Ese compa ya está muerto

Por Ray Luna.

Las empresas grandes siempre —siempre— terminan siendo devoradas por las pequeñas. Su anómalo tamaño las desorienta. Como que se les malogra su sentido de «alerta empresarial». En una nuez, se bu-ro-cra-ti-zan.

(Que dizque lo dijo un tal Mises.)

Ahora bien, en la Poética se lee que una metáfora consiste en ponerle el nombre de una cosa a otra cosa; por eso me gusta referirme a Facebook como «el dinosaurio» —a punto de extinguirse—.

Tampoco es que sea la gran analogía ¿cierto? Pero me encanta regodearme connotando el hecho de que, por un lado, Facebook es muy pesado, se mueve con demasiada lentitud y, por el otro, no ve venir el ceborucazo que le acaba de espantar el universo por la chola.

La experiencia ajena 

Pocos adolescentes tienen Facebook. A los «nativos digitales» les disgusta la intrusión, estiman su privacidad en grado superbo. Y tampoco están para perder el tiempo hablando de política y esas barrabasadas.

«Bro, Facebook es para abuelitas», dice Luna H.

Parece ser que lo suyo es Tik Tok, Snapchat y quizás, Instagram. Viven, literalmente, encriptados porque no quieren que nadie, mucho menos los padres, los rastrée. Además, le temen muchísimo al cyberbullying y al hate speech. Pero sólo hay una cosa que verdaderamente los horroriza: los anuncios publicitarios.

(A ver, no nos equivoquemos, Facebook sigue siendo la red social preferida de los adolescentes menores de 17. Sin embargo, todo indica que no será así por mucho más tiempo, pues, esa preferencia disminuyó 2.6% con respecto al segundo trimestre del año 2019. Aunque, quién sabe, a lo mejor sacan un Facebook para adolescentes á la Disney Channel.)

Sospechosos habituales 

Los Millennials están haciendo las maletas para largarse de una vez. La película de Netflix El dilema de las redes sociales los dejó muertos. Además de que la mayoría concibe Facebook como una plataforma generadora de odio y resentimiento.

(Facebook, siendo honestos, es el remedio ideal si uno quiere deshacerse de esos amigos de toda la vida que tanto nos fastidian con su cariño. También si uno quiere viralizar vibras negativas y liberar el estrés jodiendo a los demás.)

La Generación Y ya no es «tan» joven y, en consecuencia, empieza a perder la paciencia con mayor facilidad. ¿Malgastar una hora de su tiempo librepeleándose en Internet con extraños o conocidos? ¡No señor! La mayoría prefiere compartir las fotos de su gatito y su nuevo platillo vegano por WhatsApp, Messenger u otras aplicaciones.

Por otra parte, la Pandemia del COVID19 tiene a todo el mundo harto. La gente añora el contacto humano real. Sin embargo, no hay razón para creer que los Millennialsabandonarán la red en masse.

Después de todo, para uno irse a otra parte, tiene que haber «otra parte».

Programas de rehabilitación 

Aunque parezca raro, después de 16 años de usar Facebook, empiezas a sentir los efectos negativos de su adición. En los Estados Unidos, por ejemplo, mucha gente está instalando aplicaciones que limitan su poder de seducción. Las tres aplicaciones más famosas para este propósito son Erradicador de Noticias, uBlockOrigin y Ghostery. Todas tienen la función de bloquear los contenidos más adictivos de las redes en su PC o su Smartphone. Algunas remplazan las noticias con frases célebres y otras cosas por el estilo.

(Claro está, tener un pie fuera de la puerta no significa que tengamos que renunciar a Messenger o que, incluso, no se pueda entrar a Facebook si tuviéramos la urgencia de esparcir un poco de veneno en el muro de algún amigo.)

A diestra y a siniestra 

Es verdad que en las redes se publica mucha basura, que si la tierra es plana, que Hilary Clinton maneja una red de prostitución infantil en el sótano de una pizzería, etc. Motivo por el que muchas redes sociales se han embarcado en una ardua y cuasi castrista campaña de censura. No obstante, nadie puede a estas alturas negar la diseminación dolosa de patentes falsedades esparcidas por potencias extranjeras que tratan de desestabilizar Occidente.

La derecha ha comenzado a cuestionar quién determina qué es verdad y qué mentira. Cansados de la discriminación, han optado por crear su propia caja de resonancia. Porque, si somos francos, la libertad de expresión también incluye el derecho a ser engañados. El gran éxodo hacia Parler comienza a preocupar a la izquierda. Es como ver a Alexander Joseph Luthor lamentándose por la ausencia de Clark Kent.

La izquierda no se queda atrás, pues, poco a poco empieza a hacerse más y más evidente la contradicción implícita en el hecho de no se puede reclamar igualdad salarial y educación gratuita usando una plataforma que enriquece a un multimillonario de 36 años.

¿Qué sigue?

Si alguna vez les pasó por la cabeza que Hi5 era la red social más aburrida del planeta, esperen a ver Facebook en unos añitos.

Quizá me equivoque, pero «el dinosaurio» parece no tener muchas opciones. Tal vez en el futuro haya redes sociales para personas de la tercera edad que hablen de teorías de la conspiración y compartan videos de loros cantando el himno nacional. Lo que sí es ciertamente imposible es que pueda convencer a los usuarios jóvenes de que no está violando su privacidad.

Tal vez Facebook siga comprando empresas pequeñas más innovadoras (WhatsApp o Instagram) como Tik Tok, pero esa fórmula funcionará siempre y cuando no les caiga encima —como un meteorito— de una ley antimonopolio.

Facebook no va desaparecer de la noche a la mañana, como sucedió con MySpace que, sigue existiendo a pesar de que sus días de gloria sean cosa del pasado. Con todo, el colapso es inminente. A medida que la emigración hacia otras redes y el cierre definitivo de cuentas aumente, el valor neto de la red irá mermando. Después de todo, somos nosotros, ustedes y yo, quienes alimentamos al dinosaurio.

¿Han escuchado es corrido famoso que reza «ese compa ya está muerto, nomás no le han avisado»?

Ray Luna Rodríguez es filólogo y bloguero reaccionario.