Por Carlos M. Estefanía.
El reciente escándalo en torno a Íñigo Errejón expone con brutal claridad una preocupante realidad en España: una involución jurídica impulsada por sectores de la izquierda, que hoy el centro y buena parte de la derecha nacional refuerza en un espectáculo donde se pide la cabeza del político con argumentos dignos del más acérrimo feminazismo. En este circo, la presunción de inocencia es el primer derecho sacrificado, mientras la opinión pública se convierte en juez, jurado y verdugo, y la justicia se somete al mandato de un puritanismo que, aunque ajeno a la religión, devora igual de despiadado a aquellos que caen en desgracia.
Lo que está en juego aquí es mucho más que la carrera de Errejón; es la sombra de un sistema de justicia ideológico, guiado por el resentimiento, la presión mediática y la urgencia de exhibir condenas rápidas. Que este puritanismo moderno venga de la izquierda no sorprende, pero sí debería alarmar la complicidad de una derecha española que celebra esta caza de brujas, dispuesta a sacrificar principios fundamentales del derecho en nombre de sus propias venganzas políticas. Este pacto silencioso de las facciones opuestas parece más interesado en aplaudir la caída de un rival que en proteger los derechos ciudadanos frente a una justicia contaminada por prejuicios ideológicos.
La caída de Errejón: entre la purga ideológica y el oportunismo
Las acusaciones contra Errejón no se han verificado en un tribunal, y sin embargo, la respuesta ha sido una condena pública en la que sus antiguos aliados y sus enemigos se han lanzado a despedazarlo con un fervor cínico. Pablo Iglesias, el antiguo camarada de Errejón, aparece como uno de los primeros en alimentar la narrativa de su culpabilidad, mientras lanza mensajes ambiguos que sugieren que las acusaciones son parte de un rumor largamente comentado, como si eso bastara para despojar al acusado de cualquier derecho a una defensa digna.
Iglesias no pierde oportunidad para enterrar definitivamente a su antiguo rival político, y lo hace desde una posición ventajosa, pero con la máscara de defensor de las víctimas. Su objetivo parece claro: ganar terreno en una izquierda fragmentada, debilitando a Sumar y erosionando la base de apoyo del PSOE. Esta falta de lealtad o siquiera humanidad revela un sistema en el que la justicia es un arma política y en el que el verdadero propósito de los actores es mantener la pureza ideológica, cueste lo que cueste.
El nuevo puritanismo de una izquierda autoritaria
Lo que debería alarmar no es solo la hipocresía de la izquierda en este caso, sino la rapidez con la que la derecha ha asumido el rol de cómplice en esta persecución. En lugar de defender los principios del debido proceso, muchos en la derecha española se han unido al coro, pidiendo castigos ejemplares y asumiendo el discurso de un feminismo radical que infantiliza a las mujeres mientras estigmatiza a los hombres en las relaciones heterosexuales. Esta “involución jurídica” es un pacto tácito en el que ambos bandos sacrifican valores fundamentales en nombre de sus agendas políticas.
La derecha, que en teoría debería ser la defensora de una justicia imparcial y respetuosa del individuo, ha optado por sumarse a las demandas de una izquierda que promueve una visión autoritaria y moralista de las relaciones de género. En su afán de destruir a Errejón, ambos sectores han alimentado un monstruo que difícilmente se detendrá con este caso. Si la justicia ya no es ciega, sino que lleva el estandarte de la ideología, ¿qué garantías quedan para el ciudadano común? La “involución jurídica” en curso no discrimina: primero va contra un líder caído, pero pronto podría engullir a cualquier otro en su camino.
Los paralelismos históricos: el linchamiento mediático como herramienta de control
Para observadores como Federico Jiménez Losantos, esta situación recuerda los Juicios de Moscú, donde el régimen estalinista purgaba a los suyos en nombre de una pureza ideológica que servía para consolidar el control. Las similitudes son obvias: la justicia pública como espectáculo y la falta de una verdadera presunción de inocencia. Con un toque de feminazismo ideológico, tanto izquierda como derecha exigen hoy la aplicación de la ley con un fervor puritano que parece olvidar que, en su momento, el concepto de justicia significaba imparcialidad y defensa del individuo frente al poder.
En esta persecución, Errejón no se perfila como el enemigo clásico de la causa comunista, como Trotsky, sino como un Bukharin moderno: alguien que es llevado a su autoinculpación sin que medie presión física, apenas por la amenaza del linchamiento mediático. Aquí, la izquierda y la derecha convergen en el mismo discurso, unificadas en su intento de controlar a la sociedad con un puritanismo que exige sumisión absoluta al relato imperante y una disposición a sacrificar lo que sea necesario por la supervivencia política.
Conclusiones: la amenaza de una justicia parcial
Este caso debería poner en alerta a los ciudadanos españoles. En un país donde la justicia ha cedido al chantaje ideológico, los derechos fundamentales están en peligro. La derecha y la izquierda, unidas por el oportunismo, han traicionado la justicia y los valores democráticos que supuestamente defienden. La caída de Errejón no es una victoria de la verdad ni de la equidad, sino un síntoma de la degradación de una justicia que ahora obedece al estruendo de la muchedumbre.
Lo verdaderamente preocupante no es que Errejón enfrente o no estas acusaciones, sino que el sistema jurídico español permita que la presunción de inocencia sea anulada sin un juicio. Lo que el ciudadano español debería temer es el futuro de un país en el que la justicia ya no defiende al individuo, sino que se convierte en una herramienta de control. Como bien dice el dicho, “la historia se repite primero como tragedia y luego como farsa”, y el caso de Errejón parece estar desarrollándose como una grotesca tragicomedia, en la que España se desliza hacia una era de oscurantismo jurídico.
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LA MOVIDA Viogen, faceta radical judicial de lo feminazi (ligado a lo MAYOR del Género postFeminista, sic) para destruir la familia y la relación heterosexual, es solo uno de los puntos de la agenda social PRO EL KAOS de la sociedad occidetnal, al final arrasada y geniocidada… estos niñatos progreMarxistas unos tonton utiles, algunos ya juguetes rotos SOROSianos.