayan demonizado a sus oponentes con mentiras y bulos desde tiempo inmemorial.

Pero en estos momentos y a medida que la gente aprende a reconocer lo que hay detrás de mentiras cada vez más ridículas como la de que un mandato puede reducir la inflación o que el hombre puede quedar embarazado, los caudillos y políticos desesperados se dedican a atacar a los ciudadanos que han descubierto sus trucos.

El expresidente Barack Obama lo hizo primero, llamando a los que no aprobaban sus políticas, “sanguijuelas amargadas.” Hillary Clinton fue más allá, calificándoles de ” deplorables.” Biden les llama ahora “semi-fascistas.”

Y en medio de la testaruda pandemia del coronavirus, está la sarta de mentiras alrededor del llamado Russiagate inventadas por los acólitos de Hillary Clinton contra el ex Presidente Donald Trump. Una fabricación disfrazada de investigación que duró varios años y que costó a los pagadores de impuestos estadounidenses decenas de millones de dólares. Y todos los involucrados sabían desde un principio que se trataba de una farsa.

Cuando se descubrió que Hillary había pagado parte de la investigación con dineros de su campaña a la presidencia, su ridículo castigo fue una multa de $8.000 U.S. por “reportar incorrectamente” el dinero al Federal Election Commission. Hollis asegura que El FBI sabía que la información era falsa porque la fuente de estos datos ficticios se le pagaron a uno de sus informantes con reputación de mentiroso. Aun así, usaron la falsa información para obtener (también mediante el fraude) la autorización para espiar a Trump y a sus empleados.

Cuando el congreso descubrió la trama, pocas o ninguna fueron las consecuencias para los responsables, un trio de farsantes que continúa elucubrando la destrucción de Donald Trump: el ex director de FBI James Comey, su ex asistente Andrew McCabe y el abogado y agente del FBI Peter Strzok.

Las mentiras corporativas

En el lado corporativo los ejecutivos de las plataformas sociales juran que sus compañías no censuran la libertad de expresión. Pero Mark Zuckerberg, por ejemplo, se vio obligado a admitir en investigación reciente, que había colaborado con Biden y sus demócratas para censurar a los conservadores durante las elecciones del 2020. Hasta entonces, él y sus colegas en la red pretendían ser neutrales. Aun así, continúan diseminando la desinformación ideada por las poderosas figuras políticas de la izquierda y sofocando la historia del computador de Hunter Biden.

Los mentirosos racionalizan que mentir es justificable porque sus metas son válidas. Y no son solo las mentiras; es todas y cada una de las conductas utilizadas para retener el poder. Y detrás de todas esas ficciones, está la gran estafa. Aquella que pretende intimidar a la gente para que rinda su libertad y prosperidad, resultado del trabajo de millones de hombres y mujeres dedicados a la empresa y al comercio, y que en definitiva son quienes hacen posible la supervivencia humana.

 

Gloria Chávez Vásquez, escritora, periodista y educadora residen en EE.UU. 

 

Compartir

One Comment

  1. Magnifico articulo muy bien documentado

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*