Por Manuel C. Díaz/El Nuevo Herald.
Cuando el escritor José Abreu Felippe publicó la novela El instante (Editorial Silueta, 2011), la última en su pentalogía El olvido y la calma, no volvió a incursionar en el género. Pienso que una de las causas quizás haya sido el tremendo esfuerzo que exige un proyecto literario de semejante envergadura. Después de todo, son pocos los que se han atrevido a hacerlo. Como quiera que haya sido, lo cierto es que dejó de escribir novelas. Siguió, eso sí, escribiendo poemarios y obras de teatro. Y, más que nada, libros de relatos como el titulado Cuentos idos (Ediciones La gota de agua, 2024), que acaba de ser publicado.
Son once cuentos escritos, indistintamente, en primera y segunda persona con argumentos que, aunque diversos, contienen temas que han sido raigales en la narrativa de Abreu. Uno de ellos, por ejemplo, es el de las pérdidas familiares. La prueba es el cuento titulado, Orfandad, quizás el mejor del libro y en el que narra, en un tono de onírica irrealidad, la aparición de una mujer desconocida durante una visita a la tumba de su madre: “Y así estoy hoy domingo, sentado sobre la hierba. Y entonces llega una mujer y se sienta frente a mí. Me sonríe. Yo no la conozco, en mi vida la he visto, aunque hay algo familiar en su rostro.” Lo que sigue es pura magia. El final, perfecto; predecible, sí, pero poéticamente abierto a las innumerables posibilidades de la imaginación…
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